Los que aman el fútbol saben que la defensa es tan importante como el ataque. Por eso, siempre viene bien hacer la pausa, levantar la cabeza y volver a empezar desde atrás. Esto se plantea en la muestra “No fue un juego”: mirar a la zaga y buscar en uno de los extremos más oscuros de la historia mundial para generar conciencia acerca de la violencia y el racismo. El fútbol, la excusa.
A principios de 2017, Leonardo Albajari, periodista deportivo, empezó a explorar la relación del fútbol y el Holocausto. Como había tanto por descubrir, convocó a un grupo de colegas para investigar y poder plasmar lo antes posible su idea en una muestra. Así, se sumaron Gustavo Asmus, Guillermo Ibarra y Germán Roitbarg al proyecto.
Dividieron la exposición por banners con textos cortos y fotografías. Además, sumaron acuarelas pintadas por el artista Omar Panossetti y un sector de pelotas intervenidas que hacen referencia a la temática tratada. Ibarra dice que no solo quisieron invitar a los apasionados del fútbol, sino también a los que les gusta la historia y el arte.
“La muestra superó ampliamente las expectativas -confiesa Ibarra-. Hasta ya existe un plan para que se declare de interés nacional”. Actualmente, cuentan con el apoyo del Club Macabi, el Museo del Holocausto y las embajadas de Israel, Alemania, Polonia, Austria y Países Bajos.
Si bien en un principio habían recolectado casi 60 relatos, el equipo de investigadores se vio obligado a elegir once por lo que ese número representa en el fútbol. Sin embargo, no descartan la idea de recopilar en un libro todas las historias mientras planean sus próximos destinos en el exterior como el Museo de Fútbol de Uruguay, el del Holocausto en Chile y Brasil por la Copa América 2019.
Ibarra cuenta que de todo lo investigado, hubo un personaje en particular que los acercó al Museo de River, lugar donde se instaló la muestra por primera vez: Emérico Hirschl, que en 1932 fue el primer DT extranjero fichado en Argentina.. El Mago, como lo conocía el mundo del deporte, era húngaro de origen judío y tuvo que abandonar su país natal para sobrevivir. En Argentina, pasó por clubes como San Lorenzo y Banfield, pero sus momentos de gloria fueron primero en Gimnasia y después en River.
“Usó su fama para hacer entrar judíos al país, se sacaba fotos con los portuarios”, detalla el periodista. En 1938 Argentina firmó la Circular 11, un aviso secreto que indirectamente, restringía el ingreso y negaba la visa a “toda a toda persona que fundadamente se considere que abandona su país como indeseable o expulsado, cualquiera sea el motivo de su expulsión”, pero el Mago logró torcer la norma.
Dirigió al famoso Expreso 33, el conjunto más recordado del Tripero por ser el primer equipo chico que peleó mano a mano el campeonato con los grandes. En 1935, River le compró el pase a Gimnasia por el DT y abrió camino a este negocio en el fútbol argentino. Con el Millonario, ganó 4 campeonatos en sus tres primeros años e hizo debutar en primera a dos grandes figuras de la Máquina: José Manuel Moreno y Adolfo Pedernera.
Así, la dirigencia de River notó que existía una parte representativa con el club, pero sin dejar de lado la lección principal de la exposición.
Ibarra afirma que la repercusión real del apoyo de la institución tuvo que ver con el mensaje de “No fue un juego” y la lucha contra la discriminación, el antisemitismo, la xenofobia y el racismo.