Argentina tiene normas sobre el cuidado de especies autóctonas que no siempre se cumplen. Choque de intereses que afectan el marco legal
En Argentina hay 135 especies de las cuales 20 de ellas se encuentran en peligro de extinción. Esta crisis genera daños irreparables en los ecosistemas y en la biodiversidad a lo largo del país. Argentina cuenta con leyes que en ocasiones se aplican de manera parcial, dificultando aún más la preservación de los animales afectados.
Las causas van desde la caza indiscriminada, muchas veces promovidas por las mismas provincias, el mascotismo (adopción de animales no domésticos sacados de sus hábitats), especies en cautiverio que no están adaptados a la vida silvestre, el tráfico ilegal de aves, primates, mamíferos y demás especies autóctonas y exóticas. Estos actos, a pesar de dañar a la población animal nacional, son atendidos por las provincias de manera distinta.
Para apaciguar el impacto ambiental, distintas organizaciones, entidades privadas y activistas impulsan movimientos en contra del deterioro biológico, la dismución del número de ejemplares, los daños provocados y la pérdida de conciencia social que significa. Dar a conocer el peligro que supone continuar con estas acciones puede ayudar a repeler las heridas.
Qué leyes protegen la fauna
En 1954 se sancionó la ley N°14.346 de maltrato y crueldad contra animales, en que se establecen los puntos para considerar a una persona responsable de emitir actos que pongan en peligro a distintos animales y aplicar las respectivas penas, que van desde 15 días a un año de prisión.
Por otro lado, en 1981 el gobierno sancionó la ley N°22.421 de conservación de la fauna, en la que demarca en sus 37 artículos la preservación, el cuidado, la reinserción y diversas técnicas de repoblación de especies nativas. Por último, en 2016 entró a regir la ley N°27.330 que prohíbe las carreras de perros.
A pesar de que las normas fueron redactadas y sancionadas hace bastantes años, en la actualidad, la situación de ciertas especies es crítica y la alteración de sus poblaciones trae consigo heridas difíciles de sanar. Más aún, la poca capacitación para llevar adelante estos proyectos supone obstáculos que entorpecen el tratamiento de los casos.
Problemas para cumplir las leyes de protección
A lo largo del país, los casos de tráfico en las fronteras, la caza indiscriminada, las prácticas de cautiverio o mascotismo, las carreras ilegales de perros y la pérdida de hábitats para especies silvestres, como pumas o capibaras no hacen otra cosa que aumentar. Los motivos de estos hechos tienen varios orígenes: la falta de capacitación de personas idóneas, la desinformación y la falta de compromiso de la sociedad para con la fauna.
El abogado especialista en derecho animal Alfredo Carrillo describe la poca atención que hay sobre legislaciones sobre el cuidado animal. “Los animales son lo último que le importa al país”, comenta. A su vez, lejos de mantener un orden nacional, los intereses interprovinciales en algunos casos contradicen la ley de conservación de la fauna silvestre.
“La Pampa es la capital nacional de la caza, algo que tendría que estar prohibido en todo el país”, añade. Esta costumbre, denominada por los lugareños como “costumbre tradicional”, supone elevados ingresos a los campos de productores por parte de personas extranjeras que cazan ciervos, pumas, jabalíes, entre otras especies.
El gobierno provincial pampeano cuenta con temporadas de caza, en donde se ponen a disposición campos inscriptos o cotos de caza (lugares habilitados susceptibles al aprovechamiento de la práctica). Si bien la caza es de carácter “deportivo”, no siempre los cazadores están en regla y no todas las jurisdicciones federales mantienen los mismos criterios, por lo que resulta complejo llevar a la práctica un equilibrio.
“Las provincias arman sus propios nichos, protegen sus intereses”, sostiene Carrillo.

El cuidado de especies evita que entren en peligro de extinción
Se estima que el comercio ilegal de fauna a causa del tráfico genera entre 15 y 20 millones de dólares anuales. Esto alentado por el coleccionismo, la utilización de pieles y cueros para la elaboración de productos artesanales y el mascotismo.
