Mundialmente conocido, el doctor Félix Cantarovich defendió a lo largo de su carrera la donación de órganos como fuente de vida y resalta la importancia de la educación para resolver el problema de la falta de órganos. Fue el primer presidente del CUCAI (ahora INCUCAI) en 1978, realizó más de 200 trabajos científicos y es consultor del Servicio de Reanimación y Trasplantes del Hospital Necker, de París. “La muerte de alguien esperando un órgano es injusta porque depende de nosotros.”
¿Por qué su dedicación a los trasplantes?
– Nunca me gustó, desde estudiante, estar frente a alguien que dice que le duele la cabeza y yo recetarle que tome una aspirina. Cosa que prácticamente nunca hice. A mí me gustó luchar contra la muerte siempre, desde que era practicante menor a mayor. Me dedique siempre a los moribundos, sobre todo a los grandes quemados. Las enfermeras de La Plata me decían “levanta muertos” y nunca cambie.
“Mueren 25 personas diarias en el mundo esperando que llegue un órgano”, lamenta Cantarovich y agrega: “La Universidad Católica de Valencia muestra en un estudio la cantidad de gente que necesita por año en el mundo un trasplante, son 2.600.000 personas y se hacen 173 mil trasplantes por año”.
Aproximadamente son donantes entre un 48% y 50% de personas a nivel mundial, el 50% restante no y según el profesional no lo van a ser nunca. El especialista alude la problemática a los prejuicios ancestrales que abundan: el miedo a la muerte, el miedo a la mutilación y el miedo a la conducta médica en el momento de la donación.
¿Cómo se pueden superar los prejuicios?
– Yo enseño cómo hacer para borrarlos. Siempre tengo que luchar porque todos tienen dentro los complejos que se llaman non cognitivos, a nadie le gusta hablar de la muerte. He tenido una repercusión mundial más amplia cuando deje a los trasplantólogos porque estoy luchando contra algo que ellos crearon. En el 60 los EEUU saca una ley nacional sobre trasplante donde la llama la ley del regalo de vida y a partir de ahí el slogan que domina al mundo, y que me dominó a mí hasta el año 2000, fue donar es un regalo de vida. Ese fue un grave error porque ese 50% nunca va a querer regalar el complejo mutilado del muerto a nadie. Entonces yo saque otro tipo de slogan que es donar no es regalar, donar es compartir. Cuando donamos estamos compartiendo algo para mí, para mi familia, para todos. Si se crea en la sociedad el concepto que todos tenemos derecho a recibir un órgano cuando lo necesitamos, que la obligación de donar los órganos en el momento en que la vida se va entonces la cosa va a cambiar y no nos vamos a morir injustamente esperando un órgano.
¿A qué se refiere cuando dice muerte injusta?
– En el mundo por año se mueren millones de personas que no tienen agua, que no tienen comida, que no tienen cloacas, que no se combate las enfermedades crónicas, las enfermedades endémicas; pero esas son injusticias sociales no es una muerte injusta. Son injusticias sociales porque dependen de la política y la corrupción. La muerte de alguien esperando un órgano es injusta porque depende de nosotros. Porque los órganos no se fabrican ni se venden.
¿Se puede influir en la sociedad?
– Mi primera publicación en 1979 en la Argentina con respecto a lo que yo había creado en ese momento, el INCUCAI, fue una publicación que se llamaba “Los trasplantes y los bancos de órganos” que publiqué en la revista Billiken. Osea que ni en Júpiter a nadie se le había ocurrido publicar ese tema para los niños. Yo me puse en contra de “donar es regalar”. Por eso cree una serie de eslogans que están publicados en todo el mundo. Nosotros mientras vivimos no somos donantes de órganos, somos receptores. Nos convertimos en donantes cuando estamos muertos. Salvo que lo hagamos mientras estemos vivos pero no es lo ideal, porque el primer concepto de la medicina es no hacer daño. Sacarle un órgano a alguien es una agresión. Otro eslogan aparte de “donar es compartir”, “somos todos receptores, no donantes”; hay uno que es fundamental que hay que enseñarlo pedagógicamente desde los niños: “Hoy nuestro cuerpo después de la vida es una fuente única e insustituible de salud”. Con esa fuente que puede salvar a las personas que se mueren, ¿qué se hace con ese cuerpo? Se crema y el que no se crema se lo comen los gusanos. Eso tiene que cambiar.
¿Qué opina sobre la Ley Justina?
– Se llama ley del consentimiento presunto. La ley del consentimiento presunto fue instituida en Francia en el año 1976 y nunca se usó por un problema que hubo de entrada. En España, que es lugar que tiene más donantes, hizo la ley del consentimiento presunto y no la utiliza. Chile hizo la ley del consentimiento presunto y la tuvo que suspender, lo mismo con Brasil. Ninguna ley puede cambiar los sentimientos de las personas, solamente los sentimientos de una persona los puede cambiar una educación racional.