La Universidad de Buenos Aires (UBA) se destaca en el mundo académico internacional. Así lo demuestra el ranking de la consultora QS 2018, un informe que todos los años presenta a las mejores universidades del mundo. Al igual que en años anteriores, la casa de estudios porteña se consolida como la mejor de Latinoamérica. La primera vez que el ranking fue publicado en el 2014, la UBA se encontraba en la posición número 19. En muy pocos años escaló puestos y este año alcanzó el 8° lugar.
Pero a pesar de los reconocimientos a su reputación académica, la UBA se encuentra desde hace ya varios meses atravesando un momento que resulta curioso y contradictorio. Hace dos meses la institución vivió una de sus más graves crisis: un paro universitario que duró desde julio hasta septiembre y al que se sumaron otras 56 universidades estatales. El principal reclamo fue mejoras salariales para los docentes y mejoras presupuestarias acordes a la inflación.
El momento más grave se dio el pasado 31 de agosto cuando tuvo lugar una marcha que sería como tantas otras realizadas hasta aquel momento. Pero no lo fue. La movilización convocó a aproximadamente 350.000 personas, según sus organizadores y más de 80.000 según la Policía Federal. La multitud conformada por docentes, no docentes, alumnos, militantes y todas las personas que marcharon en defensa de la educación pública caminó desde Plaza de Mayo hasta Plaza del Congreso, sin importar la tormenta ni el frío. Días después de este acontecimiento, el Ministerio de Educación y las asociaciones gremiales de la UBA llegaron a un trato y el paro se dio por terminado.
Para el Gobierno, todo esto ya está en el olvido. Para los protagonistas del paro, los profesores, el reclamo sigue en pie.
El reclamo recién comienza
El pedido principal que desencadenó el paro universitario fue -y continúa siendo- más inversión en las universidades públicas y un aumento de los salarios. El 70% de los docentes de la UBA trabaja ad honorem y el 30% restante gana sueldos cuyas cifras hacen que sea imposible contar con la universidad pública como única fuente de empleo. Se estima que en el sistema universitario nacional son 14.000 los docentes ad honorem, de los que 9.600 pertenecen a la UBA.
El Secretario General de FEDUBA y Secretario de Organización de CONADU, Federico Montero, comenta que “el problema de los ad honorem se vincula sobre todo con la escasez de presupuesto”. Según Montero, aunque la mayor parte del conflicto salarial pasa por un tema presupuestario, también tiene mucho que ver “con la desigualdad en la distribución de los fondos al interior de las universidades e incluso dentro de las mismas facultades, entre las distintas carreras”.
Por su parte, el dirigente Cristian Henkel vive este momento crítico para la educación pública desde su lugar como integrante del Consejo Directivo de la AGD (Asociación Gremial Docente) de la UBA: “lo que buscábamos era un 30% de aumento salarial inmediato y una cláusula gatillo, que quiere decir que cada vez que haya inflación el salario deberá adecuarse a ésta; lamentablemente ésto no se logró”.
Días antes de finalizar el paro, el Gobierno había manifestado públicamente su satisfacción por haber alcanzado un acuerdo que consistía en incrementar el salario de los docentes hasta en un 25%. Pero Henkel asegura que “el aumento no es realmente del 25%“.
“Lo que el Gobierno ofreció fue un 15% en cuotas que irá al blanco del salario. Y por fuera de eso, ofreció una serie de sumas fijas remunerativas no bonificables: dependiendo de factores como tu categoría y antigüedad como docente, tendrás un plus de dinero por fuera de tu salario”, explica el gremialista. “Si vos sumás ese dinero adicional recibido fuera del sueldo en blanco, ahí sí se alcanza el aumento del 24 o 25%.”
Según el dirigente, ese tipo de trato fue aceptado por la CONADU Histórica -uno de los gremios que participó del paro- pero nunca por el resto de los gremios participantes de las protestas. “No podemos seguir forzando un plan de lucha cuando las gremiales más burocráticas como CONADU ya acordaron con el gobierno este aumento del 25%”, comenta Henkel. Y deja en claro que la decisión de finalizar con la huelga se dio “acompañada de una serie de reclamos y denuncias de que esto no es lo que realmente queremos”.
Divergencias por la grilla salarial
Desde la Asociación Gremial Docente afirman que el sueldo de un docente exclusivo de la UBA, sin contar su categoría ni su antigüedad, puede llegar hasta $25.000. Para el resto de los docentes, el sueldo ronda los $12.000 a $17.000. Cifras muy lejanas a las publicadas oficialmente.
Desde la cartera educativa, difundieron la oferta brindando ejemplos de casos testigo. Tras el paro, los valores de los sueldos publicados en la grilla salarial de la UBA fueron actualizados y puede verse el incremento: un profesor titular con dedicación exclusiva y antigüedad máxima (más de 24 años de ejercicio de sus funciones) de la UBA pasaría de un salario bruto de $73.490,79 a $91.128,57; mientras que uno que cuenta con hasta solo cinco años de antigüedad estaría cobrando $49.706.
Según estos mismos datos oficiales, un profesor adjunto con dedicación semiexclusiva y 15 años de antigüedad pasaría de $22.265,58 hasta $27.831,98. Mientras que un profesor adjunto con dedicación semiexclusiva inicial cobraría de $15.716,88 hasta $19.646,10.
Por su parte, los ayudantes de cátedra de Primera Categoría que trabajan con dedicación exclusiva desde hace más de 24 años deberían cobrar $52.625. Aquellos que también trabajan de manera exclusiva pero con menor antigüedad deben recibir un sueldo de alrededor de $32.000.
El dirigente Cristian Henkel, además de su cargo en la AGD, es licenciado en Ciencias de la Comunicación y se desenvuelve como ayudante de Primera con dedicación simple desde hace más de 10 años. Según las cifras oficiales actuales, un docente con su categoría y antigüedad debe cobrar $8.970,03. Según Henkel, su sueldo apenas alcanza los $5.645.
Julieta Czarnitzki es estudiante de Medicina y ayudante de la cátedra de Anatomía en la Facultad de Medicina en la UBA. La Facultad de Medicina es la que concentra la mayoría de docentes y no docentes ad honorem.
Al igual que la gran mayoría del personal, Julieta Czarnitzk trabaja ad honorem pero “ser rentado no hace la diferencia”. Según Czarnitzki, “los ayudantes de Anatomía que trabajan conmigo que sí son rentados están cobrando alrededor de 500 pesos por clase”. Un ayudante de cátedra puede dictar entre una o dos clases en promedio por semana, por lo que “su sueldo total mensual entonces sería de 2000 o 2500 pesos, depende de cuántas clases dicten por mes”.
Según los datos publicados por la cartera educativa, el monto que le corresponde a un ayudante de cátedra de Segunda Categoría de la UBA debería ser mucho mayor a $2500:
A pesar de las cifras oficiales difundidas, tanto estudiantes como docentes y no docentes de la institución aseguran que éstas no concuerdan con los números de los salarios reales. Tanto Cristian Henkel como Julieta Czarnitzki aseguran que los sueldos, por el momento, no han sido actualizados ni coinciden con lo que dice la actual grilla salarial.
Aún así, el dirigente concluye en que el simple hecho de que la lucha por las mejoras salariales y presupuestarias haya tenido tanta relevancia en el último año ya “representa un gran paso para cambiar la situación”.