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Nueva amenaza en la inflación de alimentos: el etiquetado frontal

La ley de etiquetado frontal tiene como objetivo principal colocar una serie de sellos octogonales de color negro con letras en blanco.
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El proyecto de ley de etiquetado frontal tiene como finalidad informar a los consumidores y mejorar sus posibilidades de evaluar si un producto es o no saludable. Aunque la ley no tiene sanción definitiva, el etiquetado ya está presente en gran cantidad de productos. Reparo empresarial. La experiencia en otros países.

La ley de etiquetado frontal tiene como objetivo principal colocar una serie de sellos octogonales de color negro con letras en blanco.

En caso de que el etiquetado frontal de alimentos entre en vigencia, las góndolas argentinas cambiarán de forma drástica. A pesar de que no se puede estimar el impacto directo que tendrá en la dieta cotidiana de las personas, los consumidores tendrán más autonomía en las decisiones que tomen a la hora de alimentarse. Pero no pocos reparos surgieron en su momento del sector productivo en virtud de los nuevos costos que deberían asumir las empresas.

El director ejecutivo en el Mercado de Productores y Abastecedores de Frutas, Verduras y Hortalizas de Santa Fe, Carlos Roberto Daniel Otrino, señaló: “Las senadoras por la provincia de Tucumán votaron en contra de la ley de etiquetado frontal de alimentos sosteniendo que lo hicieron porque consideraban que la industria azucarera, si sale la ley, se encontraría en serio riesgo de sostener el nivel de empleo y se vería perjudicada para continuar produciendo azúcar y derivados”. 

Y añadió que los votos de las senadoras no cuentan con sustento en los hechos ya que “según estudios realizados en Chile, al implementarse una ley similar siguiendo los perfiles de nutrientes críticos establecidos por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, han demostrado que no se verifican pérdidas de empleos, cierre de industrias y daños al sector azucarero en el país trasandino”.

Finalmente, Otrino manifestó que en definitiva la ley no va a impedir que el consumidor adquiera el producto que contiene uno o más sellos de advertencia, sino que le permitirá obtener información concreta y fidedigna.

En la Argentina, distintos sectores que engloban a productores de alimentos vienen manifestando su preocupación por el proyecto y su potencial impacto en la producción y el comercio. La Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) emitió en julio un comunicado en el que asegura que adhiere a la idea de un “Etiquetado Frontal que informe correctamente al consumidor y que permita a la industria mejorar el perfil nutricional de los alimentos y bebidas”, pero solicita que sea “de forma gradual y atienda la mirada del sector productivo”. Por su parte, el CIL (Centro de Industrias Lácteas) expresó sus dudas al respecto: “Generará asimetrías, problemas legales, productivos y logísticos que afectarán las exportaciones de lácteos argentinos”.

Guadalupe Ramírez, licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la Universidad Nacional de Lanús, es responsable de calidad en la empresa de snacks “Peipo. En cuanto a lo que plantea la letra del proyecto, Ramírez señala que aún no consideraron el impacto que puede tener en sus ventas. 

Sin embargo, la especialista afirma que, para las industrias, es muy costoso tener que sumar los sellos al frente de los envases. “Nosotros hacemos los rotulados de los paquetes con bobinas impresas y –de aprobarse el proyectodeberíamos hacer todos los polímeros nuevos, lo cual representa un gasto muy importante”.

Vale remarcar que si el proyecto se aprueba, va a demorar 180 días en entrar en vigencia, aunque las pymes y cooperativas populares podrán excederse de ese plazo hasta un año y medio. 

Panorama internacional

La última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS2) que se realizó en 2019 concluye en que el sobrepeso y la obesidad resultaron ser las formas más frecuentes de malnutrición en niños y adolescentes, y se confirma su aumento en concordancia con otras encuestas, como la tercera Encuesta Mundial de Salud Escolar 2018.

“Una alimentación balanceada tanto para niños como para adultos tiene que tener todos los grupos alimentarios. Lo que se ve mucho es que faltan vegetales normalmente. Es difícil cubrir todos los vegetales más que nada en los niños porque la gente no acostumbra y si ellos dicen ´no me gusta´, ellos no se lo dan”, comentó Gimena Somer, licenciada en Nutrición (MN 7660).

A su vez, Somer afirmó que la implementación de una ley como esta ayudaría a tener una noción de lo que se está consumiendo y no las imágenes que se venden por medio del marketing.

En varios países como Chile, Brasil, Perú, México, Uruguay, Reino Unido, Ecuador, Francia, entre otros, ya se aplica la ley. Uno de los casos más cercanos es el de Chile, donde la ley se encuentra en vigencia hace más de cuatro años. 

Una investigación realizada por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile en colaboración con la Universidad Diego Portales y la Universidad de Carolina del Norte, llegó a la conclusión de que el consumo de bebidas azucaradas disminuyó un 23,7%. Esto significa una reducción diaria de 22,8 mililitros por persona. Como consecuencia, la compra de aguas aumentó un 5%.

Según un estudio de la Universidad Siglo 21, a través de su “Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales”, publicado en mayo de este año, menos de la mitad de los argentinos lee la información nutricional de las etiquetas y solo 1 de cada 4 las entiende plenamente. Teniendo en cuenta estos datos, la necesidad de mejorar la legislación adopta un carácter urgente.

Amplio consenso

La ley de etiquetado frontal tiene como objetivo principal la colocación de una serie de sellos octogonales de color negro con letras en blanco en la parte delantera de los productos que contengan un exceso de azúcares, grasas saturadas y totales, calorías y sodio.

Basándose en ciertos parámetros, un alimento sobrepasa el límite recomendado si los aportes de sodio y energía son equivalentes, si la cantidad de energía proveniente de las grasas totales supera el 30%, si la que proviene de los azúcares o de las grasas saturadas supera el 10% y si la de las grasas trans es mayor al 1%. Es decir, todos los que incumplan esas condiciones llevarán el sello negro, cuya superficie no podrá ser menor al 5% del frente del envase. Asimismo habrá leyendas precautorias sobre la presencia de edulcorantes y cafeína, “no recomendables en niños/as”.

En octubre del año pasado, el proyecto de ley fue aprobado en el Senado. De los 72 senadores que conforman la cámara, 64 votaron a favor del proyecto de ley y solo tres estuvieron en contra; dos de ellas representantes de la provincia de Tucumán, Beatriz Mirkin y Silvia Elías de Pérez, y la restante de la provincia de La Rioja, Clara Vega.

Este año, la Cámara Baja debatió el proyecto de ley en una reunión conjunta de las comisiones de Legislación General; Acción Social y Salud Pública; Defensa del Consumidor, del Usuario y de la Competencia; y de Industria. En total, tras un extenso debate, se firmaron cuatro dictámenes: uno de mayoría, dos de minoría y uno de rechazo. Luego, en julio logró el dictamen favorable en un plenario de comisiones de la Cámara de Diputados. El último paso hacia su aprobación será su debate en el recinto de la Cámara Baja, sesión que se estima que tendrá lugar durante las próximas semanas.

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