Si bien el 43% de los argentinos prefieren el papel como principal soporte para leer libros, el formato digital gana adeptos. Qué dicen los representantes de la industria.
“¿Entramos?“, es la pregunta que se escucha siempre en las afueras de la librería Ateneo Grand Splendid, ubicada en la Avenida Santa Fe en la Ciudad de Buenos Aires. Librería famosa por haber sido un teatro en el pasado y ahora poseer casi cuatro pisos repletos de libros de todos los autores y editoriales posibles, conservando la estructura teatral intacta.
Las librerías siguen siendo sitios visitados pese a las transformaciones a formato digital de los libros. Comprarse un libro impreso para mucha gente es una experiencia única: poder tocarlo, olfatear el aroma de hojas nuevas y recién impresas; poder guardarlo en una biblioteca y verlo allí, no tiene comparación.
La disputa que se da en la actualidad es sobre que formato de lectura es mejor o más apto. Para muchas personas el libro de papel es único mientras que para otras el amor por la literatura es indiferente al formato en el que se lee, sea impreso o un ebook.
“Lo crucial es formarse como lector crítico y reflexivo desde pequeño”, setencia comenta Claudio Meza, miembro de la Dirección General del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Y agrega: “Mirando la historia de la lectura, nació con las primeras escrituras hace 5000 años. El libro como producto cultural nace con la aparición de la imprenta. Con una doble mirada retrospectiva y hacia el futuro vemos que el libro como “unidad lectora” tiene 600 años, las nuevas tecnologías entre 100 y 13 años (el smartphone). Todo está por verse”.
Argentina, junto a otros países como Colombia, Perú y Chile, se encuentra distante del uso masivo del libro digital por parte de la población. Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales de 2017, el 43% de los argentinos prefieren el papel como principal soporte para leer libros mientras que solo el 10% lee en formato digital.
Libranda, el líder en distribución de libros electrónicos en España, América y Estados Unidos, establece que durante 2018 el país donde más se vendieron libros digitales por unidad en América fue Estados Unidos con un peso del 9,6% en el territorio, mientras que Argentina tuvo un peso de tan solo el 5,3%.
Sin embargo, los tiempos difíciles de la economía argentina obligan a muchas personas a buscar alternativas para no gastar tanto en libros. Por lo general los libros impresos son caros por el precio de importación que poseen, al igual que el costo del papel. Un ejemplar de lanzamiento reciente como “Instituto” de Stephen King cuesta alrededor de $1330, mientras que en tiendas de libros digitales como Amazonsu precio es tan solo de $830, o incluso en Bajalibros que cuesta $420.
“Yo trato de usar más el kindle (ebook) para no desperdiciar tanto papel, pero no puedo abandonar el libro impreso”, comenta Conrado Hormachea de 19 años, estudiante de ingeniería mecánica del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
En este sentido, Roxana Bavaro, periodista jefe de prensa en Riverside Agency y ex responsable de prensa de Penguin Random House afirma que el formato de lectura “es una elección de los consumidores”.
“Los consumidores gustan de tener el objeto en la mano. Coleccionarlo, guardarlo en una biblioteca aunque le ocupe espacio y polvo. Verlo, mirarlo y olerlo. El libro como tal, es una experiencia que excede solamente a la lectura, que es lo que te puede dar un ebook”, explica
Bavaro afirma que “el ebook ha tenido una entrada muy tímida en la Argentina. Tan tímida que no se termina de instalar aún, cuando ya están practicando con otras estrategias como los audiolibros. Sin embargo el mercado argentino a diferencia de otros países como Estados Unidos es prácticamente de papel”.
Con respecto al trabajo de las editoriales de libros en este proceso de digitalización, Bavaro afirma que “el trabajo de las editoriales sigue siendo el mismo: lograr libros de calidad literaria y de interés cuando son de no-ficción”.
Según la Cámara Argentina del Libro (CAL), la proporción de obras en formato digital no varió mucho desde 2012. Por lo tanto el libro digital no está reemplazando al libro impreso. La única diferencia está en su distribución: gran parte de las publicaciones digitales son gratuitas y se hallan fácilmente en la web. En 2018 el 41% de la distribución de los libros digitales fue gratis. Las editoriales de libros están comenzando a optar por lanzar las obras en ambos formatos.
En la actualidad es muy fácil entrar en la web y buscar el formato PDF del libro que queremos o simplemente una parte del mismo. Incluso estudiantes de escuela secundaria y universitarios optan por crear plataformas web para cargar documentos que costaría dinero imprimirlos y luego almacenarlos en su computadora. De esta manera, recurren a ellos cuando sea necesario sin tener que llevar un libro físico a todos lados.
La tienda digital Mercado Libre también se volvió una alternativa interesante para editoriales e independientes que quieren vender y distribuir sus libros de una manera más sencilla y rápida, pero sin variar mucho en el precio de lo que saldría comprarlo en una librería.
Axel De Lisa, supervisor responsable de contenido y layout de Cúspide, explica que cuando aparecieron los libros digitales “se comentó con mucho miedo lo que podría pasar con los libros de papel pero nunca hubo una gran penetración en el mercado”. El ebook pudo sumar otros lectores más que llevarse a los que había de libros físicos. El castigo hacia el libro impreso fue en el período que surgieron las fotocopias o la impresión falsa, pero se superó.
“El crecimiento siempre fue muy bajo y creo que tiene que ver con el tipo de comprador que hay en la Argentina y la cantidad de librerías. Tenemos una sociedad con un nivel aspiracional fuerte, que quiere tener libros de papel porque da prestigio tener una biblioteca en casa”, comenta De Lisa sobre el consumo del ebook.
Por otro lado, el Supervisor de Cúspide cuenta que el único prejuicio del libro de papel nunca fue el ebook ni el precio. Lo que “mata” a las librerías es el tema del costo fijo de los locales y traslados del IVA, ya que los libros no tienen y los alquileres si.
En Argentina queda claro que el libro de papel es muy fuerte en lo social y cultural para las personas, y en lo económico para el mercado. Las generaciones venideras son las únicas que pueden optar por cambiar los niveles de consumo de libros. Sin embargo, De Lisa comentó que es del gusto de muchos adolescentes coleccionar sagas de libros. Ejemplo de ello son las sagas de Harry Potter (casi ocho libros) o Juego de Tronos (10 libros).
El soporte digital aún no se volvió amigable para la sociedad argentina que es muy estricta con respecto a la forma de adquirir libros y se siente cómoda con una biblioteca en los hogares. ¿Cambiará la forma de adquirir libros de la sociedad argentina en los próximos años con nuevas y mejores tecnologías?