“Día domingo lejos de la ciudad (…)Carne asada, pan, agua y vino”. Así reza uno de los himnos de Almafuerte, banda liderada por Ricardo Iorio. Quizás uno de los rituales más característicos del fin de semana del argentino promedio. Pero no cualquiera sabe hacer un asado, y menos uno bueno. Algunos ni siquiera se dan maña para prender el fuego.
Mariano Urtubey y Agustín Uranga son amigos, fanáticos del buen comer y sobre todas las cosas del asado. “Hay gente que es hincha de un equipo de fútbol, yo soy hincha del asado”, dice Urtubey. Un buen día del 2013 se encontraron con que su fanatismo podía rendir dividendos. “Estábamos mirando un partido de rugby. Hasta ahí era un sábado mas. Y entre dimes y diretes, empezamos a hablar de llevar a cabo un emprendimiento. Ahí salió la idea de hacer asados a domicilio”, cuenta Mariano, quien además trabaja en el Senado.
Sumaron a dos amigos más, Martín Galli y Facundo Brandi, y así nació la criatura: Que asadito. Al principio hacían asados a conocidos, amigos, familiares. Los dividendos no rendían. Necesitaban algo más. “Sentíamos que con lo que veníamos haciendo no alcanzaba” explica Urtubey y añade: “La solución la encontramos en las redes sociales. Tanto Facebook, como Instagram y Twitter fueron de gran ayuda para empezar el despegue”. Además, tras algún incentivo de por medio al canillita del barrio, todos los domingos se podía encontrar un folleto en el diario, a modo de publicidad.
“Primero pasamos un presupuesto según el servicio contratado. Oscila entre los 160 y los 500 pesos por persona, dependiendo si quieren sólo un bandejeo de choripán y sandwiches de colita de cuadril y carré de cerdo, o también el servicio integral que es comida al plato, con picada, entrada, gaseosas, ensaladas y postre, además de algún corte especial que pida el agasajado y un servicio de un mozo cada quince personas”, asegura Uranga, quién además cuenta que “el mínimo de personas que hacemos es treinta, si el evento es más chico los precios cambian, porque sino no nos rinde”.
Suena un teléfono. Atiende Galli. Del otro lado se escucha una voz. “Somos de la producción de Pura Química, queremos contratarlos para un asado”. La espera valió la pena. El primer evento a personalidades de renombre se hizo desear. Pero por fin llegó. Este puede ser el gran día de la consagración. “Ese día fue increíble. Ni nosotros caíamos que nos llamaban de un programa de televisión. Imaginate, todo arrancó en medio de un partido de rugby, un sábado cualquiera” cuenta Galli, un tanto sorprendido todavía. El llamado de celebridades no quedó ahí. Desde Facundo Sava a Pablo Aimar, pasando por Agustín Vila (NdR: hijo de Daniel dueño del canal América), incluso el mismísimo presidente Mauricio Macri quiso contratarlos, algo que finalmente no se concretó, por un problema personal del mandatario.
“No fue fácil, es cierto. Ninguno estaba acostumbrado a hacer este tipo de trabajo. Al principio algunas cosas nos salían mal. Me acuerdo de un evento que saqué toda la carne jugosa, me quedé sin fuego y a todos los comensales les gustaba la carne seca. No sabía donde meterme. Terminé y me fui lo más rápido que pude”, recuerda avergonzado Uranga, y agrega: “También me acuerdo de eventos que llegábamos tarde, o que calculábamos mal la cantidad de carne. Son errores de principiante, hoy ya no nos pasa”.
Lo más importante para los asadores de Que asadito es la respuesta de los comensales. Muchas veces se van conformes. Otras pocas no tanto. Pero a la hora de hablar de ellos, Urtubey recuerda uno muy especial, un señor de más de 70 años, que le dejó una de esas frases que son para el cajón de los recuerdos: “Yo no debería comer esto, el colesterol, mi hija, mis nietos, el corazón, todo en contra tengo. Pero si tengo que estirar las patas que sea por esto”.