El 10 de diciembre de 2019, Alberto Fernández junto a su equipo asumió la presidencia del país con una difícil tarea económica: contener el tipo de cambio; controlar y reducir la inflación del 53,8% al mes de diciembre; volver a transmitir confianza en los mercados y afrontar los vencimientos de los pagos al Fondo Monetario Internacional.
La Argentina venía inmersa en severos problemas económicos que se profundizaron posteriormente a las elecciones PASO del año 2019, donde se generó una falta de confianza al gobierno de Mauricio Macri. Ante este último antecedente, los mercados vieron en la candidatura de Fernández grandes riesgos a la apertura de la Argentina con el mundo y debido a la participación de Cristina Kirchner descontaban una vuelta del populismo en el país.
Panorama general
La Argentina es un país que se acostumbró al déficit fiscal y al superávit. “Desde 1961 hasta 2019 hubo déficit fiscal en 52 años de 58 posibles”, comentó Elio Cantarutti, analista en Mercados 3.0.
El déficit fiscal constante fomenta la emisión monetaria constante, lo que genera un impacto directo en la inflación. Cantarutti, trader activo en la Bolsa de Buenos Aires, daba un ejemplo: “Pensemos si tuviéramos una economía con solo 2 bolsas de cemento y dos billetes de 100 pesos, cada bolsa de cemento valdría 100 pesos, ¿qué sucedería si adicionamos dos billetes de 100 pesos más a esta economía? ¿Cuánto valdría cada bolsa de cemento? Pues 200 pesos cada una. ¿Cual es el nivel de inflación en este caso?”.
El financiamiento público es otra de las vías de financiamiento adoptadas por Argentina. Dado el panorama de un déficit fiscal permanente, el nivel de deuda se incrementa haciendo caer al país en default por la imposibilidad de pagos.
A estos dos problemas de endeudamiento que tiene el país se le suma uno de sus mayores problemas que tapa una posible recuperación nacional, la restricción externa, dada en Argentina por dos principales causas: la incapacidad del sector exportador y la deuda contraída.
El sector exportador, desde hace años, está encerrado en una excesiva presión fiscal dada la necesidad de Argentina en generar ingresos para poder contrarrestar el endeudamiento y el gasto público. Esto da como resultado un país que produce y exporta poco, por lo que se mantiene de importaciones por lo que se genera “un déficit en la balanza de pagos que se financia nuevamente con deuda” según Cantarutti.
Una vez que las fuentes se cortan las fuentes de financiamiento, el gobierno corrige la balanza de pago mediante la devaluación del tipo de cambio con impacto directo en las importaciones, lo que genera que la producción se frene debido a la falta de insumos. La devaluación genera una subida de precios por lo que también una pérdida en el poder adquisitivo de los salarios llevando al país a la recesión.
La crisis sanitaria que se transformó en crisis económica
En marzo 2020 se registran los primeros casos de coronavirus covid-19 a la Argentina, un virus que fue declarado “pandemia” por la Organización Mundial de la Salud. Con antecedentes en China, España e Italia, Argentina se veía en frente a una crisis sanitaria y económica que al día de hoy los países del primer mundo no han podido controlar. El viernes 13 de marzo, Fernández, en conferencia de prensa, habló sobre los peligros de este virus y dio la recomendación de que se queden en sus casas las personas que tenían la posibilidad. Tras el avance del covid-19 en el mundo, el Presidente decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio a través del DNU 297/2220.
El Coronavirus está generando graves problemas económicos a nivel mundial debido a que, por las decisiones de las empresas y de los gobiernos, se está produciendo un parate productivo y una caída abrupta del consumo que genera pérdidas económicas en el estado, empresas y comercios.
Estados Unidos es uno de los principales afectados debido al covid-19 ya que cuenta infectados más de uno millón y más de 70.000 muertos, se solicitaron 26 millones de subsidios por desempleo en el último mes generando un retroceso en el nivel de empleo, con 4 millones en la semana finalizada el 24 de abril.
Estados Unidos es uno de los países que marcan el rumbo a nivel bursátil de la economía mundial. El Standard & Poor’s y el Dow Jones son dos indicadores de referencia que muestran el proceso industrial dando una referencia de la capitalización bursátil del país. El S&P 500 muestra la capitalización de las 500 empresas más grandes del país, y el Dow Jones muestra la capitalización de las 30 empresas más grandes.
Para ejemplificar esta caída productiva, desde la asunción de Donald Trump en Estados Unidos el 20 de enero de 2017, el SP 500 (índice que abarca la capitalización del 80% del mercado estadounidense) había subido de 2287 puntos a 3225 puntos, un aumento productivo del 41%. Hoy, el S&P 500, se encuentra en 2721 puntos, un descenso del 15% pero que reduce a la mitad todo el aumento productivo generado en el curso del gobierno de Trump.
