Según el último informe del Indec, el desempleo en Argentina en el segundo trimestre de 2021 fue de 9,6% lo que significa que aproximadamente 1.300.000 personas correspondientes a la población económicamente activa no tienen trabajo.
Este número significó una reducción en comparación al primer trimestre del año en donde la desocupación fue de 10,2 % con una tasa de 12,3 % para las mujeres y 8,5 % para los hombres, según el organismo oficial.
En este sentido, las ONG juegan un papel importante en la búsqueda de trabajo, sobre todo entre aquellos que se encuentran en una posición socialmente vulnerable ya que ofrecen herramientas para poder insertar -o reirsentarse- en el mercado laboral.
Los segmentos más afectados a la hora de buscar trabajo son los jóvenes en la búsqueda de su primer trabajo y la gente de más de 50 años.
El trabajo además de centrarse en la parte laboral tiene que estar relacionado con lo emocional ya que la gente que pide ayuda de estas organizaciones, en la mayoría de los casos, puede verse frustrada por no encontrar trabajo.
Durante la pandemia, el gobierno argentino buscó tomar medidas para evitar que el desempleo crezca como la prohibición de despidos o la doble indemnización, sin embargo esto no fue un impedimento para que el desempleo haya seguido creciendo en la argentina.
Producto de la pandemia, el desempleo llegó a su pico en los últimos años en el segundo trimestre de 2020 alcanzando el 13,1 %. Si bien por cuarto trimestre consecutivo el desempleo se encuentra en baja todavía no llega a su nivel pre pandemia que era de 10,4% en el primer trimestre de 2020.
Frente a estos números ascendentes en términos de desocupación, el número de personas que solicitaban ayuda en las ONG aumentó exponencialmente. El Programa Empujar que corresponde a la Fundación Pléroma no fue la excepción: cuentan con un programa de capacitación diseñado para jóvenes de 18 a 24 años que viven en contextos socialmente vulnerables cuyo objetivo es capacitar a estos jóvenes para su futura inclusión laboral.
Como organización sin fines de lucro formada por empresarios que en 2013, ya cuentan con más de 1500 egresados y un 67% ha conseguido un empleo formal.
Mariana Frenkel, directora de Desarrollo Institucional del Programa Empujar, sostiene que “el objetivo de los talleres es poder estimularlos para que cada uno pueda lograr su máximo potencial elevando su autoestima y fortaleciendo habilidades que les brinden confianza para generar su proyecto de vida aun en contextos adversos”. El foco del Programa está en la gente que vive en entornos socialmente vulnerables y que muchas veces necesitan un poco de confianza para que vean de lo que son capaces.
“El Programa es totalmente gratuito y las ayudas van desde el armado del CV a tener simulacros de entrevistas con expertos en recursos humanos que seleccionan al personal en las empresas”, explica.
Frenkel agrega que “la mayor parte de contenidos del programa tiene que ver con competencias blandas”. “Se refieren a cómo una persona se desenvuelve con los demás o se relaciona con otra gente. “El desarrollo de estas competencias blandas es algo clave para el programa ya que les enseñamos a los jóvenes como vincularse correctamente específicamente en un entorno laboral y es algo que también pueden aplicar a su vida misma”, sostiene la directora de la ONG.
Una de las claves para el desarrollo de estas competencias blandas está en que las sedes de capacitación del Programa se encuentran dentro de las empresas por lo que los jóvenes previo a conseguir el empleo interactúan y viven de manera directa como es el trabajo en una empresa. “Esta idea de que la capacitación sea dentro de empresas, ayuda a que los jóvenes se puedan adaptar más rápido a como es la lógica de trabajo y que les sea más fácil seguir trabajando en esa empresa una vez que el Programa terminó”, afirma Frenkel.
A su vez, las clases son dictadas por los propios empleados de las empresas en donde los empleados cuentan un poco su experiencia de vida en torno a cómo fueron sus inicios laborales y su historia de vida. “Muchas veces los chicos encuentran similitudes entre su vida y la de las historias de vida que cuentan los empleados y se ven motivados para seguir en la búsqueda de trabajo o de estudiar una carrera universitaria para poder progresar”, sentencia Frenkel. El objetivo del Programa en 2021 es capacitar a 550 jóvenes para que puedan conseguir empleo.
