El pasado miércoles 5 de agosto se dieron cita en el auditorio Monseñor Derisi de la UCA dos representantes de los sectores enfrentados durante los años setenta en el país. La senadora Norma Morandini, hermana de dos desaparecidos, y Arturo Larrabure, hijo de un coronel que murió en manos del ERP en 1975, hablaron acerca de la importancia de la reconciliación y del perdón. Juntos hicieron un llamado a los políticos, y a la sociedad civil en general, para poner de lado las diferencias y continuar actuando por la democracia.
El encuentro se llamó “Una reflexión sobre los años setenta: De la lógica del enfrentamiento a la cultura del diálogo”, y contó con la intervención del obispo emérito de San Isidro Monseñor Jorge Casaretto. Ante un auditorio lleno, los tres participantes hablaron de sus historias de vida y reflexionaron acerca del punto de vista desde el que vieron la realidad durante los años de la dictadura.
Marco Gallo, director de la Cátedra Pontificia y moderador del evento, recalcó al inicio que la Argentina tiene una “geografía de dolor” producto de la unión de los sobrevivientes del Holocausto, de la bomba de Hiroshima y del genocidio armenio. Por esta razón, afirmó que hay un no-sentido del enfrentamiento enraizado en la sociedad. Además, recordó las palabras del papa Francisco que en su reciente visita a Paraguay habló sobre la cultura del encuentro y la importancia del diálogo.
Para Morandini, la Argentina tiene una tragedia colectiva que ocurre cuando los hermanos van a la guerra entre sí. La senadora habló sobre su lucha personal por los derechos humanos y contó que con el tiempo aprendió a hablar en público sobre estos temas sin llorar. Afirmó que escribir un libro le ayudo a “lavar su alma”.
“Tengo un cementerio generacional. Y una madre de pañuelo blanco que pidió verdad y justicia, y que no saltó de la plaza al palacio”, dijo al comenzar a hablar. Agregó que vive la muerte de sus hermanos y de los otros como una inmolación: “se sacrificaron para que entendiéramos el valor de la democracia”.
Larrabure, por su parte, leyó algunos fragmentos de las cartas que escribió su padre durante el tiempo de su cautiverio. Planteó la pregunta de si es necesario el arrepentimiento del agresor para perdonar y luego agregó: “El perdón es un acto personal (…) las amnistías son de carácter político”. En el caso de su padre, aclaró que a través de sus ocho cartas dejó claro que él había perdonado a sus asesinos.
“El perdón es íntimo” coincidió Morandini, e inmediatamente reclamó la falta de interés de los políticos hacia este tipo de conversaciones. “A la política no le interesan estos temas y tampoco le interesan las noticias de derechos humanos”, sostuvo la senadora cordobesa.
En este sentido, aclaró que es la sociedad la que debe aprovechar el marco de legalidad que da el Estado para ir construyendo el reencuentro y al reconciliación con el otro. Puntualizó que “si reconciliar es reconstruir lo sagrado estamos a hora de recuperarlo sin tenerle miedo a los fantasmas del pasado”.
Monseñor Casaretto, por su parte, también trazó una historia personal alrededor del perdón. El referente de la Pastoral Social expresó que viene de un episcopado que ha tenido que pedir perdón dos veces por no haber estado a la altura de la situación. Señaló que los obispos estaban muy divididos durante los setenta. “Deberíamos haber hecho más de lo que hicimos”, afirmó que reflexionaron después.
Sin embargo, destacó que considera que desde entonces la Argentina como país ha sido capaz de realizar tres reconciliaciones. Una reconciliación dentro de la propia Iglesia de ese momento, una interreligiosa entre otras religiones y de carácter más político entre el peronismo y la Iglesia. “Eclesiásticamente, interreligiosamente y políticamente los argentinos se reconciliaron” puntualizó Casaretto luego de afirmar que hoy hay que concentrarse en lo está por venir.
Ante 30 años de democracia
Uno de los principales ejes que se destacó entre las ideas de los participantes del encuentro fue la visión del futuro. En pleno año electoral, todos coincidieron con la idea de que la sociedad civil debía encontrar formas y espacios para manifestarse y aumentar la comunicación con los políticos.
En este sentido, Morandini señaló que la sociedad tiene que apropiarse de los valores y que no hay que desentenderse de lo que hacen los dirigentes. “Hay que indignarse a tiempo para no enfurecerse tardíamente. En el 2001 la sociedad se enfureció. No necesitamos furia, necesitamos indignación”, sostuvo ante un público expectante que aplaudió ante frases como esta.