Hernán López Cepero, country manager southern cone de CEVA Salud, laboratorio francés que cuenta con aproximadamente 5.000 empleados a nivel mundial y con presencia en Argentina, comentó que en su empresa se produjo una caída del consumo que “aunque CEVA sigue comercializando pero a menor ritmo es menor el dinero disponible para el consumo por lo que también hay menor oferta de otros servicios”.
Por otro lado las empresas están transcurriendo una etapa en la cual son muy dependientes una de otra, ya que la crisis de una empresa funciona como un dominó en la cadena de pagos que en la opinión de López Cepero “la dificultad o limitación de pagos corta el circuito comercial”.
Para dar una referencia del fuerte momento económico por el que está transcurriendo Argentina y el mundo, el Fondo Monetario Internacional prevé una caída del PBI nacional del 5,5% y en el mundo del 3% “un resultado peor que la situación transcurrida en el 2008 y 2009” indicó el organismo económico.
Esta crisis mundial, sumada a la debilidad de la economía argentina, es una combinación que presenta riesgos muy grandes para nuestro país en lo inmediato.
La toma de deuda, el préstamo del FMI y el Gobierno de Fernandez
Durante el gobierno de Macri el, estado nacional acordó junto al Fondo Monetario Internacional un programa Stand By por U$D 50.000 millones con una duración de 36 meses. Préstamos que tenía por objetivo “transitar las turbulencias internacionales minimizando el impacto sobre la economía argentina”. Ante la negociación del préstamo, Argentina presentó un plan económico a implementarse durante el programa que, según el gobierno, era un plan consistente y sostenible tanto económica, social y políticamente.
Los ejes principales del plan eran reducir el déficit fiscal en 2019 para poder equilibrarlo en 2020 y fortalecer la autonomía del Banco Central para poder establecer metas de inflación factibles, la recompra de letras intransferibles en poder del BCRA y la reducción del stock de LEBAC. Ante estas premisas, se autorizó el préstamo del FMI.
Lopez Cepero, ante la pregunta sobre la situación política-económica Argentina aclaró “la crisis en esta etapa de Fernández no es un problema puntual político económico de Fernández sino de lo que trae el Coronavirus impactando en la economía. Paralización de las industrias y caída abrupta del consumo. El gobierno se ve obligado a realizar inversiones en salud sin tener ingresos (impuestos) genuinos y destinar fondos para ayuda especial a la población”.
Cantarutti considera que la “situación con el FMI no dista de la situación con los otros acreedores. La deuda con el FMI con fuertes vencimientos en 2022 y 2023, dado el panorama actual, es imposible de afrontar.” Por otro lado, en consulta sobre la renegociación de la deuda, comentó que “el Gobierno debe buscar un nuevo acuerdo con años de gracia para intereses y principal con una mejor distribución temporal que facilite su cumplimiento”.
Situación económica nacional
López Cepero comentó sobre la situación de su empresa ante esta crisis económica global. “A nivel mundial se implementó la cuarentena obligatoria para evitar la circulación del virus y poder aplanar la curva de contagio. Nos encontramos dentro de las actividades que siguen funcionando por estar exceptuadas. (…) Somos parte de la cadena básica de alimentación, y es por ello que adicionalmente estamos obligados a poder suministrar y asegurar la cadena de abastecimiento.”
Ante las posibilidades de que se corten las cadenas de pago el Director del cono sur de CEVA expresó: “Esa es la gran complejidad en nuestra industria. Muchas empresas no están pudiendo hacer frente a los pagos, cubrir sus cheques . Asimismo las medidas adoptadas tienen los bancos cerrados y la no movilización de los equipos comerciales genera un Freno en la cadena de pagos.”
La crisis del petróleo y la guerra comercial entre EEUU y China
La economía de los países está integrada. Alteraciones en los planes político o económicos de otros países genera un impacto en el comercio exterior.
Lopez Cepero, también Master en Finanzas explicaba que “a caída del valor del petróleo generó un impacto enorme en las bolsas del mundo; generando caídas en las cotizaciones de diversas compañías”.
El mundo está bajo tensión en donde los tres mayores productores de petróleo (EEUU, Opep y Rusia) a nivel mundial están manejando el precio del petróleo en una guerra comercial que produce la caída de los productores de petróleo que no pueden solventar precios del barril de petróleo menores a su gasto para conseguirlo.
Por otro lado, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha provocado barreras arancelarias que generan tensión constante que afecta directamente a las economías de estos países. López explicaba que “las bolsas tienden a caerse dado que impacta en compañías de tecnologías con negocios en ambos países”.
Reestructuración de la deuda nacional
Argentina corre contra el tiempo, el ministro Martín Guzmán presentó un proyecto de reestructuración de pagos que tiene como fecha límite el 22 de mayo de 2020, fecha en la que, de no ser aceptado, el país entraría en default. El ministro explicó que la propuesta implicaría que “no se pagaría nada en 2020, 2021 y 2022, se pagaría un cupón promedio de 0,5% en 2023 y esas tasas irían creciendo hasta niveles que son sostenibles”, una oferta poco atractiva para los bonistas.