Una encuesta realizada exclusivamente para Punto Convergente revela que el estrés familiar aumentó a partir del cierre de las escuelas. Las consecuencias que se destacan son: el cansancio, el exceso de tecnología y la preocupación por el futuro.
A nivel país, las clases presenciales todavía no son una realidad. En las zonas donde las escuelas permanecen sin clases o clases a distancia, los padres presentan un mayor nivel de estrés que aumenta a medida que haya mala conectividad a Internet, bajo nivel de concentración en sus hijos, y una reacción negativa frente a las medidas del Gobierno.
Realizamos la encuesta “¿Qué sentís frente a las escuelas cerradas?”, a través de una muestra no probabilística, en la cual participaron 490 personas, en su mayoría del Gran Buenos Aires. También participaron residentes de Chaco, Santa Cruz, Tucumán, entre otras provincias que todavía no tienen clases presenciales. Nuestros hallazgos son pinceladas que describen el impacto del cierre de escuelas sobre las dinámicas familiares.
De la encuesta se desprende que las mujeres son quienes demostraron tener un mayor nivel de estrés en comparación con los hombres. El 51% de las mujeres tienen un nivel de estrés alto mientras que los hombres 31%.
Si analizamos en función del estado civil, 6 de cada 10 divorciados presentan el nivel de estrés más alto. En menor medida, los viudos, concubinos y casados. Los que menos se estresan son los padres que no viven juntos.
En cuanto a las edades, quienes más se estresan son los padres más jóvenes que tienen entre 26 a 40 años. Mientras los que están en el nivel de estrés más bajo son los mayores de 60.
Los padres con dos chicos o más representan el nivel más alto de estrés en comparación con los padres con hijos únicos, quienes están en el nivel más bajo.
Los padres con hijos en el nivel primario son quienes se estresan más. Mientras que los padres con hijos universitarios son los que se estresan menos, de este grupo solo un 4% presenta un estrés alto. Por lo cual, a medida que los chicos crecen los padres tienen menos preocupación.
A esta preocupación se le suman las distracciones durante las clases de Zoom/Meet, por ejemplo, cuando los chicos deciden meterse en sitios como YouTube, TikTok e Instagram. A medida que no los niños no pueden concentrarse, los padres se estresan más: un 66% notó que sus hijos tienen bajo nivel de atención. En contraste, 7 de cada 10 chicos con un nivel de concentración alto presentan el nivel de estrés más bajo.
Mientras existe más exigencia en lo virtual, el nivel de estrés es mayor. Los que tienen el nivel más bajo de estrés asisten a 4 y 6 clases por día de Zoom/Meet, mientras los de nivel más alto tienen más de 7 reuniones.
Al bajo nivel de concentración se le suma también las dificultades en el aprendizaje. Entre los trastornos que más aparecieron, se encuentran TDA, TDAH, TEA, y Dislexia. Uno de los encuestados también comentó que su hijo de cinco años “tiene un déficit neurocognitivo, y el cierre de las escuelas echó su avance para atrás”.
Por otro lado, un 84% de los padres respondió que sus hijos consumen más tecnología ahora que antes de la pandemia. Sumado a esto, cuanto peor es la conectividad más alto es el estrés.
Según la percepción de los padres, también se midió la reacción de las familias con respecto a la interrupción de la presencialidad. El estrés es más alto mientras aumentan los sentimientos de tristeza e insatisfacción frente a las medidas. Por el contrario, el estrés es más bajo en las familias que reaccionaron de forma positiva.
En diálogo con Diario Uno, el neurólogo Facundo Manes opinó sobre la problemática: “Hay un gran impacto mental en lo que está pasando con los chicos. Tienen altos índices de ansiedad y de estrés. La incertidumbre que estamos viendo genera ansiedad. Los padres tenemos que actuar diciendo que los vamos a contener”.
Nota realizada en la materia “Metodología de la Investigación”