En Argentina, la medicina animal no progresa a la par de la medicina humana. Los centros veterinarios alegan que no reciben los insumos necesarios para los tratamientos debido a las dificultades para importar. Hay faltantes de todo tipo de productos y alimentos balanceados. Este escenario dificulta el adecuado cuidado de los animales.
Las instalaciones veterinarias en Argentina son precarias y pequeñas y son pocas las que cuentan con máquinas para radiografías, ecografías y otros estudios. En general las que están tecnológicamente más equipadas son las clínicas que funcionan las 24 horas, pero tampoco dan abasto. Las consultas son muchas y los equipos y médicos son escasos, en consecuencia no todas las urgencias pueden ser atendidas a tiempo y los minutos cuentan cuando se trata de vida o muerte.
El día lunes 28 de marzo el Centro Médico Veterinario Belgrano recibió a Benicio, un perro pinscher de 9 años con un cuadro incierto que solo manifestaba dolor abdominal, por lo que luego de la aplicación de un calmante fue dado de alta. El martes, su dueña Susana Soriano volvió a llevar a la mascota al centro médico puesto a que no mejoraba y continuó así durante el resto de la semana, luego de que detectaran que tenía una importante infección pero sin poder determinar el foco. El animalito desmejoraba y su familia se empezó a convencer de que no había nada más por hacer.
El 1 de abril, Benicio volvió al veterinario en muy malas condiciones y los médicos Gregorio Itovich y Ángel Sinagra, fuera de su horario de trabajo, decidieron realizar diversos estudios para dar finalmente con el diagnóstico correcto. El animalito había ingerido un hueso de pollo que estaba depositado en su esófago. El paso a seguir era contactar a un endoscopista que ingresara en su organismo para determinar la gravedad y la posible solución.
El encargado de realizar el procedimiento fue el doctor Mauro Mattiussi, uno de los pocos que cuenta con todos los equipos para este tipo de intervenciones y por esto es el más solicitado. El sábado 2 de abril atendió a Benicio luego de dar un pronóstico negativo a la familia por la gravedad del asunto. Luego de alrededor de una hora y media el tratamiento había finalizado de manera exitosa, logró extraer el hueso y evitó llegar a una cirugía, en la cual corría riesgo la vida del animal.
“Fue un milagro”, declaró el doctor Sinagra al día siguiente durante una evaluación. “En 34 años de carrera nunca vi una cosa así”, aseguró Itovich. Los veterinarios confiesan que el caso era imposible debido a su gravedad.
Si el caso hubiera tratado de un humano hubiera sido más sencillo, puesto a que la tecnología es superior y más variada. Asimismo, Capital Federal es una ciudad privilegiada en cuánto a estos temas, ya que cuenta con más posibilidades que el resto del país, incluso quedan detrás grandes provincias como Mendoza.
La activista mendocina María Isabel Soriano que lucha por los derechos de los animales, colabora con varias protectoras y veterinarias y aloja animales en tránsito en su hogar, al enterarse del caso lo compartió con sus contactos. Entre ellos, el médico veterinario Pablo Villanueva aseguró que en Mendoza no existen médicos endoscopistas para animales y que en casos como los de Benicio los animales se mueren ya que no hay nada que hacer por ellos.
Es importante crear conciencia respecto de estas carencias puesto a que una gran mayoría de la gente que tiene mascotas está dispuesta a hacer hasta lo imposible por curarlas cuando están enfermas. Si los héroes y los recursos son escasos las esperanzas de los amantes de los animales seguirán decreciendo.