Punto Convergente

Mons. García Cuerva: “Es necesario consensuar cuatro o cinco temas que entren en la agenda de Gobierno en Argentina”

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Alumnos de diferentes carreras de la Universidad Católica Argentina entrevistaron a Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina.

¿Cómo analiza la actualidad del país? ¿Dialogó con los actuales candidatos al balotaje? ¿Cómo se puede mejorar la articulación entre la Iglesia y el Estado? Fueron algunas de las preguntas que los alumnos le hicieron a García Cuerva en el programa especial que se transmitió por Canal Orbe 21.

Fiorella Chiaravalloti, estudiante de Periodismo: Quería arrancar preguntándote sobre una cuestión más de tu vocación, ¿Cómo te marcó tu experiencia trabajando en barrios barrios populares, por ejemplo, como villa La Cava?

-Mons. Jorge Ignacio García Cuerva – Arzobispo de Buenos Aires: Cuando yo empecé a plantearme mi vocación sacerdotal, en realidad yo estudiaba abogacía y trabajaba en una escribanía y me invitaron a hacer un retiro espiritual, un fin de semana que no quería ir. De hecho, terminé yendo por la insistencia de quien me invitaba. Me daba vergüenza seguir diciéndole que no. Después de ese retiro espiritual, comencé a trabajar en un barrio muy pobre que estaba en Tigre. Le decían Villa Garrote a la parte más grande del barrio, y villa palito, a la parte chiquita. Y allí yo sentí que me encontré con el rostro de Jesús en los más pobres y en los que sufrían. Ahí conocí en vivo y en directo una realidad de marginación y exclusión, de gente grande, jóvenes y chicos. Quizá todavía no tan atravesado por la droga como fue después. Pero eso me marcó definitivamente, con lo cual siempre soñé con volver en algún momento como sacerdote a barrios carenciados. Y es la posibilidad que se me dio cuando Monseñor Casareto Obispo de San isidro me propone ser primero diácono, y después sacerdote en villa La Cava allí en San Isidro. Yo siempre digo que en los barrios populares la vida se vive sin filtro, con lo cual los momentos de dolor son brutales terribles de significarle de mucho sufrimiento. El dolor no se esconde. Por eso es un velorio, se llora y el dolor lo transita y se lo vive por eso, cuando alguien necesita, está pidiendo y se le trata la mano, por eso encontrás un montón de pibes a veces atravesado por la droga en los pasillos, es decir la realidad de dolor se vive así. Se vive el dolor así, te chocas, pero al mismo tiempo también se vive sin maquillaje en los momentos más lindos. Por eso lo cumpleaños, las fiestas, las celebraciones. Yo cumplo 26 años de cura y no puedo dejar de olvidarme la fiesta que me organizó la gente de La Cava la primera misa que celebré. O sea, eso es lo que para mí significó. Uno cuando vivir estas experiencias te hace entender la vida desde otro lado vive experiencias de ese tipo después entiende la vida desde otro lado y relativizas un montón de cosas. A veces vivimos tan preocupados por cosas que son totalmente superficiales. Te acordás de terminar gente con la que tuviste compartir la vida a lo largo de los años y decís y yo me fijó en esto. Al mismo tiempo, lo que yo descubrí allí fue lo que significaba ser pastor en medio de la gente. Yo vivía dentro del barrio en una casita sencilla con los problemas de luz, con los problemas de la garrafa, lo que valía gas o con el problema de la alimentación, aprendiendo que cuando el agua entraba, había que dejarla entrar. Entonces, cuando me decían por qué yo estudiaba tanto. Porque yo decía que para vivir en un barrio pobre, había que entender una realidad muy compleja. Y ¿por qué vivía dentro del barrio? Porque tengo que aprender de la cultura y de la realidad de la gente Por eso digo me encontré con Jesús a la vuelta del pasillo. Me encontré con Jesús en cada hermano en los momentos celebratorios y de alegría. Y también en el momento de mucho, pero mucho dolor y eso me marcó para siempre. Hay una poesía de Pablo Neruda que dice en uno de los fragmentos, “no podrán comprender mis versos quienes no tocaron mi sangre”. Y yo creo que pude comprender la realidad del dolor, de la marginación, de la exclusión social, porque Dios me regaló la posibilidad de tocar la sangre de los más pobres.

