Con tan solo 22 años, Marcos -o Luciano No Sé Cuánto– conquistó las redes sociales con el personaje de Yago. Quién está detrás del influencer que imita, con mucho humor, a los famosos que reciben regalos de las marcas.
Estaba en su casa, en la localidad de Burzaco. Se miró al espejo. Se había puesto una bikini, pequeña, con un bóxer debajo de la bombacha. Algo no lo convencía. «Mmm, esto es un montón», pensó. “Ahí fue la primera vez cuando dije ‘no sé si quiero ir tan lejos, todavía’”. A veces, Luciano, Yago, tiene límites.
“Con esto de la cuarentena estaban los influencers recibiendo regalitos de acá, regalitos de allá. Entonces dije ‘tengo que hacer una parodia de un influencer que no deja de ser un vendedor’”. Así nació Yago, el primer personaje con nombre y desarrollo de Luciano No Sé Cuánto. No Sé Cuánto es el apellido artístico de Marcos Luciano, y también el único que da cuando se le pregunta. No sabe cuánto porque hoy puede ser un personaje y mañana otro, hay días en los que juega al influencer siendo Yago, otros en que se dedica a imitar tonadas de otros pagos y veces en que perrea agarrado de un tender en el living de su casa. De cualquier forma, 33.000 personas lo siguen en sus locuras vía Instagram y más de 73.000 lo eligen en TikTok.
“Luciano, yo, soy actor”, se presenta. En 2014 empezó a estudiar actuación en una escuela privada en la Ciudad de Buenos Aires, aunque desde siempre estuvo dispuesto a participar en los actos escolares. En sus últimos dos años de secundaria le tocó interpretar a Pablo Escobar en un simulacro de juicio oral para la materia Derecho. Fue ahí cuando confirmó su amor por el arte escénico: “Siempre quise ser un Teen Angels”. “Ahí fue cuando todos lo vimos como el artista”, recuerda Eliana Aquino, su ex profesora de Literatura del secundario que hoy se convirtió en amiga.
Ya egresado del colegio, se metió a estudiar la licenciatura en Actuación en la Universidad de las Artes. “Estuve dos años nomás y después dejé porque no me hallaba”, relata. “Ahora me gustaría dedicarme a la actuación frente a cámara, esto de hacer videos, dejar un poco de lado el teatro, que es donde ya hice varios años”, sueña en voz alta.
Yago es hombre y se llama de esa forma porque a su creador, Luciano, le gustaba el sonido del “ya” y buscando en Google nombres con Y, después de descartar Yamil, lo encontró y lo eligió. “Mirá, mi nieta no la usa, yo sé que vos la vas a usar”, le dijo una vecina al actor entregándole una peluca corta rubia, la que hoy le da vida al personaje más querido por los seguidores. Para él, “la ropa no tiene género, puede usar de mujer o de hombre, no hay problema con eso”. Yago es una diva: usa vestidos pomposos de princesa de Disney, capelina rosa, tops cortos, corpiño deportivo, calzas, polleras, vestidos de bengalina y también las mismas prendas que usa a diario Luciano, pero lo que definitivamente nunca falta es la cabellera blonda. Hoy, descansa en un maniquí para no arrugarse.
Yago desfila sobre veredas rotas, con paredes de ladrillo de fondo, se acuesta sobre una mesa para emular una visita a la estética “vivir sin pelos”, en donde es depilado por una vecina amiga usando cinta de papel, juega a ser dueño de un showroom desfilando frente al espejo de su cuarto con paredes azul oscuro y un ropero enorme con cajas arriba de fondo, hace un falso sorteo de productos de limpieza desde la ducha y otro de frutas y verduras sobre su cama. “A Yago creo que todos lo amamos, Yago es un personaje re copado, que hace reír mucho y nació también así, de él, de tanto quizás pensar y de un momento para otro se le ocurrió y está muy bueno el personaje”, dice Agustina Passera, una amiga de Luciano que siempre intenta ayudarlo difundiendo los videos.
“Luciano siempre fue como el artista de la clase -asegura Eliana-. Cuando terminó la escuela en el 2015, él, digamos, confió ciertas cosas de su vida, como que se apoyó en algunos profes para contarnos una etapa de su vida y pedirnos ayuda. Estaba como muy contrariado y bueno, acudió a nosotros”, recuerda. Finalmente, ella, Luciano, el profe de matemática y la profe de inglés conformaron un grupo de amigos que hasta el día de hoy sigue reuniéndose y sirve de apoyo al actor en su camino artístico. “No le gusta escuchar consejos, es como ‘lo quiero hacer todo a mi manera’ y claro, uno desde la diferencia de edad trata de aconsejarlo”, dice Eliana, que le lleva 10 años.
