Punto Convergente

El jazz atrae músicos y público más joven en Argentina

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Elegir el lugar con anticipación, comprar las entradas. Invitar amigos, la mayor cantidad posible. Llegado el día, sentarse en una mesa cerca del escenario. Pedir un buen trago que acompañe la velada. Una picada, quizás. Tener un poco de charla mientras se espera. Cuando llegan los músicos y se acomodan en sus puestos, el público hace silencio. La banda saluda, y con las primeras notas, todos comienzan a mover sus pies en sus asientos y golpear los dedos en la mesa al compás del ritmo surgido en Nueva Orleans. 

Esto genera el jazz en el público argentino. Con el correr de los años, no sólo los adultos consumen el género en vivo, sino que los jóvenes también se sumaron a la propuesta de escuchar bandas de jazz de manera presencial. 

“Hay una generación joven que está con la vista y el oído en el jazz, están pendientes de la movida. Yo crecí escuchando con padres que escuchaban jazz, pero esta generación ya no tenía eso”, comenta Flavio Circo, contrabajista de la mítica banda iniciada en 1957 Creole Jazz Band. 

La Creole Jazz Band

“Hay avidez de escuchar el espectáculo en vivo, y de alguna manera fue mejor después de la pandemia porque la gente lo valoró más, está más atenta y perceptiva. Lo que pasó también es que hay muchas bandas que siguieron trabajando. De pronto hubo mucha oferta, hubo un boom cuando a las bandas salieron nuevamente a tocar”, dice acerca de la reapertura. Hay un motivo económico que ayuda: antes era una entrada fija y ahora se toca “al sobre”, lo que hace que muchos más chicos puedan acceder a verlos. 

Oriana Yatim, una estudiante de medicina de 23 años y entusiasta oyente de jazz, descubrió su amor por el género a mediados de 2020, en pleno aislamiento: “Hay algo que me despertó que no me había pasado antes, y sobre todo durante el aislamiento, en donde estábamos todos bastante apagados, hubo algo que me iluminó”, se entusiasma. 

Oriana empezó a consumir jazz en vivo ni bien pudo al reanudarse los eventos. En febrero de 2021, vio que lugares como Virasoro o el Museo Fotográfico Simik, emblemáticos bares donde grandes músicos argentinos comparten su arte desde hace décadas, adaptaron su espacio al aire libre para que el público comenzara a perder el miedo y volviera a presenciar los shows. 

El jazz, una historia de creatividad pura

Originado luego de la guerra de secesión de Estados Unidos, a mediados de 1860, el jazz nació de la mano de los esclavos que encontraban los instrumentos en los campos de batalla, y se tocaba lo que podía, lo que salía. Flavio valora ese pilar del género: “El jazz tiene esa cuota necesaria e implícita de la creatividad. Se puede ir desarrollando. Es un ejercicio constante, una evolución. Es el gran valor agregado del jazz, la capacidad creativa del músico. Hay músicos que suplen la limitación técnica con la creatividad”. 

A la creatividad principiante se le sumó posteriormente la técnica, lo que elevó el jazz a un nivel más intelectual al que menos músicos se podían adaptar. “El músico de jazz tiene que tener un gran dominio del instrumento y del tema armónico. Es una música muy particular que implica ese desafío. Hay partes obligadas, y otras en las que hay que hacer improvisación. Es un estilo que exige demasiado. El músico de jazz puede tocar cualquier estilo porque tiene esa capacidad: dominio técnico e improvisación” comenta Circo. 

Creole Jazz Band tocando en el Museo Fotográfico Simik al aire libre, adaptándose a la nueva normalidad.

Fernando Ríos, periodista y escritor del libro Un panorama del nuevo jazz argentino (2000-2020), explicó en una entrevista para Página 12 cómo el género llegó tan potente a la Argentina en el nuevo milenio: “No es casual que esto haya comenzado a gestarse en la época del uno a uno, cuando muchos jóvenes pudieron ir a estudiar afuera para después volver dispuestos también a hacer música original, cosa que acá no era tan habitual”. Y agrega: “El surgimiento de las carreras de Jazz, como en el caso del Conservatorio Manuel de Falla, fue determinante para cambiar las formas de circulación de los saberes. Antes, el músico de jazz se formaba sobre todo tocando, en las jam sessions y en los escenarios, ahora se da una mezcla de varios factores en un proceso ordenado”. 

¿Cómo se lleva el jazz con la tecnología?

Los expertos también reconocen una gran diferencia entre las viejas bandas y los músicos novatos en cuanto a la innovación en la tecnología, lo que trajo consigo aspectos positivos y negativos. 

El contrabajista de Creole dice al respecto: “Las bandas nuevas son muy superiores técnicamente. Antes se ponían discos a revoluciones más bajas para poder diferenciar las notas. Era un trabajo artesanal muy largo y tedioso, pero desarrollaba más audio perceptiva. Hoy se pueden comprar cancioneros, conseguir muchas cosas en Internet. Hay más posibilidad de usar las técnicas, hay mucho material audiovisual que no había hace unos años”. Además, explica que los jóvenes tienen menos prejuicios acerca de los subgéneros y hay una amplitud de mezclas entre ellos. 

La química entre los músicos de jazz es esencial, como se ve en la banda de Magalí Fernández, la cantante.

Ríos aporta sobre el intercambio generacional: “Una de las cosas más significativas es el paso de los soportes físicos a los virtuales. Aparecen otras formas de escucha y esto influye en la manera de hacer música, pero los músicos y los sellos discográficos le van encontrando la vuelta y se sigue editando mucho jazz en Argentina”. 

Oriana explica que, aunque se abocó al jazz a través de aplicaciones como Spotify, no es lo mismo que escuchar en vivo: “Hay algo que se da viendo en vivo que es muy difícil de explicar; es la mayor estimulación sensorial al estar escuchando directamente de los instrumentos, la manera en que esos sonidos se entrelazan, y por supuesto, estar viendo a los músicos. Es la complejidad de lo que están tocando, mientras se articulan sus sonidos y se coordina de tal forma que se da un resultado magnífico. Es muy dificil sino imposible de capturar en un dispositivo”. 

Flavio aporta a este pensamiento, desde su lugar como músico: “En el momento de la improvisación te conectás con el instrumento, no estás pensando. La música te conecta con la parte religiosa de la persona, con ese pequeño dios que tenemos. En particular el jazz tiene mucho eso, la capacidad de creación. La música, a diferencia de otras artes, tiene ese momento del aquí y ahora y la conexión con el público”. 

Todos los álbumes de jazz recomendados por Fernando Ríos, que se encuentran en Spotify.

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