-Bernardo Máspoli, estudiante de Periodismo: Le quería consultar porque en el último tiempo hemos visto el resurgimiento de conflictos religiosos a nivel mundial y en ese caso Argentina parece ser un ejemplo de integración pacífica. Por eso yo le quería consultar cómo analiza a usted el diálogo entre religiones que se da en nuestro país y si piensa que esa convivencia pacífica puede ser tomada como ejemplo a nivel mundial.

-Mons: Indudablemente, creo que cuando uno ve el conflicto que existe en otros lugares del mundo, y a veces como se mata en nombre de Dios, o como se generan guerras en nombre de Dios, vivimos en una tierra bendecida, en una tierra en la que todavía tenemos la posibilidad de generar diálogo, donde la palabra ecumenismo no es una mala palabra, en la que podemos mostrar puntos de encuentro con las distintas religiones. De hecho, en estos pocos meses como arzobispo Buenos Aires, he tenido vínculo con la mayoría de los líderes religiosos, que han venido a verme, que han venido a compartir, que han venido a rezar juntos, que han venido a encontrarse para compartir las preocupaciones que también tenemos sobre otros lugares del mundo donde la intolerancia es muy grande. He podido participar de algunas celebraciones de otros cultos. Es decir, creo que tenemos una experiencia de diálogo religioso que ojalá puede hacer una experiencia tomada por otros puntos. Entiendo que la Argentina casi me animaría a decir que uno de los ámbitos en los cuales hoy todavía no somos tan intolerantes o donde todavía hoy no ha entrado profundamente esa grieta que yo llamo herida es en el ámbito religioso, en el ámbito del diálogo de las religiones, en el ámbito del ecumenismo. Todavía allí nos descubrimos, me parece, hermanos, todavía allí nos respetamos, todavía allí creo que tenemos cierta cordialidad con la diversidad. En otros ámbitos, ya lo sabemos, los argentinos son muy de pelearnos y de generar intolerancia y grieta. Pero el ámbito religioso me parece que todavía hoy somos un paradigma. Me encantaría que, como vos planteas podamos esto, difundirlo hacia afuera. Entiendo que también tiene que ver con cuestiones culturales e históricas, en la mayoría de los países latinoamericanos el respeto entre las religiones es grande, pero tiene que ver también con la historia de nuestro continente, la historia de nuestros pueblos, que evidentemente es muy diversa a otros lugares mundo.

Máspoli: Siguiendo con esto quería preguntarte sobre el actual conflicto del medio oriente que está preguntamos en conflicto religiosos. A veces cuando pensamos los motivos, uno de los motivos más grandes es justamente religioso. ¿Cómo nos puede ayudar entender estas guerras que se pelean en nombre de Dios?

-Mons: Dejo de entenderlo igual que vos y que todos, o sea, a mí me impacta el discurso del Santo Papa Francisco cuando estuvo en Irak, allí el Papa con otros religiosos plantea directamente es un escándalo que en nombre de Dios se maten hermanos. Es algo que no tiene explicación. Excepto que entendamos que Dios es solamente padre de algunos y que entonces lo que supuestamente no son hijos de Dios tampoco merecen la vida. La guerra para mí es un suicidio de la humanidad. El mayor fracaso la violencia. Creo que en sí misma es un fracaso, lo cual tendría decir no le encuentro explicación. No sé. Miren, ustedes están estudiando y estoy seguro de que si llegan a decir ‘no sé’ en un examen, los aplazan. Yo estoy seguro de que en la vida y la experiencia que he tenido en todo este tiempo es muchas veces al revés. Cuando uno en la vida dice ‘no sé’, creo que a veces se merece un 10, porque significa que entonces que tiene la posibilidad de buscar con otros, tiene la posibilidad de reconocer humildemente que no sabemos de todos los temas, que es una característica también del pueblo argentino: de todo hablamos, de todo sabemos, de todo opinamos. Tan solo pensar que no teníamos de una materia bioquímica y decíamos qué vacuna había que darse en la pandemia de COVID: de que el laboratorio; o cuando el año pasado en mundial que le decíamos a Scaloni qué jugador tenía que poner, prácticamente de todo hablamos. Entiendo que no es así en la vida, en la vida vale la pena decir ‘no sé’. Y por eso, y volviendo a tu pregunta, yo no puedo entender, te diría, no sé porque en nombre de Dios se mata gente. Creo que es un escándalo. Así una de esas preguntas como se lleva que, para algún día, tomando un mate con Dios cara a cara al día que me toque partir de esta tierra, le pueda preguntar de otras. ¿Por qué en nombre tuyo se mató a tantos hermanos?

