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Trastornos del sueño, un mal que se agudizó en pandemia

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A principios del 2020, la pandemia y el aislamiento obligatorio produjeron un quiebre en la vida cotidiana de toda la población y desencadenaron un aumento de estrés, ansiedad, cuadros depresivos y también un incremento de trastornos del sueño.

La función principal del sueño es reparar a nuestro organismo para vivir en las condiciones óptimas. Consolida nuestra memoria y ayuda a la recuperación de nuestros recuerdos. El sueño necesita de rutinas diarias,  para darse de forma armónica y responder así al sistema circadiano que es muy vulnerable a los cambios en nuestros horarios de comer, trabajar y a la exposición de la luz. 

 El aislamiento social modificó los hábitos e incrementó la exposición a pantallas. Según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires se produjo un aumento del porcentaje de personas con alteraciones del sueño durante el período de confinamiento .

El estudio muestra una suba de 73,7% de la primera muestra hecha las dos primeras semanas de la cuarentena obligatoria, y un 76% de aumento en la segunda muestra realizada a los 50-55 días de cuarentena obligatoria.

fuente: Estudio: Salud Mental en Cuarentena: Observatorio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires

Los trastornos más típicos 

Tanto Mirta Averbuch, jefa de Unidad de Medicina del sueño del Instituto de Neurociencias de Fundación Favaloro, como Florencia Angellotti, médica Neuróloga Experta en Sueño, están tratando pacientes por lo que se conoce como retraso de fase, que se produce cuando los cambios en nuestros hábitos y rutinas afecta nuestro ciclo del sueño. Las personas muestran una tendencia a irse a dormir mas tarde durante el confinamiento y aumenta la tentación de dormir más horas. 

Por otro lado, la preocupación en exceso puede llevar al insomnio. Este es el trastorno del sueño más frecuente que se caracteriza por la dificultad para coger el sueño o para mantenerlo durante la noche. La duración de la cuarentena, el aburrimiento, el aislamiento social, el miedo a la infección propia y de sus seres queridos y la sobreabundancia de información pueden impedir nuestro descanso nocturno y mantenernos desvelados sin poder descansar.  

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Otro fenómeno recurrente fue el trastorno por pesadillas.  “Hay una gran incidencia de aumento de recuerdo de los sueños y todos con contenido negativo, es decir, pesadillas. La gente sueña con situaciones desagradables que le producen ansiedad o miedo,” señala Angellotti.

Las causas

La cuarentena, el distanciamiento social, trabajar desde casa y el cierre de escuelas, fueron algunos de los cambios que trajo la coyuntura sanitaria. Debido a la falta de horarios, más de uno organizó, luego de desvelarse en una videollamada o con la serie del momento, una picada a las dos, tres de la mañana con algún aperitivo o cerveza para acompañar la madrugada. El cambio en nuestro ritmo alimentario perjudica nuestra calidad de descanso. Durante esta interrupción de nuestra cotidianidad, muchos dejaron de respetar sus horarios habituales y rutinas y terminaron así por acostarse a cualquier horario. 

Es necesario destacar las consecuencias de la elevada exposición a productos tecnológicos, tal como indica Averbuch. La especialista aclara que dispositivos como la tablet, los celulares y la televisión emiten una luz LED muy poderosa que bloquean la curva de melatonina; la melanina es  la hormona que regula el sueño y la vigilia. 

Averbuch  explica que se produce una contradicción entre lo que pasa en el ambiente y lo que ocurre en el cuerpo. Mientras que nuestro organismo se prepara para ir a dormir, recibe estímulos de la televisión, los celulares y las computadoras. Nuestro cerebro al percibir luz, e identifica que es de día y así que es momento de estar despiertos. De este modo, hora tras hora, se va corriendo la fase del sueño. 

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Mismo estar encerrado dentro del hogar, con bajos niveles de luz natural, puede bajar las señales que recibe el cuerpo para la vigilia y el sueño, decisivas para nuestro ritmo circadiano.

Sin embargo, hay otros factores que provocan que sean las 3 de la mañana y sigan las vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño. Angellotti, cuenta que la población en primer lugar, esta expuesta a una carga de estrés muy importante. A nivel laboral, el INDEC confirmó que por la pandemia entre abril y junio 3.757.000 personas perdieron sus puestos de trabajo. La nueva modalidad de trabajar desde nuestras casas se traduce en: estar online 24/7,  un creciente sentimiento de soledad, las dificultades técnicas ante la falta de los recursos tecnológicos que habitualmente provee la oficina, entre otras cuestiones. Todo esto genera un crecimiento en el estrés y la ansiedad de las personas.

La neuróloga Averbuch explica que sería apropiado considerar como otro factor de los trastornos del sueño la epigenética. Según la investigación “Epigenetics:The Science of Change” en National Center for Biotechnology Information, hoy una gran cantidad de enfermedades , comportamientos, y otros indicadores de la salud tienen un nivel de evidencia de estar asociados a mecanismos de la epigenética, como cáncer, disfunciones cognitiva y respiratorias, enfermedades cardiovasculares, reproductivas, autoinmunes, y neurológicas. En el proceso de la epigenética, la legibilidad o expresión de los genes se modifica sin que se produzca un cambio en el código del ADN. Es decir, hay determinadas etiquetas químicas que, de acuerdo a nuestro entorno, se suman o eliminan de nuestro ADN. La teoría de que estos cambios epigenéticos pueden transmitirse a las generaciones posteriores supone que las experiencias vividas por una persona, tendrán un impacto en las futuras generaciones. 

Por eso, Averbuch aclaró: “No todos han vivido la pandemia y el aislamiento de la misma forma. Algunos la vivieron bien y otros se descompensaron totalmente. Esto tiene que ver también con las memorias que están activadas”. Pareciera que nuestro ADN puede llegar a contribuir en nuestro malestar general frente al confinamiento .

Una buena higiene del sueño 

Para tratar de solventar un buen descanso nocturno, las especialistas recomiendan respetar las rutinas diarias para el descanso y la alimentación. Evitar exponerse a las pantallas a la hora de ir a la cama. En añadidura, es importante practicar ejercicio físico durante el día, siempre evitando las horas previas a dormirnos ya que la actividad física incrementa la adrenalina. Prevenir exceso de alcohol y cafeína. Si con todas estas medidas higiénicas y dietéticas continúa con problemas para conciliar el sueño y tener un descanso adecuado, lo recomendable es acudir a un especialista.

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