Mascotas en peligro de extinción
Con respecto al mascotismo, en Argentina afecta a 135 especies de las cuales 20 de ellas están en peligro de extinción. El tráfico de vida silvestre es el cuarto negocio ilícito más lucrativo a nivel mundial y la segunda causa de pérdida de biodiversidad. Fundaciones como Temaikén son responsables de luchar contra esta cultura.
Además, se encargan de darles una segunda oportunidad a aquellas “mascotas” que fueron privadas de sus ambientes naturales. “
Se calcula que, de 10 animales capturados, solo 1 sobrevive por las condiciones en las que son transportados. Esto genera una sobreexplotación de las poblaciones silvestres y, a la vez, un riesgo zoonótico, ya que, al sacarlos de su ambiente natural, los animales silvestres pueden transportar y dispersar patógenos (virus, bacterias y hongos) en nuevos ambientes y poner en riesgo la salud humana”, añaden desde la fundación.
A pesar de estas prácticas, la policía y la gendarmería, las fuerzas de seguridad nacional que se hallan en todo el país no se encuentran preparadas para detener estas prácticas en su totalidad. “Un policía que recibe una denuncia por tráfico de loros te pregunta: ¿es ilegal eso?”, ejemplifica Carrillo, poniendo en evidencia la poca preparación del personal de seguridad.
Los daños que produce no cumplir la ley de conservación de fauna
Los daños podrían ir en aumento si las provincias no replicaran la ley de conservación de fauna con el fin de repeler las situaciones críticas que sufren especies como aves, mamíferos, reptiles, entre otras.
El sector ganadero es uno de los impulsores de la pérdida de la biodiversidad y disminución de especies que pueden empujar hasta la extinción de varias de ellas. Los intereses del productor van a contramano de los intereses proteccionistas. Esto obstaculiza la preservación de especies, potencia la disminución de animales silvestres y potencia esta cultura. Los campos agroganaderos, en ocasiones, ignoran las técnicas para ahuyentar depredadores, como el puma.
Una alternativa planteada por Fundación Pumakawa, (ubicada en Villa Rumipal, Córdoba) se basa en cuatro técnicas:
- Implementación de burros y mulas en los rebaños, que ahuyentan a pumas y zorros.
- Inclusión de perros raza Maremmanos, los caninos que intimidan a los invasores.
- Introducción de vizcachas, para que alimento y no disminuya la población de ganado bobino u ovino.
- Colocación de luces intermitentes para simular la presencia humana y lograr alejar a los animales.

Pumakawa impulsa la protección de pumas a lo largo del país
¿Quiénes impulsan la preservació y protección de fauna?
Para contrarrestar el impacto ambiental en la demografía animal, varias organizaciones y grupos activistas promueven leyes que resguarden a las poblaciones afectadas. El papel de organizaciones no gubernamentales y entes privados es vital ya que cumplen el rol que en ocasiones el Estado no atiende.
Frente a estos casos, Fundación Aves Argentinas, creada en 1916 primero como Sociedad Ornitológica del Plata, es una de las tantas agrupaciones con más de un siglo de experiencia encargada de la protección de aves silvestres y que impulsa proyectos de reinserción, rescates, cursos y charlas educativas a empresas y entidades públicas.
La veterinaria y trabajadora de Aves Argentinas Carolina Marull sostiene que estas entidades ocupan un rol que debería ser de los gobiernos. “Es un rol muy importante en la sociedad, debería estar ocupado por el Estado. Las ONG se ocupan de cabos sueltos”, comenta. Los voluntarios y empleados que forman estas agrupaciones aportan una mirada técnica y científica.
Aunque parezca sencillo, no todo funciona como debería. Las ONG se alimentan del apoyo de aportantes como empresas, sponsors y particulares que donan recursos tanto económicos como publicidad. Los grupos que conforman estas asociaciones son interdisciplinarios, que sirven como guía para organismos como delegaciones de fauna o el Ministerio de Ambiente. “El mundo necesita muchas mentes y corazones que estén formados de diferente manera”, concluye Marull.