Franco Occhipinti, estudiante de Ciencias Políticas: Antes habló de otros ámbitos donde decía hay grietas y yo lo quería llevar un poco la política. ¿Quería preguntar si, últimamente pudo hablar con los candidatos que pasaron al balotaje o por lo menos sus equipos y qué temas trataron?

Mons: No, con los candidatos que pasaron al balotaje no he hablado. He hablado con otro de los candidatos y candidatas. y tampoco caso los equipos. No he podido conversar con ellos. Sí, entiendo que ahora viene otro momento, otro momento proceso electoral, en el que quizá se pueda dar este dialogo. Pero es real, también, especialmente la política en la que está atravesada por esta enorme grieta. Por supuesto que, desde la Iglesia, no solamente es mi misión, es la misión de todos en la concepción de creer que un país mejor y más justo incluye a todos y por tanto, cuanto mejor le vaya a la Argentina, seguramente estaremos todo viviendo una mejor calidad de vida. Hoy tenemos índices escandalosos de pobreza más del 40%, hoy tenemos un nivel de indigencia de casi el 10%, hoy el rostro nuestros hermanos más sufren también es un clamor al cielo. Por lo tanto, creo que, todo lo que podamos generar en diálogo, en consenso, en políticas públicas, que tenga que ver con sacar a Argentina adelante. Y en ese sentido, esto, si lo hablado con varios candidatos que vinieron a verme, previamente a estas elecciones, el ballotage, y con ellos lo que conversaba básicamente era pongamos de acuerdo, cuatro, cinco temas. Cuatro, cinco temas. Recuerdo en un momento cuando vino Patricia Bullrich que me decía: ¿cuáles son para usted padre los cuatro o cinco temas que hay que poner sobre la mesa? Yo le decía: buenísimo, ponerlos sobre la mesa, pero al mismo tiempo también ponerlos en la agenda pública del futuro gobierno sea quien sea que gobierne. Es necesario consensuar cuatro o cinco temas que entren en la agenda de gobierno. Entonces, en ese sentido, la disposición al diálogo está siempre lo que podamos generar cuatro, cinco temas en lo que me parece que nos tenemos que poner de acuerdo, que tienen que hablar con las libertades individuales, que tienen con una educación de calidad para los más pobres, que tienen que ver con el trabajo como ordenador social de la sociedad. Parece que tenemos que ponernos de acuerdo. Es una cuestión difícil. Creo que, hasta ahora, la experiencia nos ha llevado a que cuando no hay acuerdos, no salimos adelante. Es una cosa impresionante. Yo tengo una reflexión muy chiquita que es en el año 1975 el índice de pobreza era del 4%. Hoy estamos en más de 40% y gobernaron todos. Con lo cual digo si todos somos un poco responsables de haber llevado al país a donde lo llevamos, que hoy nos podamos sentar en una misma mesa todos para sacarlo adelante. Que nadie diga, yo no tengo nada que ver. No tendremos nada que ver por cuestión generacional. Ustedes no habían nacido hace 30 años, pero es real que nuestra dirigencia, en la que, mucho descalificando al otro, lo único que hizo fue generar mayor grieta y el país.