La virtualidad por la pandemia les implicó un desafío al Programa en sí ya que las capacitaciones en tiempos normales eran las sedes de trabajo de la empresa por lo tuvieron que mover sus capacitaciones a un entorno virtual. Esto implicó un trabajo muy grande por parte de los organizadores ya que uno de sus fuertes era el desarrollo de las competencias blandas.
“Si bien este entorno les hizo perder un poco la posibilidad de que los chicos se relacionen y vivan la experiencia de trabajo directa en las empresas, a medida que la situación sanitaria mejoró se pudo ir retornando a la vieja normalidad”, detallan. En tanto, Alicia Verna, voluntaria del Programa en 2020, sostiene que “la conexión no se perdió en la mayoría de los casos, el hecho de que muchas veces no tengan cámara para los encuentros dificulto un poco la relación con los participantes del programa”.
Reinserción en +45
Otro caso es el de la asociación civil Diagonal, que trabaja en la reinserción laboral de los mayores de 45 años que es otro de los segmentos en donde más cuesta encontrar empleo en la Argentina. En muchas búsquedas laborales, la edad es un filtro por el cual se termina eligiendo candidatos por sobre otros.
Milagros Abud, coordinadora general de Diagonal, sostiene que “hay muchos sesgos en cuanto a la gente mayor de edad, muchas empresas prefieren contratar jóvenes ya que piensan que vienen con menos vicios, con una proyección de carrera y que priorizan hacer carrera y pedir menos sueldo”. Estos sesgos se pueden ver en que en la mayoría de búsquedas laborales se pone a la edad como un filtro clave para acceder al puesto.
Desde Diagonal se busca trabajar tanto en la parte técnica como en la parte emocional de las personas que buscan trabajo ya que en muchos casos se encuentran desanimados por la situación en la que están. “ Los dos desafíos que tenemos en Diagonal para trabajar con la gente son tanto en la parte emocional ya que la gente se encuentra con mucha ansiedad y bronca lo que hace que se generen distintas interpretaciones sobre las oportunidades que van a volver a tener para conseguir un trabajo como en la parte técnica debido a que a veces la gente necesita actualizarse en sus tecnologías o volver a hacer el CV”, dice Abud.
Si bien los principales programas que brindan están destinados a las personas, desde Diagonal saben que tienen que trabajar con las empresas para empezar a desterrar los sesgos que hay en el mercado. “El desafío externo que tenemos es que si en el mercado siguen habiendo sesgos de edad y laborales, no va a existir la posibilidad de reinserción de estas personas”, comenta Abud.
Si bien el número de gente que solicitó ayuda desde la fundación de Diagonal en 2007 se mantuvo estable, el año pasado producto de la pandemia hubo un incremento. La virtualidad les trastocó los planes ya que anteriormente a la pandemia los talleres duraban 4 horas y al ser presenciales les brindaban cosas muy ricas como el contacto y hacer un vínculo más fluido con la persona. “El desafío que tuvimos era sobre como llegar a la gente de más 45 de manera virtual, como hacer que se adapten a las tecnologías sin que mucho sepan cómo funcionaban pero todo funcionó mejor de lo esperado”,cuenta Abud.
Con la virtualidad los talleres pasaron a ser de dos horas y se perdió un poco ese contacto cara a cara que había en la presencialidad. Sin embargo, “producto de la virtualidad podemos llegar a más gente en todo el país ya que antes al ser presencial solo llegábamos a la gente que se podía acercar a nuestra sede en Buenos Aires y nos dio la posibilidad de brindar varios talleres de manera simultánea”, concluye Abud.
Una publicación que le cambió la vida
Alejandra Morosin tiene 57 años y llegó a Diagonal en 2019 gracias a una publicación que realizaron en conjunto con la ONG y Accenture, en donde se ofrecía la posibilidad de realizar un curso en conjunto de las dos entidades. Alejandra sin dudarlo se postuló y a partir de ahí todo cambió.
De joven, trabajó como cajera en una farmacia durante 7 años y 2 años como administrativa contable en una empresa metalúrgica. Como administrativa contable realizaba las facturas, sueldos, conciliación de cuentas y libros contables aunque todo esto se frenó luego del nacimiento de sus hijas a sus 26 años en donde optó por dedicarse de lleno a su familia. “Si bien me costó tomar esa decisión, creo que fue la correcta ya que puede dedicarme plenamente a mis hijas y ayudarlas en su crecimiento”, comenta Morosin.
