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El iceberg de la violencia de género: qué es y por qué es importante conocer todo sobre él

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Muchas veces, la violencia de género se camufla y convive en una realidad donde la única persona que es consciente de su presencia es su propia víctima. Se trata de la violencia invisible, legitimada y aceptada socialmente. Sin embargo, existen otros tipos y modalidades de violencia. ¿Cómo se detectan? ¿Qué se hace una vez que se logra identificarla? ¿Cuál es la solución? En esta nota, Victoria Vaccaro, especialista en género del Programa de la Iniciativa Spotlight por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), y Cecilia Maloberti, directora de Programas Integrales de Prevención del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, brindan todas las respuestas a estas preguntas. 

Por mucho tiempo, cuando se hablaba de violencia se asociaba únicamente a la violencia física; golpes, empujones, zamarreos y más. Sin embargo, gracias a la lucha y los reclamos de las mujeres y la visibilización de situaciones que muchas debieron atravesar -injustamente- en diferentes ámbitos de su vida, hoy la sociedad, el Estado y la propia legislación entiende y reconoce que la violencia es mucho más amplia que las agresiones físicas. 

La Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, sancionada y promulgada en 2009, define a la violencia contra las mujeres como “toda conducta, por acción u omisión, basada en razones de género, que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, participación política, como así también su seguridad personal”.

La norma establece la existencia de seis tipos de violencia: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, simbólica, y política. Además, fija ocho modalidades de violencia: doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica, mediática, en el espacio público y público-política. A la que hay que agregar una novena, que es la violencia ejercida contra las mujeres en espacios digitales o ciberviolencia, que no está tipificada en la ley 26.485.

Queda claro, entonces, que la violencia se puede ejercer de múltiples maneras y en diferentes ámbitos. Así lo evidencian los últimos datos que el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad visibilizó a partir de los registros de la línea 144: en 2020 el 95% de los llamados provenían de personas en situación de violencia psicológica, el 67 % de violencia física, el 37 % de violencia económica y patrimonial y el 13 % de violencia sexual.

La violencia como iceberg: actuar ante lo invisible

Victoria Vaccaro, especialista en género del Programa de la Iniciativa Spotlight por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), asegura que cualquier forma de violencia se manifiesta como un “intento de socavar, atentar contra nuestra libertad y nuestra autonomía”. Entonces, estas señales de alerta pueden encontrarse en todos los espacios, todo el tiempo.

La Ley 26.485 no menciona un concepto clave: las violencias invisibles, sutiles y naturalizadas. Aquella que pasa desapercibida y aún peor, es socialmente aceptada. El Iceberg de la Violencia de Género, divulgado por Amnistía Internacional, explica este fenómeno a la perfección. Desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (MMGyD), traducen el significado del gráfico: “El iceberg representa de una manera gráfica y metafórica cómo se van erigiendo, sobre una base invisible y naturalizada de prácticas violentas, otras formas de violencias visibles y más extremas. En ese sentido, es importante conocer el gráfico porque nos va permitiendo empezar a hablar de las violencias que sustentan a las otras violencias que se manifiestan más visiblemente. Las violencias de género no son un problema individual (de una pareja o persona) sino que es un fenómeno social, que  atraviesa distintos ámbitos de la vida y que hay un conjunto de violencias invisibles que son la base de sustentación a otras violencias. Por esto es fundamental que la sociedad conozca el iceberg de las violencias porque todes podemos hacer algo para desarmar el entramado social y cultural que promueve el sistema patriarcal”.

El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad manifiesta que las violencias de género son un problema estructural de la sociedad, por ende emergen en distintos ámbitos de la vida cotidiana. “Se reproducen a través de prácticas, discursos y estereotipos de género como por ejemplo los celos, la posesión, el control, los chistes machistas que nos degradan, los micromachismos, que nos objeten cómo vestirnos, las publicidades sexistas, etc.”, expone Cecilia Maloberti, directora de Programas Integrales de Prevención del MMGyD. 