-Occhipinti: ¿Cómo la Iglesia el estado puede mejorar o qué aspecto se puede mejorar la articulación entre la Iglesia, y el estado en los temas sociales en los que las dos entidades tienen un rol muy importante?

-Mons.: Creo que básicamente a veces el diálogo que hay que generar desde la Iglesia y con el Estado no es más que lo que yo hablo de ayudar al estado que tengo una presencia importante en la sociedad, especialmente en los sectores más vulnerables, pero al mismo tiempo, se habla de un estado inteligente porque a veces el estado presente es un estado que tiene elefantiasis. Y digo elefantiasis como que es un estado que aplasta, que no deja crecer a la gente. Un estado que no deja que el otro sea protagonista de su propia vida. Un estado no inteligente es un estado que a veces va con algunas propuestas, pero sin haberle preguntado a la gente lo que realmente necesita. Digo, me parece que, la Iglesia que tiene una presencia capilar, una presencia importante en la mayoría de los sectores más vulnerables, creo que puede ayudar a orientar al estado en qué es lo que realmente la gente necesita. Yo, cuando estaba en el barrio, en el que yo vivía en la villa La Cava. Yo era un interlocutor para el estado por qué. Porque vivía allí, entonces podía ayudar al estado a que no solamente estuviera presente, sino que aparte fuera un estado inteligente. Así que respondiera a la demanda del barrio. Entonces, creo que, en ese sentido, la Iglesia tiene un papel fundamental y al mismo tiempo, hay un principio de la doctrina social de la Iglesia, que es el principio de la subsidiaridad. Esta idea de nosotros poder llevar adelante aquellas acciones que otros no lo hacen. Por supuesto que, si el estado cumpliese mejor su misión, la Iglesia incluso podría llegar a correrse de alguna de las tantas acciones sociales que lleva adelante. A veces, a mí cuando dice bueno, la Iglesia tiene colegios. Si la Iglesia tiene colegios, la Iglesia tiene esta universidad, sí, pero no solamente esto tiene que ver con la libertad de educación. También tiene que ver con que a veces es el mejor modo de llegar a tener una educación de calidad en los barrios más carenciados donde las escuelas parroquiales son una garantía, por lo menos para los pibes de que tiene educación todo el año, no que viven de paro en paro.

Evelyn Pérez, estudiante de Teología y Derecho Canónico: Siguiendo un poco con la línea política, me gustaría preguntarle por, por una frase que en los últimos días se hizo famosa que usted ha dicho y tiene que ver por con esto de que no hay que dejar el Evangelio fuera el cuarto oscuro, en la polémica con Benegas Lynch, mi pregunta es usted cuando dice esto está suponiendo una postura predefinida de la Iglesia que debe asumir un cristiano.