Morosin tuvo una pausa laboral casi de 30 años en donde su ocupación era estar al cuidado de sus hijas y su familia. Ya con sus hijas más grandes, fue ahí donde la posibilidad de volver a trabajar se le cruzó por la cabeza y la publicación que vio implicaba una posibilidad que no podía dejar pasar. Según dice, “Diagonal ayudó a que vuelva a confiar en que podía volver al mundo laboral”.
El curso era de actualización laboral administrativo contable para mayores de 45 años en donde se refrescaban los conocimientos contables y se buscaba incrementar el conocimiento de las personas en relación a las herramientas informáticas. “Una mejor base en relación a las herramientas informáticas me permitió adaptarme mejor al trabajo ya que cuando yo trabajaba todas las tareas se realizaban de forma manual”, detalla Morosin.
Pocos meses después de finalizar el curso, tuvo una primera entrevista en Accenture pero no quedó aunque pocos meses después tuvo revancha y consiguió el puesto de Analista de Cobranzas en Accenture a sus 55 años. “El curso fue clave ya que una vez que lo finalice me sentía en mejores condiciones para emprender una búsqueda laboral”, comenta Morosin.
En cuanto a la adaptación al nuevo trabajo no fue dificultosa aunque como todo trabajo nuevo implica muchas cosas nuevas por aprender. “La compañía estaba compuesta en su mayoría por jóvenes por lo que al principio sentí miradas curiosas ya que era la persona más grande pero la verdad que me ayudaron en la adaptación”, destaca.
Actualmente Morosin a sus 57 años está empezando un nuevo trabajo en Quilmes como Analista de Créditos lo que es un nuevo desafío en su vida. Está cursando su segunda semana en ese trabajo y lo ve como un nuevo aprendizaje en su vida.
Una charla que lo impulsó a seguir adelante
En 2019, Walter Gareca con 17 años y en su último año de colegio en la Escuela Superior 19, se enteró de la existencia del Programa Empujar por una charla que fueron a dar en su colegio. Si bien Gareca al principio no sabía muy bien de qué se trataba sin dudarlo se anotó.
Esa charla mostraba un poco como era el trabajo que realizaba el Programa Empujar y Gareca al quedar encantado con la charla buscó anotarse para poder participar. “En diciembre de 2019 me postule para ingresar al Programa y en febrero me notificaron que ingresaba para realizar la cursada en el año 2020 y mi felicidad fue absoluta”, sostiene Gareca.
Previo a ingresar al Programa, Gareca buscó trabajo por distintos lados pero sin conseguir un resultado positivo. Sin embargo, esto no desanimó a de seguir con su búsqueda. “Tuve varias entrevistas para entrar a distintos trabajos, me decían que mi perfil era el que buscaban pero que buscaban gente de una edad más avanzada”, menciona.
Desde el primer momento en el que ingresó al Programa, tenía la esperanza de salir capacitado y de poder conseguir un trabajo formal gracias a la ayuda del programa ya que previamente Gareca había trabajado pero siempre en el ámbito informal. El Programa no lo defraudó y gracias a eso pudo conseguir ese tan ansiado trabajo formal.
“El Programa cambió mi vida por completo ya que me ayudaron a sacar la mejor versión de mi”, cuenta Gareca. Previo al curso, Gareca era un joven tímido e indeciso al que le costaba hablar en público, algo que con el Programa cambió rotundamente. Esta timidez sin embargo no se desarrollaba en todo los ámbitos de su vida ya que Gareca tenía pasión por hacer freestyle en la plaza en frente de mucha gente y sin trabarse demasiado, algo totalmente opuesto de lo que le ocurría en las charlas laborales. “Lo que más me enseñó el Programa fue la posibilidad de creer en mí y tener confianza a la hora de interactuar con el otro”, señala.
Actualmente, el joven pudo conseguir trabajo en una autopartista donde se realiza partes de autos para distintas marcas de auto y además está estudiando mantenimiento industrial en la Universidad Técnica Nacional. “El trabajo me ayudó en mostrarme lo que soy capaz de hacer y si bien no me independizó totalmente de mi familia, me permitió tener un sustento económico”, concluye Gareca.