Casaretto hizo énfasis en que encuentros de este tipo servían como espacios para repensar el pasado y construir nuevos caminos para el futuro. “Nosotros, como sociedad civil, tenemos que hacer algo. Es decir, seguir con este tipo de encuentros y revisar la memoria argentina para tener una memoria completa. Debemos llegar saber toda la verdad y ser creativo para encontrar los caminos”, reflexionó el obispo, y agregó: “treinta años nos van dando una idea de cómo podemos encontrar mejores caminos en la democracia”.
Larrabure imprimió urgencia al llamado: “los argentinos estamos totalmente divididos, algo debemos hacer, pero debemos hacerlo entre todos. La política y la Iglesia deben marcar el rumbo”.
Francisco, la unión
Las palabras del papa Francisco también sirvieron de puente entre los tres invitados. “El odio destruye y divide. El perdón construye y une”, leyó la senadora del Frente Cívico de una carta que le escribió el Papa como respuesta a un libro suyo. “Deseo de corazón que el mensaje de perdón y reconciliación ilumine a más personas”, sintetiza en el mensaje el sumo pontífice.
Monseñor Casaretto escogió una frase de Francisco para hacer énfasis en lo que está por venir: “perdón por el pasado, pasión por el presente y esperanza por el futuro”. En este sentido, afirmó que “los argentinos nos hemos concentrado tanto en el pasado que no hemos pensado en el futuro”.
A su vez, Larrabure sostuvo que es necesario volver a una cultura del diálogo, haciendo referencia también a un tema recurrente en el discurso del Papa: salir al encuentro con el otro.
Un pedido a los jóvenes
“Yo me he preguntado qué hacía cuando me formaban para hacer revolución; cuando yo estudiaba Periodismo”, expresó en un momento de su interlocución la senadora Morandini. “Los jóvenes tienen que honrar la libertad, porque tuvieron la suerte de nacer en libertad”, reflexionó frente un auditorio en que escaseaban los representantes de aquellas generaciones.
“Lo que no podemos hacer es que la historia se perpetúe como resentimiento”, añadió entonces como mensaje a quienes se encargan de formar a los jóvenes. Así, coincidió también con las palabras del moderador al dar inicio al encuentro quien sostuvo que “[los setenta] fueron años de dolor y dramas humanos que se han convertido en una mochila pesada para la sociedad”. Gallo agregó que por esta razón es necesario acudir a fuentes y material de primera mano para “hacer un juicio fiel de los acontecimientos”.
Larrabure también se mostró preocupado por el mensaje que se pasa de una generación a otra y recordó la angustia de su padre por “el país que le queda a los hijos”. A su vez, reflexionó en voz alta y se preguntó “¿cómo se llega a la reconciliación con todos los muertos y los culpables sin pena?”. A lo que procedió a decir en modo de respuesta: “hay que trabajar día a día para tratar de aliviar las condenas injustas. Todo tiempo malo tiene que pasar esperando que llegue la justicia”.
El obispo de Rafaela aclaró que sin embargo él ve con positivismo lo que falta por hacer. “Yo no tengo una visión negativa del futuro. Es un camino difícil. Tengo una visión esperanzada del futuro. Esto no son sólo palabras, es un deseo en el corazón de la sociedad”, concluyó.
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En breve
– ¿Le parece que hay cierta indiferencia de los jóvenes hacia estos temas?
-Morandini: “Yo creo que el que no haya jóvenes advierte sobre el interés que tienen en el tema, pero sobretodo advierte sobre la ideologización del pasado. Muchos jóvenes de buena fe creen que este es un gobierno comprometido con los DDHH por los juicios pero no conocen lo que se ha denunciado acá. Creo que se ha hecho una falsificación del pasado porque a medida que se van incorporando las primeras generaciones (en las primeras décadas de la democracia nadie quería oír sobre el pasado) se ha hablado más. Estas nuevas generaciones no han tenido nada que ver y por eso ha sido fácil la tergiversación y la ideologización de la violencia.
Yo creo que el tema es si la violencia es un instrumento político. Hoy los jóvenes se enorgullecen de ser militantes. La palabra “militar” viene de obedecer. A mí no me gustan los jóvenes que son obedientes, que tienen a alguien a quien obedecer, a mí me gustan los jóvenes libres”.
-¿Por qué afirmó en un momento que el proceso argentino ha sido diferente con respecto al de Brasil y otros países de Latinoamérica?
-“Argentina fue más lejos porque juzgó y condenó, pero no construyó cultura democrática. Uruguay hizo algo sofisticada de la democracia que es un plebiscito, la gente dijo no, y entonces no revisaron el pasado. Los chilenos empiezan a hacer justicia y los brasileros empiezan a hacer verdad. La pregunta entonces es: ¿por qué ellos pudieron tener presidentes guerrilleros e instituciones democráticas y justicia que está condenando a los poderosos? Nosotros, que fuimos más lejos que nadie y condenamos, tenemos una cultura autoritaria política”.