En Argentina, al menos cuatro millones de personas viven en zonas donde el agua está contaminada con arsénico. La localidad bonaerense de Azul no es la excepción: se encuentra entre los municipios más afectados por esta problemática que afecta a la salud.
Los valores de arsénico en el agua para consumo humano en la ciudad de Azul en el centro de la provincia de Buenos Aires superan el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud y el Código Alimentario Argentino (CAA), según informes oficiales de la comuna y la empresa que provee el agua.
Los barrios de Azul que contienen las cantidades más altas de arsénico son Parque Balneario y Villa Piaza Sur con 0,047 miligramos por litro (ml/L). No obstante, este valor, no supera el límite máximo establecido por la ley provincial bonaerense N° 11.820, en la que se establece un tope de 0,050 ml/L.
“Me resulta raro que el valor de nuestra ciudad quintuplique el tope de la OMS y no se haga nada”, reflexiona Nehuen Burgos, vecino del barrio Zona Céntrica 2.
En sintonía con Burgos, Carolina García que vive en la zona más afectada de la ciudad, Plaza Balneario afirma: “Me dan ganas de tomar solo agua mineral. Me parece un horror haber pasado más de 30 años tomando agua contaminada”.
A pesar de las quejas por parte de los vecinos, desde la Cooperativa Eléctrica de Azul (CEAL), institución encargada de la distribución de agua potable en la ciudad, aseguran que los niveles de arsénico en el agua están dentro de los parámetros de la ley.
“La calidad del agua que se produce en la CEAL se basa en lo establecido en la ley 11.820 y el Código Alimentario Argentino, considerando parámetros fisicoquímicos y bacteriológicos que se analizan según criterios de frecuencia, tanto en los pozos de extracción de agua, como en distintos puntos de la distribución por red”, declaró el ingeniero Mario Fossati, director de la cooperativa.
El arsénico afecta prácticamente todo el cuerpo. Los efectos más claros de la exposición a este elemento químico se observan en la piel, aunque puede provocar daños serios en los aparatos y sistemas neurológico, respiratorio, hematológico, cardiovascular, gastrointestinal y otros.
El consumo de agua con concentraciones mayores a los valores establecidos por las organizaciones gubernamentales produce una enfermedad llamada Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE), que se caracteriza por presentar lesiones en la piel que evolucionan hasta afectar el funcionamiento hepático, renal y respiratorio.
En Argentina, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), al menos cuatro millones de personas viven en zonas donde las aguas están contaminadas con arsénico. Las regiones más comprometidas son el sur de Córdoba y Santa Fe, la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Mendoza y el norte argentino, incluyendo Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán, La Rioja, San Juan y Chaco.
Valentina Olmos es bioquímica, farmacéutica y profesora de la Universidad de Buenos Aires y estudia la problemática del arsénico hace más de 10 años. Aseguró que “las compañías de agua se apoyan en que la ley provincial tiene un máximo de 0,05 ml/L, y mientras cumplan con ese tope, desestiman la ley nacional y la recomendación de la OMS”. Además, afirmó que “hay que asumir la situación en Argentina porque es complicada”.
Entre los municipios bonaerenses que están más afectados por esta problemática se encuentran Adolfo Alsina, Coronel Suárez, Olavarría, Azul, Bolívar, 25 de Mayo, Saladillo, Roque Pérez, Lobos, Las Flores, Navarro, Pehuajó y Chacabuco.
Azul se abastece de aguas subterráneas, lo que genera que el arsénico se presente en vasos, tanques y canillas de su población. A su vez, esta inevitable situación, se acompaña de un silencio por parte de los gobernantes y de los encargados de la distribución del agua en la ciudad.
“Creo que es responsabilidad del municipio informar estas cosas. No me parece tener que seguir consumiendo el agua con total confianza cuando en realidad lo que tomás está contaminado”, dice enojada Frida Albanese, vecina del barrio Parque Balneario y agrega: “Tendríamos que estar al tanto para poder decidir qué uso darle al agua”.
Desde la CEAL aclararon que la situación del agua está en constante estudio. “Se realizan controles bacteriológicos trimestrales y fisicoquímicos semestrales, validados todos por laboratorios externos reconocidos de Azul”, explicó Fossati.
