Marcelo de Bernardis tiene 51 años y vive en el barrio de Belgrano, en Capital Federal. Es distribuidor de productos de compresión para atletas, personal trainer, y cronista en medios especializados en maratón. En una entrevista, el atleta dio detalles de cómo vivió la experiencia de correr en las islas Malvinas, una zona tan compleja por la disputa sobre la soberanía.
-¿Cuándo y por qué se introdujo en el mundo del running?
-Todo empezó en el año 2003 cuando salía con una chica que se llamaba Daniela. Ella trabajaba para el Hospital Italiano y me invitó a participar de una carrera para chicos curados de cáncer. Me gustó la idea y lo disfruté tanto que, en el año 2004, decidí probarme en la maratón de Buenos Aires. Por unos azarosos segundos conseguí la marca clasificatoria para el Boston Marathon, Estados Unidos, los 42 kilómetros más prestigiosos y selectivos del planeta. Ese fue el comienzo de mis pasos en el mundo de la maratón.
-¿Cuál fue su mejor marca?
-La obtuve en Frankfurt en 2012. Corrí con cinco grados bajo cero de temperatura. Tardé 2 h 55 min 6 s. También una marca muy significativa fue la de Malvinas en 2009, la segunda vez que participé. La recorrí en 2 h 57 min 22 s.
-De las maratones que corrió, ¿cuál considera la más importante o la más significativa?
-La World Marathon Majors de Berlín en 2013. Tuve una experiencia inolvidable. Compartí la competencia en un mismo escenario con Wilson Kipsang, un atleta superlativo, quien rompió la marca del mundo. También fue increíble participar en la maratón del milenio en Atenas 2010 recreando el mismo camino que recorriera el soldado Filípides, exactamente 2.500 años atrás. Además, participé en la vigésima Scotiabank Toronto Waterfront Marathon, los 42 kilómetros más importantes de Canadá, a pedido de mis sobrinos. Fue muy significativo. En ella finalicé como el mejor atleta latino-sudamericano clasificado. Por último, y lo mejor, haber corrido en Malvinas.
-¿Cómo vivió la experiencia de ser el primer maratonista argentino en participar en las islas Malvinas?
-Haber ido a Malvinas solo en el 2008 fue muy significativo, ya que me convirtió en el primer maratonista argentino en correr en las islas. Como lo fue también en 2009 cuando regresé con tres veteranos de guerra y con mis compañeros de entrenamiento. Y en marzo de este año tuve la oportunidad de correr junto a Fabián López, veterano de guerra, quien combatió según los británicos en una de las 20 batallas “más duras” que contra el imperio libró Argentina. Fui a las islas doce veces y participé en maratones desde el 2008 hasta este mismo año, excepto en 2010, cuando el avión tuvo que cancelar el aterrizaje debido a las malas condiciones climáticas. En 2013 obtuve allí un segundo puesto y después, un tercero en 2008 y 2009. El año que viene me convertiré en el primer ciudadano del mundo en finalizar diez veces el circuito de las islas Malvinas.
De Bernardis tuvo un reconocimiento del Senado de la Nación por ser el primer maratonista argentino en participar en la maratón de las islas Malvinas. Sin embargo, el atleta dijo: “No es algo que saque a relucir” y añadió: “No lo veo como algo tan meritorio, sabiendo el esfuerzo que han hecho nuestros soldados en 1982”.
-¿Quién organiza la maratón de Malvinas?
– El banco británico Standard Charter Bank, el único en las islas. Hoy, Malvinas se convirtió en parte de mi trabajo. Coordino un grupo de amigos que insisten en volver por la experiencia increíble compartida. También, se va uniendo gente nueva.
-¿Pudo interactuar con excombatientes de la guerra y con isleños?
-Sí, no ser veterano de guerra te permite ir allá y mirar para adelante. La comunidad de isleños es pequeña, unos 2800 habitantes. Esto me permitió generar relaciones interpersonales y crear un voto de confianza con ellos a través del tiempo. Son más de quince los excombatientes que volvieron a Malvinas en distintas oportunidades. He hecho grandes amigos.
Debido al complejo circuito de Malvinas, que se caracteriza por desniveles pronunciados y mucho viento, De Bernardis necesitó entrenamientos especiales e intensos para correr en las islas. Los hizo en Mar del Plata y en Parque Sarmiento, en Buenos Aires. Con respecto a su dieta, afirmó que no es tan exigente como antes. “En la época en la que buscaba marcas, entraba en una fase de descarga de carbohidratos. Entonces ingería un 70% de carbohidratos. Luego comía durante dieciocho días filetes de merluza con ensalada, hasta que tres días antes de la maratón comía pastas para sentirme con energía y fuerza el día de la competencia”.
-¿Qué siente cuando corre en las islas Malvinas?
-Para mí correr es como una religión y es una terapia. La maratón tiene que ver con la vida en sí misma; uno puede capitalizar grandes experiencias que lo ayudan a enfrentar las oportunidades que se presenten después. Correr en Malvinas es muy difícil de describir con palabras: es un escenario muy especial, distinto a todos. Tiene la complejidad de un lugar único en el mundo.
-¿Vivió alguna circunstancia que considera inolvidable?
– Mi amigo Marcelo Vallejo, veterano de guerra, volvió a Malvinas en 2009 después de muchos años. Él no pudo dormir la noche previa a la competencia. Nosotros estábamos corriendo la maratón y en la mitad, por el kilómetro 21, se encontró de golpe con el mismo escenario donde había caído su amigo Sergio Azcárate en combate. De repente comenzó a gritar: “¡Amigos, acá estoy, volví por ustedes!”. Yo lo agarré de la muñeca. Un grupo de marshalls, fiscales, que se encontraban a 100 metros, miraban atónitos cómo este participante saludaba a quienes habían quedado para siempre en el monte Sapper Hill. Fue sumamente emotivo correr junto a él. Tengo varios recuerdos inolvidables de ese viaje.