A su vez, agrega: “Las violencias invisibles, sutiles, naturalizadas, al pasar desapercibidas como tales, lo que van generando es una condición de posibilidad para que sucedan y emerjan otras violencias más visibles como zamarreos, tirar el pelo, gritos, golpes. Hasta llegar a la punta del iceberg que representa los femicidios, travesticidios y transfemicidios. Cuentan con cierta tolerancia social. Sin embargo, las violencias más visibles o extremas no tienen ese nivel de tolerancia y por ella derivan en el repudio social”. 

Por otro lado, Victoria Vaccaro brinda una serie de ejemplos que ilustran dónde hay que poner la lupa en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana. “En los vínculos sexo afectivos, recomiendo cuidar la autonomía. Hay que estar atentas a si la persona intenta apartarnos de nuestras amistades, de nuestra familia, las salidas. Lo mismo si nos quiere imponer tener relaciones sexuales o usar un método anticonceptivo con el cual no estamos de acuerdo, o no usar ninguno. Atentas a cuando ya no hay lugar al consentimiento sino a la pura imposición”, alerta.

Y agrega: “En otros ámbitos, por ejemplo laborales o académicos, hay que estar atentas al abuso de poder porque cuando hay una persona de mayor  jerarquía en relación a nosotras, puede derivar en una situación de acoso sexual”.

Qué hacer como víctima: afrontar la situación como una superheroína o huir de ella lo antes posible

La violencia de género es un tema que comenzó a tomar mayor protagonismo en la agenda mediática y, por lo tanto, en la sociedad. Por eso, en la televisión, en la radio, en el diario e incluso en los grandes carteles de la vía pública se encuentra una frase para las víctimas: “Llamá al 144”. 

Pero esa no es la única respuesta. Vivir una situación de violencia de género nubla todos los aprendizajes, los deseos, las voluntades, la autonomía y el poder. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer?

En primer lugar, Vaccaro recomienda no jugar a la Mujer Maravilla porque eso puede terminar en una tragedia. Nada de capas y espadas, enfrentar al agresor puede acabar de la peor manera. Y eso debe evitarse a toda costa, pues la vida de la víctima es indispensable y no puede exponerse a tal riesgo. 

La especialista remarca los “planes de acción” para dos situaciones diferentes: “Si la situación de violencia está empezando y la puedo detectar fácilmente, implementar alguna estrategia para salir de esa relación antes de que las cosas escalen y pasen a mayores. Mientras que si la situación ya empezó y es más difícil alejarse, es importante pedir ayuda, saber que no estamos solas, tomar distancia y luego sí, es necesario hacer la denuncia correspondiente”.

La denuncia es fundamental. No es casual que las mujeres no denuncien. No es fácil hacer la denuncia, ni sostenerla. Por eso es primordial que la mujer esté acompañada”, destaca Vaccaro.

Cómo erradicar la violencia invisible, sutil y naturalizada

Cecilia Maloberti asegura que es fundamental trabajar para visibilizar e identificar las prácticas sociales, discursos y sentidos comunes que sustentan diariamente este tipo de violencias. “La política de prevención se constituye como herramienta clave para contribuir al proceso de desnaturalizar, problematizar y erradicar las prácticas y discursos sustentados en el sistema patriarcal, heteronomativo y binario, que producen desigualdades estructurales entre los géneros y generan violencia y vulneración de derechos hacia las mujeres y la comunidad LGBTI+”, manifiesta.

Además, Maloberti cuenta qué medidas y acciones trabajan desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para luchar contra este fenómeno: “Venimos implementando a través del Plan Nacional de Acción contra las Violencias de Género, políticas de prevención que apuntan justamente a detectar las manifestaciones de las violencias más sutiles, aquellas que se encuentran basadas en estereotipos, mandatos y discursos, y que se reproducen a través de las prácticas que van naturalizando las desigualdades entre los géneros, invisibilizando las violencias que ello acarrea”. 

Y continúa: “En ese sentido, venimos impulsando la Campaña Nacional de Prevención ´Argentina Unida contra las Violencias de Género´ y una línea de trabajo sobre señales tempranas de violencias, donde abordamos herramientas que permitan identificar tempranamente indicadores de violencia de género y abordajes integrales”.

