Los colectivos de corta distancia no pararon nunca en más de un año de pandemia del COVID-19 porque quedaron habilitados para el transporte de trabajadores esenciales. Cómo son las rutinas en un conexto de emergencia y restricciones.
Al transcurrir la pandemia, el transporte público pasó a ser para unos pocos. Sólo podían utilizarlos aquellos que tenían trabajos considerados como “esenciales”. Esta medida se tomó para que en el transporte no se produjera una aglomeración de personas y evitar que se convirtiera en un foco de contagio.
Los choferes de los colectivos, si bien el transporte automotor es utilizado por una menor cantidad de personas, deben seguir trabajando y con regularidad. Las medidas de seguridad sanitaria son indispensables.
Walter Darío Paolucci, vicepresidente de Los Constituyentes, de TABA y director de DOTA, comentó que para mantener la medidas de seguridad tanto para pasajeros como para choferes, se han colocado “dentro de las unidades unos ´posicionamientos´ en donde se señala donde debería estar parado cada pasajero cuando el colectivo carga hasta las diez unidades de personas paradas permitidas. En cada unidad se dispensa alcohol en gel y se protege con una cortina al conductor. Una vez que llegan a las terminales, sean principales o secundarias, se procede a la sanitización de las unidades por personal especializado en esa tarea. Se limpian todos los asientos, para que quede toda la unidad dispuesta para poder volver a salir al nuevo recorrido”.
Aun así, a pesar de estas medidas la mayoría de los choferes con “factores de riesgo” ante el Coronavirus no están yendo a trabajar. Esto termina generando un inconveniente en el momento de poder brindar el servicio, ya que “contamos con un 20% menos del personal, ya sea porque son factor de riesgo o por contagio. Por eso el gobierno nos exige que brindemos un 85% del servicio normal que dábamos antes de la pandemia. Ese 5% que nos falta cubrir, lo hace el personal de guardia, aunque aun así a veces brindamos el 81% o el 83% del servicio normal”, expresó Paolucci.
Por otro lado, Gustavo Gambino, chofer de la línea 127, opina que no todos los choferes que son pacientes de riesgo dejaron de trabajar, “así como yo, que soy paciente de riesgo, hay muchos choferes que se acoplaron al régimen del gobierno y otros no, como es mi caso”.
Desde el Gobierno Nacional comentaron que “con el principal objetivo de permitir un distanciamiento social adecuado y cuidar y proteger la salud de cada argentino y argentina, el Ministerio de Transporte de la Nación, a través de agentes de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) y la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), acompañan a las fuerzas del Ministerio de Seguridad y fuerzas municipales, en el despliegue de operativos de control en los principales puntos estratégicos para fiscalizar el cumplimiento de las medidas”.
El Ministro de transporte, Alexis Guerra, aseguró que “estamos acompañando con controles en los puntos estratégicos, articulando Nación, Provincia y municipio, con un gran esfuerzo de las fuerzas de seguridad, para lograr bajar la cantidad de personas en circulación”.
Sin embargo, a diferencia de lo expresado por el gobierno y por el ministro, Gambino resaltó que no hay controles que regulen la cantidad de pasajeros que viajan parados y expresó que cada chofer debe ir controlando esto para no superar el máximo de 10 personas de pie. Aun así indicó que para prevenir contagios dentro de los autobuses y para poder ellos mismos cuidarse de contraer el virus, han recibido cursos de capacitación contra el Covid.
Alejandra, usuaria de la línea 85, al ser consultada por los controles del gobierno en los colectivos refirió que no ha visto ningún control todavía pero deduce que es debido a una disminución importante en la cantidad de pasajeros en la línea en los horarios que habitualmente viajaba mucha gente.
Para evitar los contagios los horarios de trabajo de los conductores han ido variando a lo largo de la pandemia. En un principio “por el protocolo que teníamos se armaron grupos de trabajo. Había choferes que trabajaban dos días y tenían uno libre, cuando el régimen del chofer normalmente es trabajar seis días a la semana con un franco semanal. De esta manera se tomaban tres francos a la semana, de acuerdo a la cantidad de coches que teníamos en la calle. En vez de trabajar menos horas, trabajaban menos días, ya que al asistir en días alternados, tuvieron más francos semanales”, indicó Paolucci.
A pesar de que la pandemia sigue y se acerca el invierno, lo que puede generar que haya una mayor posibilidad de contagios, Gambino explicó que ya están trabajando con “normalidad”, es decir, trabajan ocho horas todos los días, con un franco semanal.
José, quien usualmente tenía dificultades para dirigirse a consultas médicas con la línea 130, ahora no encuentra alteraciones en la regularidad y comentó que puede viajar siempre sentado lo que le sorprende y alegra al mismo tiempo.
El aumento en la desocupación, la disminución de la actividad comercial, la bimodalidad en el nivel secundario, la no presencialidad en las universidades y también el temor al contagio, generaron este cambio de hábitos que por un lado significan comodidad para los que sí viajan pero manifiestan un empobrecimiento social que todos esperamos que en poco tiempo se pueda revertir.