Junto con el fútbol y el asado, el juego de cartas persiste como una de las tradiciones argentinas más características. ¿Qué es lo que el truco revela de nuestra cultura?
En nuestro país, la pasión por el fútbol y por la comida se transmite de generación en generación: desde Maradona hasta Messi, desde el asado hasta el dulce de leche. Como dijo el personaje de Francella en El secreto de sus ojos: “Uno puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, no puede cambiar de pasión”. Esto es el truco para la mayoría de los argentinos.
Al contrario de la creencia popular, el origen del truco no es argentino. La creación del juego se remonta al siglo XV, y fueron los árabes quienes lo jugaron por primera vez. Al asentarse en la Península Ibérica por casi ocho siglos durante la Edad Media, los españoles adoptaron el juego de cartas y lo trajeron al puerto rioplatense. En un principio, lo aprendieron los pueblos originarios y los criollos que lo jugaban en el campo. Se extendió por las pulperías hasta ser un clásico de los bares de barrio en las grandes ciudades.
Desde la Asociación Argentina de Truco (ASART) relevaron la existencia de distintas versiones del juego alrededor del mundo hispanohablante. Por ejemplo, en Valencia, el truco se juega de la misma forma en que lo jugamos en Argentina. En Uruguay se juega con muestra (cuando el jugador le muestra las cartas a su compañero deslizándolas boca abajo por encima de la mesa) y después “se canta distinto”, pero el valor de la escala es el mismo. También se juega en Chile, Perú y Bolivia. “Y en Paraguay, incluso más que acá”, declaró José “Beto”Viciconti, presidente de la ASART.
Con el paso del tiempo el truco se volvió una tradición casi indiscutida de la sociedad argentina. Respecto a su origen, Marina Tesone, socióloga especializada en sociología de la cultura, comentó que el lugar en el que realmente nació no debe generar un conflicto: “Las tradiciones que se adoptan se transforman en propias; si lo sentimos propio, ya lo es”.
Tesone agregó que es un juego muy federal, ya que se practica en todas las provincias, en el interior y en el campo. A su vez, es igualador, porque puede jugar un niño de 10 años con un mayor de 60. Con lo cual, el truco es parte de esas actividades en las que pueden participar personas de todas las edades en igualdad de condiciones, por eso también es uno de nuestros juegos tradicionales ya que se sostiene en los clásicos encuentros de los domingos en familia, o al estar con amigos. No importa la edad ni el género.
Desde su perspectiva como socióloga dedicada a los estudios culturales, Tesone considera que “el argentino es un ser pasional al vincularse, con lo cual también es pasional al jugar a cualquier juego y en especial al truco, ya que el objetivo principal es relacionarse: nadie juega al truco solo”.
A nivel cultural, el presidente de la asociación declaró que “el truco en general es algo que los argentinos consideramos muy nuestro, autóctono, por más que no sea así lo ponemos al mismo nivel del asado, del fútbol, es algo que nos transmiten nuestros padres, nuestros abuelos”.
Viciconti explica que en la asociación tienen un mazooficial, con el que se juega en la Liga Nacional de Truco, y que respeta todos los lineamientos de los naipes españoles, pero que tiene características distintas: “En nuestro mazo las figuras siempre quedan derechas, no hay que darlas vuelta”. Esta modificación fue realizada para que las personas que juegan prestando atención a cada detalle no tengan la posibilidad de detectar cuando el rival tiene una sota, caballo o el rey (ya que cuando las figuras quedan invertidas, casi automáticamente, el jugador tiende a darlas vuelta, y con esa acción deja en evidencia el contenido de sus cartas).
Así como la ASART tiene su propio mazo que sigue la estructura clásica pero cambia el diseño para que sea más funcional, los chicos de Mazo Argento, un emprendimiento argentino que fabrica mazos personalizados con íconos populares, también se animaron a crear su propia versión. Buscaron combinar personalidades populares de la cultura argentina con el mazo de cartas con el que se suele jugar al truco. “Así que reemplazamos reyes, espadas, copas, etc, por memes y elementos de nuestra cultura popular moderna, tales como Ricardo Fort, la Mona Jiménez, entre otros”, comentó Javier de la Fuente, presidente de Poppular, tienda de juegos que produce Mazo Argento.
Su inspiración para realizar los diseños de las cartas se basó en la cultura popular, los memes y las redes sociales. Para la elección de los personajes, en la etapa inicial, hicieron una larga lista que fueron depurando, pensando y hablando con amigos. Explicó que “la asociación de cada figura con su palo o número, por ejemplo Messi y Maradona son el número 10, se daba casi naturalmente. Y entre edición y edición siempre cambiamos o actualizamos algún personaje”.
De la Fuente afirmó que el truco es un elemento cultural clave argentino que representa la historia, tradiciones y valores del país, además de que “es un símbolo de la diversión, la amistad y el compañerismo, y también representa la creatividad y la habilidad de los argentinos”.
Así como las personas utilizan distintos tipos de mazos, también existe la posibilidad de jugar en diversos formatos. Hoy, muchos optan por tener una partida de truco a través de una pantalla, lo que se ha convertido en una forma efectiva de perpetuar la tradición del juego en el entorno digital.
Incluso, Viciconti contó una anécdota de la pandemia durante 2020 en la que se demuestra claramente el amor que le tienen los integrantes de la asociación al juego, en la que mediante una videollamada en la que cada uno se encontraba en su casa: “Uno mezclaba un mazo de cartas y les iba mostrando las cartas a los demás, cuando le daba las cartas a uno los otros se tapaban la cara o bajaban la vista. Era divertido, llegamos al punto ese de rebuscarnos para jugar, y de ahí nació la idea de desarrollar una aplicación que se llama Truco Posta, donde a diferencia de las otras aplicaciones vos podés verle la cara a tu compañero, hay un mazo de cartas virtual”.
El truco es tan grande como juego que trasciende las barreras culturales y sociales. A lo largo y ancho del país se juega y se transmite entre generaciones, como en el caso de “Beto”: su papá le compartió la pasión por el truco y el fútbol. Ese amor lo llevó a él y a 12 amigos a embarcarse en la travesía de formar una asociación y enfrentarse a los trámites legales que esto conlleva. La pasión es tan fuerte que no importa en qué formato ni con qué mazo, todos los entrevistados coinciden en lo esencial: seguir jugando al truco es mantener viva una de las tradiciones argentinas más distintivas.
Por Sofía Bongiovanni, Paula Bressi y Paula Laurino