Poco se aprecia de lo que era la Confitería del Molino 18 años atrás. Los transeúntes que pasan por las avenidas Rivadavia y Callao y levantan la cabeza para observar el imponente edificio se topan con rejas, andamios, carteles celestes que dicen “Ministerio de Planificación Presidencia de la Nación” y una media sombra que se extiende alrededor del inmueble. Los argentinos lloran sobre las cenizas de la destrucción de su propia cultura, aunque todavía no pierden las esperanzas de que el Molino vuelva a ser lo que era.
El arquitecto Guillermo García que estará a cargo de la puesta en valor de la Confitería del Molino a través del Plan Rector de Intervenciones Edilicias (PRIE), afirmó que la tardanza en la restauración del inmueble se adjudica principalmente a las trabas puestas por la familia Roccatagliata que no permite ingresar para su tasación. Sin embargo existen precisiones de la ley de expropiación del edificio (ley 27.009) que aún no se sabe cómo se llevarán a cabo.
El decreto publicado en el Boletín Oficial el 29 de septiembre de 2015 designa al Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios como sujeto expropiante del inmueble. Debido a dicha función, el Ministerio se ocupó de la protección de la fachada del edificio y envió la orden al Tribunal de Tasación de valuar el objeto expropiado el 20 de octubre.
De todas maneras, el Presidente de la Sala “A” del Tribunal de Tasación, Carlos Martín expresó: “El proceso de expropiación está parado ya que no hay autorización para ingresar al inmueble, está en stand by.”
Se creía que problemas en la sucesión del edificio ubicado en Rivadavia y Callao podrían ser la causa de la tardanza, pero una fuente cercana a la única dueña (Paola Roccatagliata), explicó que ella siente mucho miedo y presión, y es por esto que está negada a la efectivización de la expropiación, “se siente contra la pared, como que todos son enemigos”. La fuente, que prefirió conservar su anonimato, confirmó que ella tiene que venderlo pero el valor que cree justo excede lo que cualquier oferente puede darle.
El decreto que efectivizó la ley aprobada con votos únicamente positivos, establece además que se otorga el uso del inmueble a la Comisión Administradora del “Edificio del Molino” que fue constituida, según postula, el 7 de mayo de 2015. Sin embargo, el 1 de octubre, la comisión bicameral no estaba ni integrada, ni había empezado a funcionar.
El artículo 5° de la ley 27.009 sostiene que el subsuelo y la planta baja del inmueble serán concesionados para su utilización como confitería, restaurante, local de elaboración de productos de panadería, pastelería o cualquier otro uso afín a dichas actividades. La diputada y Vicepresidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Cornelia Schmidt-Liermann, se preocupó por el tema aunque no le hubiesen permitido ser parte de la comisión especial a pesar de que el artículo 4° de la ley indica que debe estar conformada por los Presidentes de ambas cámaras y los Presidentes y Vicepresidentes de las Comisiones de Educación y Cultura de ambas cámaras.
Se preguntó: “¿A quién le van a dar la concesión de la confitería?, a mí me encantaría que se haga un llamado a un concurso para dar la licitación con antecedentes y que veamos también qué servicio se presta”. No obstante, ningún miembro de la comisión durante los Gobiernos anterior y actual quiso responder.
Además la ley estipula que el resto del edificio deberá consagrarse a un museo dedicado a la Historia de la “Confitería del Molino” y el rol que esta tuvo en el crecimiento y consolidación de la democracia argentina. Y un centro cultural a denominarse “De las Aspas”, dedicado a difundir y exhibir la obra de artistas jóvenes argentinos. Empero, la comisión que se ocupa de la administración y futuras funciones del inmueble no respondió ante las preguntas de qué actividades se llevarán a cabo en el centro cultural o cómo se nombrará al presidente de aquel centro que ya tiene un nombre.