-Mons.: Dos o tres cosas… Primero, yo no entre polémica con este señor, para nada… Yo lo que planteé en ocasión del debate que hubo sobre la figura del Santo Padre y la relación entre el estado argentino y el estado vaticano, planteé esto de que el cristiano no tenemos que dejar el Evangelio en la puerta del cuarto oscuro. Los bautizado, ustedes supongo que estarán bautizados. La palabra bautismo significa sumergirse en griego. Entonces, de alguna manera, cuando nos bautizamos, es como que nos sumergimos en Cristo, con lo cual toda mi vida tiene que estar empapada del Evangelio toda mi vida. Yo tengo que ser buen cristiano en el colectivo, pagando con la sube. Yo tengo ser buen cristiano en la cola del banco tratando de no pasarme delante del que no corresponde. Tengo que ser buen padre de familia siendo responsable en la educación de mis hijos, tengo que ser buen compañero de trabajo. Tengo que ser responsable con mi trabajo y entrar a la hora que corresponde e irme a la hora que corresponde y no hacer trampa. Digo, el buen cristiano se supone que es buen cristiano en todas las áreas de su vida. Monseñor Romero, un santo salvadoreño, decía ser cristiano de lunes a lunes y no solamente lo domingos en misa. De alguna manera ni planteo de no dejar el Evangelio en la puerta del cuarto oscuro significa también ser cristiano a la hora de elegir: pensar en la Argentina, pensar en los valores del cristianismo, pensar en la solidaridad, pensar en la fraternidad, pensar en la opción de la Iglesia por los que más sufren, pensar que cuando voto, no voto con el bolsillo y por mis propios intereses, sino que también voto por lo demás, pensar que la educación es una herramienta que creo que es la única que nos saca del núcleo duro de la pobreza y nos hace protagonistas de nuestra vida, pensar que como sostiene la doctrina social de la Iglesia, que el único ordenador social es el trabajo y el trabajo digno. Entonces, esto de votar con el Evangelio significa comprometerme también como ciudadano. Porque si no, es como que podemos llegar a vivir una esquizofrenia en decir, yo soy cristiano, pero después voto exclusivamente con el bolsillo según mis intereses o yo soy cristiano. Pero después en mi vida cotidiana, no sé, soy corrupto en mi vida cotidiana me la paso mintiendo. Yo soy cristiano, pero después no me a hago cargo de la educación de mis hijos. Digo a eso se refería esto de ser cristiano en todos los ámbitos. Dejarme empapar por el Evangelio. Es recordar un poco de donde como cristianos, de dónde salmos, si es desde el bautismo, miren en la Argentina del porcentaje bautizados es enorme. Si viviésemos de acuerdo con lo que significa el compromiso bautismal, estoy seguro de que tendríamos un país mejor.

-Pérez: En lo personal yo me siento que con las ideas liberales más allá de cualquier candidato que pueda. Y como laica y como casi teóloga canonista, podría decir que veo y vivo que dentro de la Iglesia Argentina hay muy poco lugar para este tipo de pensamientos, especialmente porque muchas veces la Iglesia se muestra poco pluralista a la hora de pensamientos políticos de cada… y mi pregunta es bueno, como tenemos que pararnos los cristianos que quizás tenemos un pensamiento de tendencia liberal ante estas cuestiones o ante estos lugares en donde no tenemos lugar para vivir nuestra fe y nuestros pensamientos justamente con libertad.

Mons.: Yo también tengo principios que tienen que ver, y creo que todos. A ver cuando hablamos de ideas liberales y las ideas liberales es el respetar las individualidades y la libertad del otro y los derechos individuales: Yo también lo estoy. Ahora, si liberal pasa por violentar o no tener en cuenta los derechos de los más vulnerables donde creo que la presencia y justamente la existencia del estado tiene que ver con equiparar un poco. Porque yo creo que tampoco vinimos en la ley de la selva en la que solamente desde la competencia puedo yo salir adelante porque sé que… imagínense la carrera, no salimos todos de la misma línea de largada. Aquellos que no pudieron tener educación porque nacieron en una determinada realidad social. Aquellos que están atravesados por venir de una familia absolutamente disfuncional, aquellos que no pudieron recibir lo que se llama el estímulo fundamental en la primera infancia de los dos a los cinco años, lo que no recibimos de los dos a los cinco años dicen, los que saben de estos temas no se recibe más en la vida. Yo conozco un montón de chiquitos que en la realidad social en la que vivieron, no recibieron ese estímulo. Entonces, a la hora de pensar. Si la vida fuese una carrera, no todos salimos de la misma línea de largada. Algunos salen de mucho más atrás, por lo cual creo en la libertad: por supuesto. Creo en el esfuerzo personal, por supuesto. Pero tenemos que tener en cuenta que tenemos que también garantizar que algunos salen mucho más atrás. Y en ese sentido, creo que la existencia del estado es importante. Esto primero, como diciendo no es mala palabra hablar de la libertad. No es mala palabra al contrario, y no es una palabra que esté en contradicción con la doctrina social de la Iglesia. El tema cuando exacerbamos esa libertad a un individualismo tan absoluto y tan competitivo en el cual no garantizamos los derechos de los más vulnerables. Ahora también creo, y acá tomo palabras del Papa Francisco, cuando él dice en la Iglesia tiene que haber lugar para todos. Y repitió la jornada mundial para todos, para todos, para todos. Se lo hizo repetir al millón de jóvenes que estaban allí en Lisboa, con lo cual, aunque alguien no coincida con las ideas que puede estar proponiendo un obispo que no coincida con las ideas que puede estar proponiendo en determinado momento la Iglesia, creo que no tenés que dejar de sentirte parte de la Iglesia y pelear por tu voz y decir lo que crees. Me parece que es importantísimo. Sentite verdaderamente protagonista de tus ideas si alguno las comparten o no veremos, pero lo bueno que haya lugar para todos y que desde la diferencia se pueda dialogar. Eso está buenísimo y buscar puntos de coincidencia porque fijate como yo a la hora de responderte pienso esto: en los derechos individuales creo firmemente. Yo le agradezco a Dios que a mí me dio la posibilidad de estudiar porque tuve una familia, porque pude garantizar desde el esfuerzo estudiar, pero sé que otros no pudieron hacerlo. Entonces digo, necesito de la libertad, por supuesto, pero necesito de un estado que me ordene un poco todo. Porque si sé que hay algunos que salen de atrás. Por ahí, pero digo, me parece genial que cada uno piense y tenga sus propias ideas. Yo tenía una profesora que bueno, un poco mala, era no. Pero ella siempre nos decía: No importa lo que piensen, lo importante es que piensen. Dios nos regaló una cabeza, está bueno para usar. Está bueno tener ideas y bienvenidas las diferencias que nos dan la posibilidad del encuentro.

