Cuando la niñez se pierde por los andenes del subte
Se escucha un: “Tiiiiin”, y las puertas se cierran. Comienza la marcha del subte línea E. Mucha gente durmiendo, y sí, son las cuatro de la tarde; la siesta que todo el mundo espera después de un agotador y largo día. En el vagón, una señora rubia, flaca, erguida, nariz finita, ojos claros, de unos […]
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