Sin embargo, dentro de los 49 barrios en los que la CEAL dividió a la ciudad para realizar exámenes sobre la calidad del agua, solo 16 cuentan con un control toxicológico en el que se tienen en cuenta los valores de arsénico.
A su vez, todos los valores presentados superan el mínimo delimitado por la OMS y por el CAA de 0,01 miligramos por litro, aunque no sobrepasan el tope impuesto por la ley provincial de 0,050 ml/L.
Los cinco barrios más afectados por esta problemática en Azul son Parque Balneario y Villa Piaza Sur, con 0,047 miligramos por litro; Los Pinos con 0,046 ml/L, Del Carmen 1 con un valor de 0,042 y Del Carmen 2 con 0,041 ml/L.
En la localidad bonaerense, el suministro de agua de la CEAL proviene de 26 pozos hídricos con una profundidad de entre 120 y 60 metros, que abastecen a la totalidad de la población.
En otras ciudades, el agua extraída de los pozos se dirige a una central para ser mezclada, y de esa forma se contrarresta la presencia de cualquier sustancia. Los niveles de arsénico presentes en el agua azuleña varían notablemente debido a que el agua extraída de los pozos se dirige directamente a los hogares.
David Polya, profesor de la Universidad de Manchester, expresó durante una conferencia realizada en la ciudad bonaerense, en el marco de la primera reunión de arsénico de la llanura pampeana, que “puede pensarse que la intoxicación por arsénico puede ser aguda e inmediata; pero para ello se necesitan cientos de miles de microgramos”. Lo que en verdad preocupa, insiste Polya “es que en Argentina y en el mundo hay intoxicaciones crónicas, es decir, hay exposiciones diarias que se mantienen en el tiempo y eso es lo peligroso”.
Polya realizó un estudio en conjunto con la Universidad de Berkeley de California, en el que se compararon los riesgos de cáncer de pulmón asociados a la exposición crónica al arsénico en el agua en distintas concentraciones, con los riesgos de contraer la misma enfermedad para distintos fumadores de cigarrillo. Si una persona ingiriera 0,5 miligramos por litro por un período de entre tres y diez años, tendrá un riesgo muy similar de contraer cáncer de pulmón que un fumador activo. Mientras que, si se consumieran 0,05 miligramos por litro, por la misma cantidad de tiempo, los riesgos de contraer cáncer son los mismos que los de un fumador pasivo.
Además, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de las Naciones Unidas, (CIIC), clasifica al arsénico como “un agente cancerígeno para humanos” y advierte que la exposición a este tóxico está “ligada a un aumento en la frecuencia de abortos espontáneos y de malformaciones congénitas”.
Un problema mundial
El arsénico es una de las diez sustancias químicas que la OMS considera más preocupantes para la salud pública. Esto es así ya que es imposible que no haya arsénico en el agua dado que es un elemento característico de toda la corteza terrestre y que se manifiesta como un polvo blanco muy fino. No se evapora y posee la propiedad de ser inodoro e insípido, por lo tanto, es casi indetectable.
Las concentraciones elevadas de arsénico de origen natural afectan a grandes áreas en diferentes regiones del planeta. La presencia de este tóxico en el agua ha sido de gran interés a nivel mundial debido a la aparición de enfermedades vinculadas al elemento.
Argentina se ubica en el puesto número siete de la lista de los países más afectados por este elemento químico. Bangladesh está en primer lugar, donde afecta entre 30 y 70 millones de personas y tiene concentraciones de 50 hasta 2500 miligramos por litro. Luego se ubica India, seguida por China, Estados Unidos, Myanmar y Pakistán.
Según Valentina Olmos, “la erradicación del arsénico del agua requiere inversión, pero no es imposible hacerlo, ya que hay tecnología disponible, pero es muy caro”.
Olmos expresó que la intervención más importante en las comunidades afectadas consiste en prevenir que se prolongue la exposición al arsénico, implantando un sistema seguro de abastecimiento de agua potable destinada al consumo.
“La educación y la participación de la comunidad son factores fundamentales para asegurar que las intervenciones den buen resultado. Es necesario que los miembros de cada comunidad comprendan los riesgos asociados a la exposición de altos niveles de arsénico”, afirmó Olmos.
En este sentido, Polya remarcó que “es muy complejo cambiar las regulaciones y la conducta de las personas cuando a veces no está del todo claro cuál es el riesgo y cuándo se van a dar esos riesgos”.
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