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Los trabajadores de la salud: entre la vocación, el agotamiento y el miedo

Crédito: Estudio Bermix
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El desgaste emocional y físico no es algo nuevo en el día a día de los enfermeros, médicos y profesionales de la sanidad. Sin embargo, frente a la pandemia de Covid-19, la amenaza hacia el bienestar integral de quienes nos cuidan es cada vez más fuerte. El personal de la salud en Argentina ha llegado al límite de sus fuerzas: la lucha contra el enemigo invisible se ha hecho eterna. 

“Al principio era miedo, lloraba a escondidas de mi hija todos los días un poco, hablaba con mis compañeros, que creo que son los únicos que me pueden entender, después te vas habituando, se hace como un miedo crónico”, cuenta Patricia Llave, médica neonatóloga del Hospital Gutiérrez de la ciudad de Buenos Aires, que desde el inicio de la pandemia hace su jornada a tiempo completo, y, además de combatir el virus, escuchar debe lidiar con el agotamiento y la impotencia, dos de los sentimientos que abordan a los profesionales desde hace bastante. 

Mariana Galván, psiquiatra y referente de la Red Integrada de Médicos Argentina, advierte que este agotamiento no es un fenómeno nuevo, sino que ya estaba presente en el ámbito de la salud, sólo que con la aparición del coronavirus, el cansancio y las estresantes condiciones de trabajo se volvieron un “combo explosivo”. “El Covid-19 vino a mostrar un sistema de salud tanto público como privado que está desintegrado, desarmado, con desinversión desde hace mucho tiempo. Muchos profesionales, se han tenido que comprar elementos de protección personal, ver cómo van cayendo los compañeros, cómo se van enfermando, cómo tienen que hacer el mismo trabajo que antes y además el del compañero que ya no está. La pandemia fue la gota que rebalsó el vaso y dejó a la vista la desinversión en salud, las faltas de políticas de salud durante muchos años, no es de ahora esto”, enfatiza. 

El desgaste profesional, conocido como el síndrome del burnout, fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud en 2019 como un padecimiento que atraviesan los profesionales de la salud y que, en muchas oportunidades, se traduce en un agotamiento emocional como consecuencia del estrés laboral crónico, situación que día a día, hora a hora, viven en carne propia nuestros médicos. La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva advirtió sobre la saturación del sistema sanitario, la falta de personal médico y el sentimiento de extrema angustia y soledad que están viviendo. Pero, ¿cómo transitan esta situación quienes están al frente de esta lucha silenciosa contra el coronavirus? 

Carta abierta de La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva

En la primera línea

Hasta septiembre los casos confirmados de Covid-19 dentro de los trabajadores de la salud era de un total de 40.433, es decir, un 5,4% del total de casos confirmados de coronavirus del país, según datos de la Dirección Nacional de Epidemiología e Información Estratégica, en el informe de Sala de Situación del Ministerio de Salud. Noemí Ares, personal de salud en el centro asistencial de la Brigada del Palomar, cuenta que están trabajando con muchos pacientes. “Sobre un promedio de 50 pacientes, tenés 25 con Covid-19. Escuchar Emocionalmente es agotador, por momentos estoy susceptible, me llegué a replantear como personal de salud, y como paciente de covid, muchas cosas“, relata.

El cansancio y agotamiento físico y mental es una situación que atraviesan profesionales de todas las áreas de la salud pública y privada, incluso los enfermeros, quienes hasta el momento siguen sin ser reconocidos como trabajadores esenciales y exigen alcanzar ese título, aunque aún no tienen éxito. Digna Zarza, enfermera de Swiss Medical, asegura que aunque no están reconocidos por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, “como enfermeros junto con los médicos nos damos cuenta que hay mucho estrés, es debido a que la gente no toma dimensión de lo que estamos viviendo”. En Swiss Medical tienen psicólogo, contención y pueden charlar. Pero ven que los que trabajan en hospitales públicos “la están pasando muy mal, física y emocionalmente, no solo eso, sino que además el gobierno no los apoya y no les proveen insumos necesarios, trabajan como pueden escuchar , hay muchos enfermeros que se están contagiando, en nuestro caso tenemos los insumos necesarios para cuidarnos aunque puede pasar, y pasa”, asegura. 

