Una difundida lectura panorámica del desempeño electoral del pasado domingo 22 de noviembre nos remite a algo evidente. Vale decir, a la vinculación del éxito de Cambiemos con el desempeño electoral de las provincias “centrales”, geográficamente hablando, a las cuales cabría añadirle la situación excepcional de la norteña Jujuy.
Ahora, entiendo que también pueden hacerse otras lecturas. Como que el éxito, amén del desequilibrio fundamental protagonizado por el electorado cordobés, que acarreó más de 900 mil sufragios, lo que supuso una cifra holgadamente superior a los 700 mil votos mediante los cuales Cambiemos superó al Frente para la Victoria (razón por la cual bien lícito resulta decir que Córdoba se erigió en pieza clave de la derrota oficialista), resultó de la confluencia del comportamiento electoral de los sectores rurales más dinámicos, vinculados con la producción primaria destinada a la exportación (entiéndase electorado rural de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza y Santa Fe), y por lo tanto, especialmente sensibilizados a los erráticos vaivenes de la política económica, con el de los sectores urbanos dotados de mayor independencia de criterio, tanto por su libro acceso y evaluación de la información, como debido a su autonomía respecto de las prácticas clientelares basadas en el otorgamiento de auxilios y/o subsidios por parte de la Administración.
Ahora bien, quiero llamar la atención sobre un fenómeno en torno del cual, según creo, aún no se ha dicho nada. Me refiero a desempeño electoral de las capitales provinciales.
En este sentido, y dejando de lado la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –la cual, obviamente, no cuenta con un distrito capital-, corresponde subrayar que si bien Cambiemos triunfó sólo en ocho de los veintitrés distritos restantes en juego, lo cierto es que también triunfó en catorce de los veintitrés distritos capitales.
O sea, que además de ganar en Córdoba capital, Paraná, San Salvador de Jujuy, La Rioja capital, Mendoza capital, San Luis, Santa Fe (siendo Santa Rosa la única capital perdida respecto de una provincia en que el desempeño de Cambiemos fue exitoso), el binomio Macri-Michetti triunfó en La Plata, San Fernando del Valle de Catamarca, Corrientes capital, Posadas, Salta, San Juan y San Miguel de Tucumán.
Señalado lo anterior, repárese en que de los 12.900.000 votos de Cambiemos, más de 2.600.000 se obtuvieron en las ciudades capitales, en tanto que de los 12.200.000 del Frente para la Victoria sólo 2.000.000 se obtuvieron en esas poblaciones.
Esto quiere decir que el 20% de los votos de Cambiemos provino de las ciudades capitales (o sea, 1 de cada 5), en tanto que el desempeño del Frente para la Victoria en las mismas ciudades sólo le significó un 16,70% de su capital electoral.
Si se examina de otra manera, puede verse que la diferencia alcanzada en las ciudades capitales entre Cambiemos y el Frente para la Victoria fue más o menos la misma que separó a los dos binomios presidenciales en el conteo final.
Dicho lo anterior, queda claro que la dependencia del caudal electoral proporcionado por las ciudades capitales fue mucho mayor en el caso de Cambiemos que en el del Frente para la Victoria.
Expresado numéricamente, en 17 de 23 distritos, el peso del caudal electoral proporcionado por las ciudades capitales respecto del total de votos provinciales fue mayor para Cambiemos que para su contrincante. Y en los caso de Corrientes, Formosa, La Rioja, Neuquén, Salta y Tierra del Fuego, superó el 50% del total de votos obtenidos en toda la provincia respectiva.
Por otra parte, excepto las situaciones de Neuquén, San Luis, Santa Fe, Santa Rosa y Ushuaia, en el resto de las capitales provinciales el binomio de Cambiemos obtuvo un mejor desempeño en la cabecera de las provincias que en el resto de los territorios distritales, superando el 1% (Rawson), el 2% (Viedma), el 3% (Córdoba capital), el 4% (San Fernando del Valle de Catamarca y Paraná), el 5% (La Rioja, Resistencia, Río Gallegos y San Salvador de Jujuy), el 6% (Corrientes capital), el 8% (Salta y Santiago del Estero), el 9% (Formosa y La Plata), el 10% (San Miguel de Tucumán), el 12% (Mendoza capital), el 13% (Posadas) y hasta el 17% (San Juan).
Queda claro, pues, que el desempeño electoral de Cambiemos debió mucho al comportamiento de estos sectores urbanos. Atender a su idiosincrasia y expectativas tendrá mucho que ver con el sustento y viabilidad del próximo gobierno.
Por su parte, un porcentaje significativo del caudal electoral del Frente para la Victoria dependió del comportamiento de sectores rurales vinculados con economías no ligadas a las exportaciones.
En tal sentido, da la impresión de que su lealtad electoral tiene mucho que ver hoy día con la aplicación de políticas de contención social, y, a futuro, con las mudanzas que pueda imprimir en ellos un acceso palpable a una mayor dosis de prosperidad.