Punto Convergente

Los trastornos menos visibles de la conducta alimenticia

vigorexia
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La mayoría de las veces cuando se mencionan  trastorno de conducta alimentaria (TCA) lo primero en lo que se piensa es en anorexia, bulimia y sobrepeso. No es erróneo, son los que más se padecen, pero tampoco son los únicos.

Según la Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (ALUBA), en Argentina aumentaron un 350% los casos de patologías alimentarias en los últimos diez años, efecto directo del fuerte culto a la belleza corporal que permanece en la sociedad hoy en día.

Estas enfermedades surgen de a poco, atrapan a sus víctimas poco a poco, obsesionándolos a tal punto que entran en un círculo vicioso del cual no pueden salir. Se sienten mal consigo mismos, por lo tanto, realizan acciones que perjudican su organismo, descubren que les produce satisfacción y los motiva a cumplir un objetivo, pero cuando parece que todo termina, vuelven al principio.

Vigorexia:

A la hora de comprarse ropa una remera el talle es XXL, pero al verse al espejo piensa: “me veo débil, muy menudo”. Acto seguido: ingerir una bebida llena de proteínas, salir de casa y dirigirse al gimnasio. Ese es un pensamiento típico de un vigoréxico, en palabras simples: un adicto a realizar actividad física constantemente.

Se la considera un trastorno tanto compulsivo obsesivo, ya que, la persona que la padece posee una visión distorsionada de su figura física, de manera que se notan extremadamente delgados o sin musculatura desarrollada, lo que produce que generen una obsesión a ejercitarse.

Pero, además, es un trastorno de conducta alimentaria porque lleva a consumir una dieta alta en proteínas, pero también con una gran presencia de recursos artificiales como anabólicos.

Como característica física, poseen muchas lesiones o desgarros por sobrecargas de peso, y con una figura física desproporcionada: una cabeza pequeña con respecto a su cuerpo.

Ortorexia

Es indiscutible que uno de los requisitos para tener obtener el peso deseado es alimentarse de manera saludable, lo cual no está mal, el problema es cuando se transforma en una obsesión.

La Ortorexia es un trastorno alimenticio el cual consta de comer solo un grupo específico de diferentes alimentos, excluyendo a casi la gran mayoría como ser: aquellos que contienen grasas, conservantes, químicos o los que cuyo origen es animal.

Según ALUBA, esta obsesión se desarrolla comúnmente en personas con comportamientos obsesivos-compulsivos y predispuestas genéticamente a ello. La mayoría de estas personas son mujeres adolescentes o jóvenes. Un factor que tiene bastante que ver con la aparición de este problema es el seguir los estereotipos de belleza que las redes sociales, medios (revistas, televisión) o las modelos “influencers” imponen.

La nutricionista Mónica Katz explica en una entrevista a Infobae cuales son las causas que se padecen.

Otro de los problemas de esta obsesión es que no solamente eliminan alimentos de su dieta diaria, si no que no los sustituyen por otros que los equiparen nutricionalmente, generando un mal funcionamiento del organismo. Como consecuencia de esto la persona puede contraer anemia, desnutrición, osteoporosis y falta de vitaminas y minerales.

Existe un mito el cual dice que la ortorexia es una “anorexia nerviosa disfrazada”, esto es porque tienen una similitud que es que pueden llegar a un estado de angustia profunda y pasar días sin comer (pero en el caso de este trastorno es por la ausencia de aquellos alimentos que acepten comer). Pero no es aprobado este mito por muchos profesionales porque aseguran que la ortorexia es la obsesión por la calidad de la comida y no por la cantidad de esta.

Síndrome del comedor nocturno

Anorexia durante el día, atracones durante la noche. Esta es la rutina de alguien quien padece este síndrome. La pregunta es ¿Por qué ir de un extremo al otro?

Esto es porque quienes lo padecen tienen una tendencia de levantarse de la cama a medianoche (en muchos casos lo realizan en un estado de somnolencia) y se dirigen a las heladeras, alacenas de sus hogares a ingerir una gran cantidad de comida alta en calorías: chocolates, alimentos altos en azúcar y cargados en grasas, acto seguido, tratan de irse a dormir, pero sin conseguirlo ya que tanto atraco les genera insomnio.

A la mañana siguiente es cuando recuerdan el episodio anterior y llega la culpa. Tras un estado de angustia deciden revertir todas esas calorías de alguna forma y deciden no comer por un tiempo prolongado evitando la mayoría de las comidas diarias. El problema es que cada hora que pasa acumulan más apetito hasta llegar la noche y así se cumple de nuevo el ciclo.

Este trastorno es detectado en mayor medida en mujeres de entre 30 y 40 años, en cambio en los hombres los casos se dan en menor cantidad. El por qué se despierta este problema se lo vincula con estados de estrés, depresión y ansiedad.

“Las situaciones que más se asocian como desencadenantes de estrés en estos pacientes incluyen conflictos familiares, ruptura de relaciones sentimentales, y aislamiento socio-emocional. También se observa en estos pacientes un descenso de su autoestima, un incremento de sentimientos relacionados al descontrol y la utilización de la comida como un ansiolítico que permite la conciliación el sueño, quedando presos de ese mecanismo disfuncional” afirma el psicólogo Luis Mazzón.

Las consecuencias del comedor nocturno pueden derivar en patologías como son la diabetes, alteraciones en los niveles de colesterol en sangre o el sobrepeso y obesidad. O todo lo contrario, bulimia o anorexia”.

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