Punto Convergente

Procrastinar no es cosa de vagos: el estrés, la ansiedad y la culpa de dejar todo para después

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“Procrastinar es lo que hacen las personas que son vagas e irresponsables y dejan todo para último momento o incluso, ni siquiera hacen lo que tienen que hacer”. ¿Alguna vez escuchaste a alguien decir eso? ¿O alguna vez lo pensaste? La frase lejos está de su verdadero significado. Especialistas advierten que procrastinar está vinculado a un mecanismo de defensa y no a la pereza.

“La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”, dijo alguna vez Tim Pychyl, un profesor de Psicología y miembro del Grupo de Investigación sobre Procrastinación en la Universidad Carleton en Ottawa.

Y es que la procrastinación no es algo que se da únicamente con obligaciones como el estudio o el trabajo. También puede darse en las relaciones con amigos, en empezar una dieta o incluso en animarse a ir a una cita. Se puede dar en todos los aspectos de la vida.

Sin embargo, los jóvenes, el estudio y la procrastinación suelen estar intrínsecamente relacionados y aún más con la pandemia. Según un informe publicado por Método Castagneto, una academia que enseña técnicas de estudio, la procrastinación y las distracciones aumentaron notablemente durante la pandemia y se convirtieron en la mayor dificultad para los alumnos durante el período de educación virtual.

“Estamos en una época donde las distracciones son muy sencillas. En el estudio aparecen todavía más, porque nos encontramos con cosas que no queremos estudiar o con materias que no nos gustan”, indica Mariano Castagneto, director de la academia.

En diálogo con Punto Convergente, Castagneto también menciona la ansiedad. “Es importante hacer una lista de prioridades al momento de estudiar, entre lo importante y lo urgente para hacer una cosa a la vez, porque sino al final da la sensación de que no completás nada del todo, lo que genera aún más ansiedad porque uno siente que no llega a nada”, explica

Por ejemplo, Agustina, estudiante de 21 años de la carrera Producción Musical, confiesa que con lo que más procrastina es con el estudio. “Procrastino con las cosas que más me importan y que más esfuerzo requieren. En primer lugar con el estudio y en segundo con mi vida social”, agrega. En esa misma línea, comenta que “juega mucho la autoestima”, porque todo lo que uno se propone, cosas que realmente quiere, termina sin hacerlas por el “miedo a fracasar” y uno piensa que “un inservible”.

El estrés y la ansiedad por las obligaciones

Frente a esto, Alejandra García Moreno, psicóloga especializada en psicoterapia online, sostiene que hay que deconstruir el concepto de procrastinador. Propone entenderlo como una persona que pospone una actividad por otras menores, como un mecanismo de defensa frente al estrés que nos representa la tarea que debemos enfrentar.

García Moreno destaca el aumento de consultas por procrastinación tras la pandemia. “En un contexto de pandemia, los niveles de estrés estaban por los aires y eso contribuyó a que las situaciones nos generaran aún más estrés. Además, hubo una modificación en la noción del tiempo. Al no saber cuándo la pandemia iba a terminarse, uno no intentaba enfrentarse a desafíos, porque nos aferrábamos a la idea de que ‘ya va a haber tiempo en el futuro’”, explica las razones.

Eso fue justamente, lo que le sucedió a Carolina Degregorio, alumna del Profesorado de Nivel Inicial, quien comparte que procrastina porque sabe que cuando tiene que afrontar las obligaciones, las ejecuta mejor a último minuto porque se autoexige más.

Además, admite que la pandemia hizo que el procrastinar aumentara aún más: “Lo último que quería hacer era afrontar las obligaciones, entonces lo dejaba todo para último momento, porque como pensaba que iba a estar en mi casa todo el tiempo no me organizaba en el día”.

Por otro lado, García Moreno resalta que la procrastinación varía según las personalidades: una persona con ansiedad sufre de anticipación ansiosa y procrastina porque ve las tareas como algo terrible de afrontar, y los obsesivos, por ejemplo, son tan perfeccionistas que nunca logran dar por terminada una actividad.

A su vez, también explica que hay que entender al proceso de procrastinar como un ciclo, en el que evitar una tarea nos permite aliviar el estrés, pero que al rato otro factor que aparece, es la culpa, lo que hace que se genere un círculo vicioso entre esas dos emociones que suben y bajan constantemente.

Vencer el hábito de la procrastinación

Ahora, ¿de qué manera se trabaja la procrastinación? En cuanto al estudio, Castagneto menciona que lo principal es el autoconocimiento. “A veces uno piensa que no puede, pero en realidad es ensayo y error para seguir ajustando”, sostiene. Encontrar el lugar adecuado, ponernos objetivos por día, hacer una cosa a la vez, encontrar una técnica de estudio que nos beneficie y mantener la mente positiva.

Por otro lado, García Moreno aconseja concientizar a las personas sobre esta problemática para no generar más culpa en la persona que lo sufre y desarmar las tareas e ir de a metas pequeñas para lograr un acercamiento gradual al objetivo. “Si tengo que bajar 10 kilos, me propongo en bajar 300 gramos en la próxima semana. Porque si no los 10 kilos termina pareciendo una meta inalcanzable y nos desmotivamos”, explica.

Así que la próxima vez que te encuentres procrastinando o que te topes con un procrastinador, antes de juzgar, seamos conscientes de cuáles pueden llegar a ser las verdaderas dificultades que residen detrás de esa postergación.

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