-Santiago Argañin, estudiante de Relaciones Internacionales: Jorge, te quería preguntar sobre algo que dijiste al principio casi de nuestra conversación y era que a vos no te gustaba o no preferías llamar a la grieta, grieta, y si no herida, ¿por qué?

-Mons.: La casa en la que yo vivía en el barrio, teníamos en el piso en el patio, una grieta. En la villa la Cava, las napas están muy arriba, con lo cual, hay cierto movimiento de piso. Entonces se había generado una grieta que por momentos se abría más por momentos era increíble parecía que se iba cerrando un poco, pero siempre estaba allí. De hecho, hubo arreglos que algunos albañiles nos dieron una mano en eso. Pero se volvía a abrir y no se terminaba de cerrar y siempre estaba, entonces yo dije, esa es la grieta. Y la grieta de última no me duele, está en el piso, está en la pared. Yo creo que la herida nos duele. Porque nos duele no poder tratarnos con hermano. Nos duele que de repente en un ámbito de familia o de amigos, digamos, acá no se habla de política, acá no se habla de religión, acá no se habla de fútbol y de qué hablamos. Si todo es motivo de pelea, todo es motivo de discusión, entonces yo digo que la herida duele y sangra en las entrañas de nuestro pueblo, de nuestra gente. Sangra, nos duele. Ahora al mismo tiempo. Y esta es la diferencia con la grieta. Las heridas pueden cicatrizar, con lo cual, hablar de herida a mí me da esperanza de que podamos reencontrarnos y que podamos definitivamente decir en algún momento hubo un tiempo en que los argentinos tenían muchas heridas, pero ya cicatrizaron, ya dejaron de doler. Por eso es por lo que yo prefiero tomar esa otra imagen. Ahora tampoco cierra las grietas o heridas por decreto o porque lo diga un político. No se terminó la grieta. Se termina la herida. Es un proceso personal y me parece que tiene que ver con algo que tiene que pasar por el corazón. Sí, ojalá fuese tan fácil, pero no es por decreto. Tiene que pasar por el propio corazón y por una conversión personal. La que todo tenemos que asumir es que cada uno puso su granito de arena para hacer una sociedad tan intolerante como somos.

Argañin: Hace muy poquito tiempo vos fuiste elegido arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, quiero que nos cuentes como fue como recibiste la noticia, y además también por qué crees que te eligieron.

