En plena construcción de una sociedad más abierta, representar la diversidad humana y fomentar la moda inclusiva es una necesidad urgente. De a poco, ese mundo elitista, con trabajos y prendas para pocos, se abre a un universo de posibilidades que existe y ya no se esconde. Se diluyen las barreras de género, se agranda el abanico de talles y las personas con discapacidad no quedan excluidas de lo “fashion”.
No obstante, ¿de qué se trata la moda inclusiva? “Una moda inclusiva es aquella que tiene en cuenta a todos los cuerpos y a todas las personas”, sintetiza Daniela Aza, licenciada en Comunicación y activista por los derechos de las personas con discapacidad. Argentina en los últimos años emprendió un camino en este sentido. Para Aza, a comparación de épocas en las que no se hablaba de inclusión y accesibilidad, “hoy tenemos una sociedad más abierta a cambiar. Sobre todo en lo que respecta a la representación, están surgiendo emprendimientos independientes que apuestan a ropa adaptada, algunos de ellos creados por las mismas personas con discapacidad”, agrega la influencer.
Algunos ejemplos son el proyecto que desarrolló el INTI en 2015, a través del cual profesionales diseñaron ropa adaptada para gente con dificultades motrices. O emprendimientos como la pyme “Handy Ropa inclusiva” fundada por Miriam Nujimovich después de haber tenido un ACV. Su principal función es a fabricar y vender indumentaria para personas con movilidad reducida, de la tercera edad y en rehabilitación.
Las barreras en el camino
Sin embargo, la travesía es compleja. De acuerdo, a la investigación “Moda, vestimenta y discapacidad: una mirada sociológica” de la doctora en sociología, Selediana de Souza Godinho, aún persiste el prejuicio de que las personas con discapacidad no se sienten atraídas por el mundo de la moda. “Catalogarnos como exentas del rubro de la moda genera un montón de barreras que tienen que ver con falta de accesibilidad, recursos, personal capacitado. También al pensar en los mismos productos para diferentes necesidades, en vez de un diseño inclusivo para que todas las personas puedan acceder”, ejemplifica Aza.
Maria Schutz, emprendedora del mundo de la moda, vivió la exclusión en carne propia. Pasó toda su vida fabricando su ropa no sólo porque le parecía “más elegante”, sino porque dentro del circuito comercial no encontraba prendas para su tipo de cuerpo. Dispuesta a romper con la dictadura de los talles, en medio de la pandemia lanzó “Mariah Moda Social”, una marca que permite a los consumidores diseñar sus propias prendas y que dona el 100% del dinero recaudado a la ONGs. Su emprendimiento la acercó al modelo y nadador paralímpico, Lucas Poggi, que un día la llamó y le pidió que le diseñara ropa exclusiva.
Lucas fue diagnosticado con mielomeningocele lumbar 3, un tipo de espina bífida que le impide caminar aunque tiene el control del tren superior de su cuerpo. Sin embargo, tras el encuentro ambos decidieron crear juntos una línea cápsula de ropa adaptada a las necesidades de las personas con discapacidad motriz. “Cuando vi lo difícil que era vestirse para una persona que no tiene movilidad, me di cuenta de lo poco que pensamos en el otro. Tenemos tantas cosas incorporadas y que damos por hecho que olvidamos que para muchas personas vestirse es un drama o ni siquiera tienen que ponerse. Hay una gran deuda”, explica Schutz.
Los desafíos
En este sentido, la doctora de Souza Godinho sostiene que al entender lo que pasa con las personas con discapacidad y sus experiencias con la vestimenta surgen los cuestionamientos sobre cómo la ropa habla sobre cada individuo, cómo el vestir comunica y quienes están afuera de la moda. En Argentina, la discapacidad es la principal causa de discriminación de acuerdo al relevamiento que hizo el INADI de las denuncias recibidas entre 2008 y 2019. De los 26.975 casos que contempla el informe, un 20,2% de los reclamos fueron por discapacidad seguido por un 10,8% por motivos de salud. “Esta exclusión en el mundo de la moda es evidente en la falta de representación o visibilidad de las personas con discapacidad, en los locales de ropa que no tienen accesibilidad o apoyos, en los probadores diminutos”, explica Aza.
El gran desafío a futuro es una verdadera inclusión. Los agentes de cambio son determinantes para el surgimiento de nuevas prácticas de moda como la moda inclusiva, según de Souza Godinho. Para esto, cambiar la mirada es clave. “Tienen que surgir aportes y movimientos tendientes a pensar a la discapacidad desde la diversidad y no desde el diagnóstico o la carencia de capacidades.Por eso, invito a los profesionales de la modaa incluir a las personas con discapacidad en los discursos, en sus trabajos y obras así como generar visibilidad y representación para que también otras personas con discapacidad puedan identificarse y reflejarse y no se sientan afuera como muchas mujeres adolescentes que no se sienten representadas”, cierra Aza.