En la localidad de Tres Isletas, a 220 km al noroeste de Resistencia, en la provincia de Chaco, los chicos y chicas se enfrentan a muchos obstáculos a la hora de estudiar: lluvias que imposibilitan el traslado a la escuela, problemas estructurales como el acceso al agua potable, a la electricidad y/o conectividad, falta de recursos económicos y de tiempo, entre otros. Y es allí donde las organizaciones no gubernamentales trabajan para que la educación en estos contextos rurales sea posible. Con la pandemia por coronavirus, nuevas dificultades aparecieron y las organizaciones tuvieron que desarrollar distintas estrategias para llevar adelante su tarea y que los chicos puedan seguir con sus estudios. Pero ¿qué implica desde la dimensión educativa trabajar en contextos rurales vulnerables?
Cuando hablamos de garantizar la educación a jóvenes en contextos rurales, nos encontramos con un abanico de necesidades básicas que necesitan ser cubiertas como el acceso al agua, la electricidad o los alimentos, problemas edilicios, habitacionales y sanitarios. Necesidades que deben ser cubiertas y que a veces obligan a los niños y adolescentes a ayudar a sus padres en sus oficios para poder tener la comida sobre la mesa quitándoles tiempo y energía para el estudio. En estos parajes y localidades de difícil acceso, distintos grupos de la sociedad civil juegan un rol clave para mejorar la educación en ámbitos rurales.
A nivel nacional, el 10,8% de los jóvenes de 12 a 17 años pertenece al ámbito rural, mientras que el 89,2% reside en áreas urbanas, según los datos de Unicef Argentina. “En comparación con las localidades urbanas, los niveles de asistencia en la ruralidad se reducen a 10 puntos porcentuales, lo que da cuenta de los desafíos que implica la plena inclusión en estos contextos”, señala el informe Educación secundaria en el ámbito rural en Argentina de UNICEF.
Con la pandemia y la imposibilidad de viajar de una provincia a otra con normalidad, las asociaciones que trabajan en estos contextos en distintas latitudes tuvieron que desarrollar nuevas estrategias para poder continuar con las ayudas que brindan a estas comunidades. Para Voy con vos, una asociación que desde 2007 contribuye con las comunidades de Tres Isletas y el Impenetrable chaqueño, zonas de difícil acceso y alejadas de centros educativos de calidad, la pandemia agravó la problemática. “Hoy en día todo pasa por internet y en estos parajes la señal es nula y el wifi no existe. Hay casas que ni siquiera tienen acceso a la luz”, comenta Tomás Gregorini, director ejecutivo de Voy con vos.
La asociación trabaja con niños de nivel primario y secundario, enfocándose en la enseñanza de escritura y matemáticas y también en el involucramiento de la comunidad rural con la escuela. “A nivel primario, identificamos a los chicos y chicas que están más atrasados y desconectados para realizar un acompañamiento escolar. Los voluntarios van desde las 6 de la mañana hasta las 2 de la tarde recorriendo en moto las diferentes casas para brindarles apoyo a los chicos”, cuenta Gregorini. Además, la asociación cuenta con un sistema de becas que permite financiar la educación de los niños que no cuentan con los recursos necesarios como uniforme, traslado y residencia.
“En el día a día, hablan por teléfono con los becados para acompañarlos con lo educativo y emocional. Porque el desafío es que muchas de estas familias tienen una economía frágil y dependen del trabajo que los chicos realizan en los montes. Por eso creemos que es importante conectar con ellos porque es difícil competir contra estas otras actividades”, comenta el director de la asociación.
Las escuelas rurales no son una realidad exclusiva del norte de nuestro país. Si bien las regiones del NOA y NEA presentan el mayor porcentaje de jóvenes de entre 12 a 17 años con carencias habitacionales, sanitarias, materiales y/o culturales, en cada provincia podemos encontrar comunidades rurales con las mismas complicaciones.
La Fundación Escolares comenzó sus trabajos en el sur del país, en Neuquén y Río Negro, pero actualmente está presente en 14 provincias en las que trabajan de forma coordinada con ONGs, Iglesias y organizaciones que agrupan escuelas. Su modalidad de trabajo es distinta, pero atiende a cuestiones de infraestructura, equipamiento y capacitación de docentes.
“Muchos problemas que tiene la escuela, los puede resolver si se organiza y trabaja con la comunidad”, asegura Juan Luis Díaz, director ejecutivo de Fundación Escolares. Por ejemplo, una de las grandes limitaciones es el acceso al agua, entonces Escolares acompaña y apoya proyectos que elabora la escuela para resolver ese problema. “Este año no hemos podido implementar determinados programas como los de capacitaciones. Aunque sí, hemos hecho una convocatoria de proyectos para escuelas agrotécnicas EFA, que tienen la pedagogía de la alternancia”, agrega.
Para la Asociación Civil Padrinos y Alumnos de Escuelas Rurales (APAER), una asociación que combina un programa de becarios y de proyectos edilicios, la pandemia impidió las construcciones de muchas escuelas, pero el sistema de becas pudo seguir a través de las transferencias bancarias que ayudan en el día a día a los padres y niños. También tienen una campaña de emergencia alimentaria y sanitaria que ha ayudado a 51 escuelas y comunidades educativas. “La última ayuda fue en La Poma en Jujuy, donde estaba todo cerrado por la pandemia y tuvimos que contactarnos con personas de una minera, que eran los únicos que tenían paso, para poder trasladar los alimentos”, cuenta Genoveva Celi, presidenta de APAER.
La pandemia implicó muchos cambios en muchas áreas de la sociedad y la educación fue uno de los primeros sectores que tuvo que reinventarse para poder seguir funcionando. Esta situación también obligó a las organizaciones a repensar su trabajo en un contexto donde la virtualidad ocupó un rol principal para continuar enseñando a los alumnos. “Uno tuvo que aprender a usarlo de un día para el otro por la cuarentena. Las Escuelas de la Familia Agrícola (EFA) son escuelas abiertas, dado que el alumno está días dentro de la escuela y días en la casa, la relación con la escuela y la casa tiene que ser muy próxima”, explica Díaz, y agrega: “Entonces estamos viendo de qué manera fortalecer la relación entre la escuela con la comunidad, con los padres y con los alumnos a través de las plataformas digitales”.
Para los integrantes de Voy con vos, la cuarentena dejó muchas enseñanzas para el futuro, como por ejemplo, mejorar la articulación con los directivos y maestros de escuelas, porque son “el medio fundamental para que un chico aprenda”. Más allá de nuestro apoyo escolar, sostienen, “es irremplazable lo que el profesor enseña en la clase”. “Hay que empezar a presionar para que las tecnologías lleguen a estos lugares porque el no tener acceso a internet, hoy en día te deja afuera”, subraya Gregorini.