-Mons.: A ver por qué me eligieron. No sé. Hay que preguntarle al Papa y en realidad la elección de los obispos, tiene todo un tiempo previo de consultas, consultas que son secretas, que se hacen a laicos, a sacerdotes, a religiosas que se supone que conocen al candidato. Del mismo modo que, habrán consultado sobre mí, sé que consultaron sobre otro. Y entonces, una vez que se terminan esas consultas, se hace lo que se llama ternas, donde vos parte son parte o so uno de uno de los integrantes de la terna. Yo sé que era integrante de alguna de las ternas y después la última palabra la tiene el Santo Padre. No voy a negar que seguramente tenga que ver esto con buscar un candidato más joven a lo que era en otra época. Creo que pude tener que ver con la experiencia pastoral que yo tenía un trabajo en barrios populares. El trabajo en la cárcel, yo soy vicepresidente de la comisión internacional de pastoral carcelaria y capellán en cárcel en la provincia de Buenos Aires. La formación intelectual puede ser: soy abogado, licenciado en historia, y en derecho canónico. Puede ser. Muy compenetrado con el magisterio del Papa Francisco. Sinceramente y hoy que cumplo les decía 26 años de cura. Cuando me ordené cura, yo quería ser cura en un barrio para siempre. Y mi experiencia más linda fue ser párroco, con lo cual el día que me nombraron obispo en el 2017, para mí fue un cimbronazo, un sacudón fuerte. Por qué dije que sí, porque a las propuestas que me hizo la Iglesia siempre dije que sí. Pero te digo que fue de las que más me costó. Me lloré la vida porque estaba renunciando a algo que amaba que era ser párroco. Cuando me nombraron ahora arzobispo de Buenos Aires. Lo mismo me lloré la vida. Por la responsabilidad de lo que significaba, por la sorpresa que me había generado, y también una gran acción de gracias a Dios porque hoy recordábamos una frase de San Pablo que más o menos dice así, que: ‘Dios elige lo peor del mundo para confundir al mundo’. Bueno, seguramente no sea de los mejores. Y por eso Dios me eligió, porque cuando uno reconoce la propia fragilidad, le da lugar a Dios. Y ojalá, entonces, de desde mi fragilidad, Dios pueda actuar y lo sabes hacer mucho mejor que yo en PARA el bien y la vida de la gente. ¿Cómo me siento? Muy contento. Lleno de problemas y con unos frentes increíbles. Tenemos para hacer cuatro o cinco programas más si quieren hablando de los desafíos que se me presentan. Pero tengo una alegría de fondo que no me la quita nadie. Yo estoy feliz. Y acá en buenos Buenos Aires durante este tiempo, se había hecho un sínodo, un sínodo es como un gran trabajo de consulta, de trabajo, de producción pastoral, de buscar líneas de acción hacia adelante. Y con esto del sínodo que en Buenos Aires había una afirmación que decía: ‘Dios vive en la ciudad’. Pero yo estoy convencido que Dios vive en la realidad de todos los días. Dios vive en esta ciudad de Buenos Aires. Y cada día que salgo a la calle con el subte, con el colectivo, caminando, mi enorme desafío, es encontrarme con ese Dios que vive en la ciudad. Así que lo vivo con mucha alegría.

Francesca Mancuso, estudiante de Letras: Estuvimos hablando de las problemáticas en el país y en el mundo, y ante eso ¿cómo cree que los jóvenes podemos conservar la esperanza ante estos desafíos tanto positivos como negativos?