Los profesionales que realizan sus especializaciones también siguen presentes en la dura batalla diaria contra el coronavirus, es exactamente lo que le pasa a Christian Melo, residente de Urología en Hospital Nacional Alejandro Posadas. “Es una situación compleja, desgastante, llevamos 6 meses de pandemia, de aislamiento. Obviamente es algo que te agota la cabeza, como profesional siempre tengo que estar a la defensiva, todo paciente es potencialmente infectado, el modelo de atención médica cambió, ya no es la misma relación médico-paciente …. Escuchar obviamente te sesga la atención y te agota, ya todo es covid y estamos dejando de lado otras patologías”, explica.

Crédito: United Nations Covid-19 Response

El agotamiento emocional, sensación permanente

Uno de los temas más preocupantes y que se suma a la compleja situación es la suspensión de licencias para los médicos públicos en la provincia de Buenos Aires, luego de la prórroga del decreto hasta marzo de 2021.  “El personal está sumamente agotado, y yo también, muy agotada, encima nos sacaron las licencias por estrés que son obligatorias por ley, y no las tenemos hasta el 2021, lo que es una locura porque se van a quedar sin personal, todos van a hacer burnout y creo que yo ya estoy cerca de un burnout porque yo me siento así”, afirma Patricia. Es que ahora, cualquier cosa “hace que uno tenga una reacción exagerada”, por lo que considera que hay que plantearlo directamente con el gremio. Y agrega: “Sé que no hay personal suficiente pero nosotros no podemos hacernos cargo de eso, nosotros necesitamos descansar aunque sean dos semanas, sé que no podemos irnos a ningún lado pero es solo el hecho de salir del hospital

Karina Llave, familiar de Patricia, es jefa del Vacunatorio del Hospital Durand, uno de los más afectados por la pandemia, que lleva su propio conteo de muertos e infectados dentro del personal de salud. Karina no solo teme por ella, su esposo es también enfermero del Durand, y además trabaja en el Sanatorio Méndez en la ciudad de Buenos Aires, con pacientes covid positivo en las salas de terapia intensiva y en piso. “Estos días me pasa que no quiero ir a trabajar. Tomo ansiolíticos debido al trastorno del sueño y a veces ansiedad, no puedo dormir. Las sensaciones son tristeza, miedo a contagiarme, miedo a morir, miedo a que mi esposo se enferme, miedo a que mi hija quede huérfana. Bronca, mucha bronca”, cuenta con la voz quebrada. Ante esta realidad, Galván reafirma que “la angustia está más marcada en relación a contagiar a algún ser querido, de hecho conocemos casos de médicos que se han ido a vivir a otro lado y no han tenido contacto con nadie de su familia por el terror de llevar la carga de haber contagiado a algún familiar escuchar ”. 

Las voces no ocultan el sentimiento que aborda a estos guerreros en el frente de batalla, Patricia lo sabe. “Aparece la angustia, el miedo por contagiar a tu familia, cada vez me cuesta más ir, pero vamos porque tenemos responsabilidades, aunque nos cuesta. Yo antes estaba contenta, decía “mañana tengo guardia” y me ponía contenta, me ponía feliz. Yo hoy ya no sé qué es eso, todos estamos así, no queremos saber nada. Queremos que esto se termine, llegó el límite”, asegura. Y en sus palabras se siente el dolor, la impotencia, la incertidumbre de un futuro que es cambiante para estos profesionales. Lo único que permanece constante, como dice Patricia, es el miedo, que a este punto, ha llegado para quedarse.

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