La “pobreza cero” fue, junto con la lucha contra el narcotráfico y la unión de los argentinos, eje principal del discurso del presidente Mauricio Macri en el día de la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Casi un mes después, la estimación del Observatorio de la Deuda Social de la UCA sobre los más carenciados arrojó un aumento que encendió la alarma: 1.400.000 nuevos pobres solamente en 2016, lo que representa el 32,5% de la población.
Si bien desde el Ministerio de Desarrollo Social no existe un programa que concretamente se llame de esa manera, la “pobreza cero” es un tema latente. “No es un slogan -dice una fuente cercana a la ministra Carolina Stanley, y agrega- son un cúmulo de políticas hacia donde las medidas de gobierno tienen que ir apuntando para trabajar seriamente”.
“Es importante que se nombre aunque sea como un objetivo lejano, pero la ‘pobreza cero’ es una utopía”, reconoce Eduardo Donza, uno de los investigadores del Observatorio de la Deuda Social Argentina. Para él, el nuevo índice fue un llamado de atención y una respuesta luego de devaluar la moneda que golpeó a la población “con precios nuevos y salario viejos”. Como políticas positivas de estos meses, Donza destaca los aumentos de las jubilaciones, las pensiones, las asignaciones familiares y la ampliación de la Asignación Universal por Hijo.
En 120 días no hubo modificaciones en varios aspectos planteados en la plataforma electoral de Cambiemos: en el crédito hipotecario, en el acceso “de un hogar para cada familia”, en el fortalecimiento de los centros de primera infancia y en los beneficios para los adultos mayores, más allá de un ajuste puntual. Para el Ministerio, hasta el momento fue una etapa de relevamiento y de pago de deudas con las provincias por los giros de planes alimentarios.
A largo plazo, siempre y cuando el sector privado acompañe, buscan superar un sistema de transferencia de recursos por un modelo más complejo que implica educación, fortalecimiento del hogar e inserción en el mercado laboral. La preocupación en los sindicatos no es menor e irónicamente readaptaron el plan de gobierno: “A la pobreza, cero”.
“Buscan una caída para mostrar una recuperación mentirosa en unos meses con el contexto en baja. Van a decir que están sincerando cuando en realidad es discutible y ha habido otros instrumentos que no se exploraron”, dice Tomás Raffo, economista de la CTA de Micheli. Para la central económica, el ajuste del Estado mediante despidos tiene a un carácter simbólico: “es una suerte de un gran proceso de amedrentamiento de trabajadores públicos que se propaga a los privados y que se había desterrado de la Argentina: es el hecho de que se puede despedir sin grandes consecuencias”.
La inflación, conocida como “el impuesto a los pobres”, también es alimentada por los formadores de precios que aumentaron “antes, durante y después de la devaluación”, según Donza. En ese aspecto coinciden los estadistas de diferentes orígenes. “Primero hay que atacar las cuestiones estructurales, segundo que el Estado garantice la venta de alimentos sin sobrecostos de la mano de ferias populares y tercero, un Estado que evite la fuga de capitales”, recomienda Raffo.
La herencia aún sobrevuela en el discurso oficial, pero el cúmulo de políticas sociales tiene su hoja de ruta: tarifas sociales, quita del IVA de los productos de la canasta básica, modernización del Estado para transparencia de subsidios y fortalecimiento de Argentina Trabaja. El tiempo dirá si la “pobreza cero” se combate como una prioridad o una conclusión de la política económica del gobierno.