En un mundo culinario dominado por hombres, dos chefs argentinas rompieron barreras y alcanzaron el prestigioso reconocimiento de la Guía Michelin. Carito Lourenço y Florencia Montes inspiran a futuras generaciones de mujeres chefs.
Carito Lourenço: De Córdoba a Valencia
Radicada en Valencia desde hace 16 años, Carito Lourenço comenzó su viaje culinario junto a su esposo, Germán Carrizo. Ambos se conocieron en la escuela de cocina en Argentina y emigraron a España en 2006, donde trabajaron con el renombrado chef Quique Dacosta en El Poblet, un restaurante con tres estrellas Michelin. Esta experiencia fue fundamental para su desarrollo profesional.
“Creer en un proyecto, cuidarlo, respetarlo y defenderlo cada día, es algo que me enseñaron en casa desde chica”, recuerda Carito.
En 2015, la pareja abrió su propio restaurante, Fierro, con una propuesta innovadora: una sola mesa con espacio para 12 comensales. La pandemia obligó a adaptar el formato, pero mantuvieron la esencia de ofrecer una experiencia única a sus visitantes. Su dedicación y esfuerzo se vieron recompensados en 2021, cuando Fierro recibió su primera estrella Michelin, convirtiendo a Carito en la primera mujer argentina en lograr este prestigioso reconocimiento.
“Verdaderamente, ha sido muy bonito poder inspirar a través de este logro a muchas mujeres que aspiran a posicionarse en un terreno mayoritariamente masculino. Ojalá más mujeres argentinas puedan sobresalir con el gran trabajo que hacen”, expresa con orgullo.
La fusión de sabores argentinos y mediterráneos es la marca distintiva de Fierro. “Nuestro propósito es trabajar en una nueva cultura gastronómica”, explica Carito. “Esta nueva memoria que vamos desarrollando con el trabajo sobre la mediterraneidad desde lo local y lo transatlántico. Nuestra cocina es contemporánea ya que creamos sabores que distinguen una época”.
Para Carito, la pasión es un ingrediente indispensable en su cocina. “Pasión y gastronomía van muy de la mano en mi día a día. Ambas son lo que define nuestra forma de vida. Con lo que siempre hay lugar para cuestionarse, ir más allá. Cada viaje, cada plato que probamos, cada cosa nueva que aprendemos, nos mantiene activos, alertas, dispuestos a encontrar y descubrir algo”.
Carito y Germán atribuyen su éxito a la constancia, dedicación y profesionalidad. “En Fierro damos lo que nos gusta recibir. Trabajamos desde siempre con la máxima de dar lo mejor de nosotros cada día. Conseguir que quien decide visitarnos se vaya con la sensación de haber estado en un lugar único, en el que han sido felices, es la mayor gratificación”, destaca Carito.
Aconseja a otros emprendedores gastronómicos mantener la dedicación y la constancia. “A quien sueña con obtener una estrella Michelin le diría que los sueños están hechos para cumplirse, y que para ello son imprescindibles la dedicación, la constancia, la profesionalidad, la búsqueda de la hospitalidad y la excelencia. Es un sueño muy bonito, no hay que olvidarse de eso”.
Florencia Montes: de La Plata a la Costa Azul
A solo 9 meses de la apertura de su restaurante Onice en Niza, Florencia Montes ha logrado recibir una estrella Michelin, convirtiéndose en la segunda mujer argentina en obtener esta distinción. Montes, de 33 años, partió a Francia en 2014 con una visa Working Holiday, inicialmente con la intención de vivir una breve experiencia culinaria, pero el destino le tenía reservada una brillante carrera en Europa.
Onice, abierto junto a su pareja, el chef italiano Lorenzo Ragni, se ha convertido en un referente de la gastronomía en la Costa Azul. “Me gusta mucho comer rico. Siempre fui muy curiosa de querer probar cosas nuevas y distintas”, recuerda Montes sobre su infancia. Tras abandonar la carrera de Informática, se dedicó de lleno a la gastronomía, estudiando en el IAG y comenzando su carrera profesional en Chila, Buenos Aires.
La travesía de Montes en Francia no fue fácil. Tras muchos intentos fallidos, consiguió una pasantía en Mirazur gracias a Beatriz Chomnalez. “De Mauro personalmente siempre me inspiró su pasión por la profesión y el rigor; la búsqueda continua de la excelencia”, señala Montes sobre su experiencia con Mauro Colagreco.
Finalmente, el deseo de tener su propio espacio la llevó a abrir Onice, enfrentando numerosos desafíos. “El emprender, por primera vez, en un país extranjero no fue fácil. Fue un aprendizaje desde el día 0”, confiesa Montes. Su historia, al igual que la de Carito Lourenço, es un testimonio de dedicación y pasión por la gastronomía.
Manuela de San Pablo