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Jóvenes que no estudian ni trabajan: ¿se puede evitar el fenómeno Ni-Ni?

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El Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló que 1 de cada 4 jóvenes de entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja en el país. Esta cifra se agrava aún más entre las mujeres y los jóvenes pertenecientes a los “estratos de obreros integrados”. Para los especialistas, esta exclusión educativa acompañada por la desocupación es un fenómeno estructural que tiene distintas aristas por resolver.

Para Daniel Fernando Arroyo, diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y ex ministro de Desarrollo Social, la aparición de los jóvenes Ni-Ni (que no estudian ni trabajan) tiene que ver con la escasa oferta de trabajo y la deserción en la escuela secundaria. “Es un fenómeno totalmente estructural, no coyuntural”, precisó en diálogo con Punto Convergente. 

Ellos tienen entre 18 y 24 años. No trabajan ni estudian: muchas veces por falta de oportunidades, otras por deseo personal o por limitaciones económicas y sociales. Es la llamada generación Ni-Ni. Según un informe realizado por el Grupo Banco Mundial, ya son más de 20 millones los ni-nis contabilizados en América Latina.

Si bien durante la pandemia tuvo lugar una mejora en la situación educativa de los jóvenes de entre 18 y 24 años, pasada la crisis sólo el 48,3% de ellos estudiaba o ya había terminado estudios terciarios o universitarios. Es decir, los excluidos del sistema educativo representan más de 5 de cada 10 jóvenes a nivel nacional, reveló el informe publicado por el ODSA en mayo pasado.

En este contexto, Arroyo argumentó que esta problemática requiere de dos soluciones específicas. Por una parte, una “reforma profunda en las escuelas secundarias: hacerlas más modernas, flexibles y tecnológicas; y, por otra parte, incorporar políticas que tengan que ver con el primer empleo”.

Con respecto a esto último, el politólogo explicó que actualmente “hay un 22% de desocupación de edad joven en Argentina”, lo que representa uno de los principales detonantes de la generación Ni-Ni.

Cuáles son los factores que influyen en la formación de los Ni-Ni

La generación Ni-Ni no nació de un día para el otro. Se trata, pues, de un fenómeno estructural que se fue gestando a lo largo de los años. La falta de oportunidad laboral, en tanto, fue uno de los principales factores que incidieron en la formación de los jóvenes que no estudian ni trabajan.

Para Ana Rameri, coordinadora e integrante del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), hay que tener en cuenta que la juventud es el “segmento de la fuerza de trabajo más precarizada, ya que mientras la proporción de empleo precario e informal afecta al 50% de la población activa, asciende a más del 70% en el caso de los jóvenes”.

Esto sucede, en palabras de Rameri a Punto Convergente, “porque el mercado laboral castiga especialmente a esta franja de la población aprovechando su condición de corta experiencia laboral”. En estas condiciones, la formación y el estudio “resultan un anhelo bastante lejano”. 

Además, criticó las condiciones laborales que el mercado laboral tiene reservadas para la población joven: “En definitiva, cuando las escasas oportunidades de trabajo se concentran en inserciones con extensas jornadas laborales que atentan contra la posibilidad de incorporarse en instancias educativas, sumado a la vigencia de salarios extraordinariamente bajos, encontramos las verdaderas causas del fenómeno”.

Inflación, malnutrición y desigualdad de género: tres cuestiones que se deben atender

Arroyo se sumó a la respuesta de Rameri y también señaló que el problema estructural tiene que ver con “la falta de oferta de trabajo para los jóvenes”. Sin embargo, el diputado por la PBA responsabilizó a la inflación: “Ha desacomodado la vida de las familias en general, golpeando sobre todo en los bolsillos de los que tienen menos ingresos, en este caso, los ni-nis”. 

En este sentido, cabe señalar que el nivel general del Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó 6,3% mensual en octubre de 2022, y acumuló un alza de 76,6% en lo que va del año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)

La inflación no deja de ser un problema para la Argentina. Muchos especialistas proyectan que para fin de año se espera que el IPC cierre en 95% o, incluso, llegue a tocar los tres dígitos.

La incertidumbre es plena y, para el ex ministro de Desarrollo Social, estamos ante uno de los “principales factores que influyen en la formación de los Ni-Ni”.

A raíz de la crisis inflacionaria, el politólogo trajo a la mesa otras dos problemáticas que surgen de ella y fomentan la configuración de los que son doblemente excluidos -de la educación y del mercado laboral-: la malnutrición y la situación desigual de género

Con respecto a la mala alimentación, Arroyo planteó: “Los jóvenes nini toman poca leche, comen poca carne, frutas y verduras”. “Esto es un problemón porque entra en juego su aprendizaje y desarrollo cognitivo, lo cual está estrechamente vinculado con la inflación por el costo de los alimentos”, explicó.

En cuanto a la desigualdad de género en el ámbito laboral, el informe de la UCA reveló que el porcentaje de mujeres que se encuentran doblemente excluidas, es decir que no estudian ni trabajan, “es 10 puntos porcentuales mayor que sus pares varones”. 

En referencia al dato informado, Arroyo explicó que las mujeres tienen mayores complicaciones para conseguir trabajo debido a que “no tienen a quien les cuide al hijo tras la falta de guarderías, sistemas de apoyo o simplemente porque no pueden pagarle a una niñera”.

¿Se puede hacer algo para evitar el fenómeno Ni-Ni?

Desde el IPYPP resaltan la importancia de políticas activas que garanticen una infraestructura digital y educativa, que debe a su vez, “considerar el acceso a internet y computadoras”. Asimismo, destacaron que las soluciones a este fenómeno estructural serán las que puedan intervenir en dos sentidos:

  • Mejorar las condiciones de empleo y garantizar ingresos por fuera del mercado laboral, como puede ser, “la conformación de un programa de empleo y formación denominado Salario Social de Empleo y Formación (SSEyF) que promueva la inversión en áreas estratégicas destinadas a reconstruir garantías sociales de salud, educación, vivienda, entre otros aspectos”.
  • La implementación de un Ingreso Básico Universal (IBU) para toda la población de entre 18 y 65 años, de carácter incondicional en línea con el valor de una canasta de alimentos para finalmente reconocer el conjunto de actividades y trabajadores no remunerados que son de enorme utilidad social, como por ejemplo: las tareas de cuidado y labores reproductivas.

Según el centro de estudios, las propuestas del IBU y del SSEyF resultan provechosas ya que “plantean la reasignación de recursos que actualmente se están usando de manera dispersa, en fines similares”.

Y agregaron que se podrían ejecutar con tan solo invertir entre el 1% y el 1,5% del PBI, lo que haría posible un piso salarial efectivo que garantice ingresos para la formación.

En paralelo, el ex ministro de Desarrollo Social ya había mencionado que se requieren dos soluciones específicas: una reforma en las escuelas y la incorporación de políticas que promuevan la inserción laboral. 

El diputado nacional señaló que en la actualidad existen programas que, si bien no se piensan para jóvenes, terminan siendo para ellos. “El programa Potenciar Trabajo tiene más del 40% que son menores de 29 años. Lo mismo sucede con las Becas Progresar y otros planes que tienen que ver con la capacitación laboral”, finalizó.

El hecho de que “1 de cada 4 jóvenes no estudien ni trabajen en la Argentina” no solo es producto de una situación de coyuntura, sino que además pone en evidencia la fragilidad de un sistema que no es capaz de contener la formación de sus jóvenes, lo cual pone en riesgo al grueso de profesionales que deberán sacar el país adelante, el día de mañana. 

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