Pero, ¿cómo puede la sociedad civil luchar individualmente contra la violencia invisible? Maloberti expone: “Así como sabemos lo fundamental del rol del Estado en la promoción de políticas públicas también sostenemos que cada persona puede hacer algo para erradicar las violencias de género. Por ejemplo, no dar lugar a chistes misóginos o discriminatorios, no compartir ni reproducir imágenes de una persona desnuda, romper con estereotipos de lo que es considerado típicamente para mujeres o varones desde las infancias”.

¿Qué pasa si el peligro es muy alto?

“Escapar”, contesta sin dudar Victoria Vaccaro. 

Es importante abandonar la situación lo antes posible, más allá de las propias creencias. “No voy a poder sola”, “Dependo de él económicamente”, “No puedo dejar al padre de mis hijos/as”, son algunas de las frases que cruzan por la cabeza de las personas en situación de violencia.

Sin embargo, Vaccaro asegura que quedarse y afrontar la situación puede resultar sumamente peligroso. Y sostiene: “Si ante la primera alerta el diálogo no funciona, hay que irse”. 

Ahora bien, ¿qué llevarse del hogar cuando se está en una situación de peligro? Primero y principal: el DNI, ya que es lo primero que piden a la hora de hacer una denuncia. Y en caso de tener hijos/as, también.

Otras cosas importantes: las llaves de la casa, una tarjeta SUBE, dinero (aunque sea el necesario para tomar un transporte público), medicamentos propios o de hijos/as en caso de estar medicados, obra social, libreta sanitaria de los menores, papeles de la vivienda (escritura, alquiler o alguna constancia de que vos vivís ahí).

“Estos elementos van a ayudar luego en el proceso judicial o institucional que se inicie. Van a servir para hacer una denuncia o empezar con un proceso judicial para la división de bienes, para pedir alimentos para hijos/as, para recuperar el hogar si la persona agresora no quiere irse. Son cosas a tomar en cuenta si vamos a dejar el espacio donde convivimos con el agresor”, explica Vaccaro.

No estás sola

A pesar de que el principal pilar para las mujeres en situación de violencia es la red de contención formada por familia y amigos, un factor que se encuentra presente en varios casos es el silencio. Las mujeres no se animan a contar lo que están viviendo, no quieren que nadie se entere. Algunas veces por miedo, otras por vergüenza. Pero lo importante, si estás ante una situación violenta, es saber que no estás sola. 

Vaccaro recomienda llamar al 144, línea nacional de contención, acompañamiento, escucha y derivación a mujeres en situación de violencia. Funciona 24 horas, los 365 días del año, en todo el país. Si la víctima necesita alguien que la acompañe a hacer la denuncia, existen espacios institucionales locales que se encargan de ayudarla en el proceso de denuncia. 

¿Dónde denunciar? Existen varias opciones: en la policía, en la fiscalía, en las oficinas de violencia doméstica, en los juzgados de paz y de familia. También, en caso de haber sufrido una lesión y dirigirse a un hospital, el hospital toma la denuncia y realiza la declaración a la fiscalía correspondiente. Durante el proceso de denuncia civil o penal, las mujeres en situaciones de violencia tienen derecho a tener un abogado o abogada que las acompañe durante todo el proceso. Y es responsabilidad del Estado proveerlo gratis.

Por último, aclara Vaccaro: “Si se está con la persona agresora y el riesgo es alto, si se puede, agarrar el teléfono y llamar al 911. La policía automáticamente va a trasladar a móviles hasta el lugar. Es importante saber que el 911 también es un recurso para la mujer que está atravesando una situación delicada”.

Con respecto a cómo ayudar a una persona que es víctima de violencia de género, Maloberti recomienda: “Lo más importante siempre es una escucha atenta y empática. No hacer preguntas que la revictimicen, ni tampoco decirle lo que tiene que hacer. Hay que tener en cuenta que tal vez es la primera vez que pasa por una situación de violencia y le cuenta a alguien lo que le está pasando, entonces es fundamental que se sienta escuchada y acompañada, que no está sola y nadie la va a juzgar”. 

Según la directora de Programas Integrales de Prevención del MMGyD, los hechos de violencia de género no se dan de la noche a la mañana, sino que el hecho toma relevancia una vez que ya es explícito y visible. Esto no significa que las violencias de géneros invisibles y sutiles sean menos dañinas. 

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