-Mons.: Yo no sé si a ustedes les pasará, pero sería hermoso que si les pase: que cada dificultad sea para ustedes la oportunidad de sacar lo mejor de ustedes para cambiarla. Cada problema sea para ustedes, un enorme desafío. O sea, la barrera que te ponen adelante. Creo que es propio de los jóvenes decir a ver como la saltamos. Quizá la gente grande cuando le ponen la barrera, dice bueno, ahora nos quedamos acá o bueno, no, que la saque otro. Yo no puedo. Hasta acá llegué. Y creo que lo propio de los jóvenes es hay que saltar. A ver lo peor que le puede pasar a ustedes es transformarse en jubilados prematuros. En jubilarse antes de tiempo. Hay una frase que a mí no me gustó nunca, que dice: ‘el que a los 20 años es incendiario a los 60 es bombero’. Diciendo el que quiere cambiar el mundo a los 20 a los 60 dice: No, esto no va a cambiar más y ya apaga todos los fuegos. Yo los animaría a ser jóvenes toda la vida y vuelvo a insistir, creo que lo propio de los pibes es que cualquier dificultad tiene que ser oportunidad para cambiar, para cambiarla desde la política, para cambiarla desde el compromiso social, para cambiarla desde el compromiso con la Iglesia. Pero me parece que pasa por ahí. No perder ese espíritu joven. Por eso, el Papa Francisco siempre le dice a los jóvenes en cualquier lugar del mundo: ‘sueñan, sueñen en grande, no se queden en chiquitajes y no tengan vuelos rastreros’. Entonces yo los animaría de eso. Miren, primero hay que pedirles, perdón. Les estamos dejando un mundo terriblemente complicado en el que quizá no hicimos todo lo que teníamos que hacer, pero creo que es fundamental que no se resignen. Que sigan soñando. Hay una frase que a mí me gusta mucho que es de un teólogo que dice: ‘somos caballeros derrotados en una causa invencible’. Yo estoy convencido que la causa del Evangelio, que la fraternidad, que la justicia, que un mundo mejor, que la civilización del amor es una causa invencible. Ahora, porque somos caballeros derrotados y porque la vida te golpea duro, lo importante es no bajar los brazos. Por eso digo, hay una poesía de Mario Benedetti que se llama ¿qué les queda por probar a los jóvenes? Se las recomiendo. Léanla. Benedetti es un poeta uruguayo. ¿Qué le queda por probar a los jóvenes? En este mundo de ruina y asco… y hacia el final nos dice también les queda construir futuro a pesar de los sabios granujas del presente. Entonces creo que les queda por construir futuro a pesar de que nosotros, la generación más grande…

Chiaravalloti: Quería aprovechar el cierre para agradecerle por venir hasta acá con nosotros. Estar tan abierto a responder a preguntas. Y además, particularmente por los últimos consejos que nos dio porque desde nuestro lugar, ya sea en mi caso, de periodismo, ciencias políticas, relaciones internacionales, teología, o letras, somos todos futuros comunicadores sociales de todos los concejos y de poder saber su experiencias desde su lugar, nos sirve un montón, ya sea para nuestra formación, tanto en esta facultad como profesionales y también en un lado humanístico que es lo que lo nos tiene a todos acá. Así que muchísimas gracias.

-Mons.: Yo quiero primero agradecerle a ustedes. Me encantó y no sé si se podrá hacer otra vez, pero me encantaría por aparte cada uno de los temas que ustedes fueron hablando habría puertas y a mí lo que más me gusta es eso: abrir puertas y quizá en algún momento, como te decía hoy tenga que decir ‘no sé’. Hasta acá llego. Bueno, busquemos juntos por donde así que agradecerle a ustedes me ayuda a pensar y a recrear y en segundo lugar, como consejo, aparte de la poesía esa de Mario Benedetti, yo tiene una profesora de filosofía en el secundario que siempre nos decía nos señalaba ustedes son la clase dirigente de mañana. ¿De qué está hablando esta mujer? Teníamos dieciséis años. ¿Qué clase dirigente? Si yo no iba a ser presidente. ¿De qué me está hablando? Creo que lo que nos decía esta señora era: ustedes van a ser los protagonistas de la vida de la Argentina de los próximos 20 o 30 años y efectivamente, cada uno de mis compañeros con algunos somos amigos de toda la vida del secundario, cada uno en lo suyo. Alguno en comercio exterior. Otros abogados, escribanos, yo arzobispo de Buenos Aires. Cada uno es parte de esa clase dirigente empresarial, política, económica, padres de familia, entonces sepan eso ustedes son la clase dirigente de mañana. Así que póngale todas las pilas y que ojalá, cuando pasemos por esta vida, hallamos dejado las cosas un poquito mejor. Creo que ahí ya estamos cumpliendo la gran misión de los bautizados en el mundo. Gracias.

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