Samuel Cabanchik, ex senador y autor del proyecto de ley de la expropiación de la Confitería del Molino afirmó que la expropiación es la mejor forma de salvar lo que representa el Molino. Y apuntó contra el Gobierno de la Ciudad al decir que este podría haber intervenido en el cuidado de la fachada y en la prevención en las veredas de cualquier desprendimiento que pudiera dañar a un transeúnte.
Luego de que los vecinos se quejaran del peligro que representaban las piedras que caían del inmueble, la Guardia de Auxilio de la Ciudad fue hasta la ubicación del edificio para hacer un cateo de la fachada. Pero la grúa no anduvo ese día y no pudieron hacer nada.
“A mi gusto lo que debió haber hecho la Ciudad es armar una protección en toda la vereda que ante la caída de cualquier elemento, quedara depositado en esa estructura de protección y no cayera sobre las personas. Y debería haberlo hecho sobre todo con un edificio que tiene declaratoria, no solamente a nivel Nacional, sino a nivel Municipal”, coincidió Jorge Caramés arquitecto y miembro de la Comisión Nacional de Monumentos, Bienes y Lugares Históricos.
Guillermo García sostuvo: “Tenemos ya el plan de intervención y está aprobado y convalidado por la supervisión de la Comisión de Monumentos de la Nación. Es cuestión de que se acuerde el precio o que se discuta judicialmente (si no hay acuerdo entre los dueños y el Tribunal de Tasación).” Y añadió: “Se hará un relevamiento con sistema informático de nueva generación como es un drone para poder tener capturas en HD, de cercanía de todo el edificio. Se transformará eso en un mapeo de desajustes y problemas que pueda tener el edificio y se harán estudios de que están cada uno de los componentes históricos y para generar una propuesta de intervención que va a implicar un llamado a concurso público de ofertas de especialistas para intervenir la fachada y la estructura a partir de un pliego técnico que establecemos”.
El Taller de Restauración del Congreso de la Nación se encargará de los interiores. Sin embargo todavía no pueden saber con exactitud qué es lo que hay que hacer, cuánto tardarán y cuánto tendrán que invertir porque no han podido ingresar al inmueble.
Pero el trabajo que hay por delante es inmenso. El arquitecto Horacio Barcellandi que tuvo la posibilidad de ingresar al edificio ya que es amigo de la dueña señaló: “El estado edilicio es crítico. La mampostería está despegada de las columnas de hierro; puede que se deba a la humedad y el calor que generaban los hornos enormes que hay en el subsuelo. Requiere una inversión altísima. La cifra de la que se hablaba era de 13 o 15 millones de dólares para su compra, pero habría que meterle mucho más para poder reformularla”.
La renombrada confitería en la que se creó el postre Leguisamo fue declarada Monumento Histórico en 1997, el mismo año que cerró por vacaciones pero jamás volvió a abrir. Desde entonces ha habido varios intentos de expropiar el inmueble para su restauración y reapertura, aunque ninguno vio la luz hasta el 2014, año en que el proyecto del ex senador Samuel Cabanchik fue aprobado por ambas cámaras. La ley 27.009 resuelve “declarar de utilidad pública, y sujeto a expropiación, por su valor histórico y cultural” al edificio. Así, se reabrirá como confitería, dedicará los pisos superiores a actividades culturales y pasará a formar parte del denominado “Proyecto de la manzana legislativa”.
Aunque se hablaba de una reapertura en julio del 2016, justo para el Bicentenario de la independencia argentina, este no será el caso por la falta de colaboración por parte de la dueña y por la falta de precisión en el accionar de la Comisión Administradora del “Edificio del Molino”. Además el trabajo de restauración requerirá tiempo.
“Hay incertidumbre en relación a los plazos y las formas de la efectivización de la ley, pero no incertidumbre en cuanto a la ley misma, a la causa que es política, social y cultural porque sería hoy un escándalo público que nadie estaría en condiciones de soportar si esto se echa atrás. Y además hay una voluntad política que ya está demostrada de llevarlo adelante”, concluyó Cabanchik.