Luciano comenzó en febrero, con 22 años recién cumplidos, a publicar contenido actoral en las redes sociales. Lo primero fue una parodia de un video de la tevé paraguaya que, si bien tuvo éxito, no se movió por fuera de sus seguidores. Continuó, ya empezada la cuarentena, con videos explicativos en Instagram de las distintas tonadas que aprendió a hacer solo, “de oído”: paraguaya, española, colombiana, salteña, e incluso enseñó a imitar las distintas formas de hablar de los vendedores ambulantes.
“Yago, a mí personalmente, no es el personaje que más me guste de él. Me encantan las imitaciones, me parece que las tonadas son perfectas. Es más, cuando nos juntamos, le decimos: ‘Ay, ¿podés hacer el colombiano?’, porque le sale perfecto”, relata Eliana.
Fue recién en mayo cuando logró viralizar su contenido en TikTok y atraer gente a Instagram. Se hizo la cuenta gracias a la “insistencia de varias personas”, supone Eliana, aunque no le parece casual que justo el mismo día en que ella se lo sugirió, él la creó. Yago nació con una publicidad de mandarinas. El actor apareció en un video agradeciendo a “La verdu by Richard” las mandarinas criollas que le había enviado y destacando su jugosidad, dulzura, facilidad para abrirlas y el “aroma frutal como si tuvieras un perfume tropical importado” que dejaban en las manos. Ricardo es su verdulero y jamás le regaló nada. “Yo dije ‘tengo que hacerlo con algo bizarro’. Ningún influencer va a hacer las mandarinas. Ahora hacen de todo, vamos a decir la verdad”, explica Luciano. En marzo tenía 800 seguidores en Instagram y ahora tiene más de 30.000. Agustina Molteni, ex compañera de trabajo y amiga del actor, cuenta: “El otro día vino a mi casa a comer y fuimos a comprar al almacén de acá a la vuelta de mi casa y hasta la almacenera lo reconoció. ‘Vos sos Yago’, le dijo”.
“Es una cosa arriba del escenario y otra abajo”, asegura Eliana. “Cuando está actuando, sí, es como vos lo ves, como desinhibido y no tiene vergüenza y demás, pero después en circunstancias normales, no, no es así. Duda mil veces antes de hacer algo y nosotros le decimos: ‘Pero dale’, qué sé yo. No, no lo hace, no es que es el primero que se sube a, no sé, a cantar karaoke, por ejemplo”, explica y añade: “No es así extrovertido, le cuesta aparte confiar mucho, viste. En él mismo, que siempre se lo decimos, y en los demás también, entonces es como que no arranca”. “Al no confiar tanto en él, entonces no se permite ser completamente Luciano”, sentencia. Sin embargo, aclara: “Como lo ves en los videos, cuando toma confianza, te vivís riendo”.
Camila Lamarche, amiga y también ex compañera de trabajo afirma que “definitivamente” Luciano “no es tan intenso como Yago, su personaje, pero sí es muy divertido”. “Es extrovertido y cómico cuando está con su grupo más íntimo. Con personas que no conoce es más reservado”, añade. Por su parte, Agustina Molteni enfatiza: “Me hace reír, es gracioso, todo el día, no para ni un segundo de hacer chistes, o sea no es que para en algún momento. No, en ningún momento”, y aclara: “Obvio que en las redes capaz un poco exagera”.
Hasta agosto, trabajaba en un local de ropa en el Boulevard Shopping de Adrogué, pero debido a la larga cuarentena y el descenso de las ventas, el negocio tuvo que cerrar y Luciano se quedó sin trabajo, luego de estar más de dos años ahí. Con anterioridad, trabajó en un call center, pero terminó renunciando, y participó de una obra de teatro en la que cobraba una mínima parte del total de las entradas. “No sabíamos cuando lo fuimos a ver y terminaba desnudo de la parte de atrás”, recuerda Eliana.
“Yo tengo eso como actor, a mí no me importa de qué se trata el papel, yo lo voy a hacer porque arriesgo y porque me gusta”, explica Luciano.
Y de hecho, todas sus amigas destacan su versatilidad. “Durante toda la obra vos lo veías en un papel completamente distinto, viste, como más… fuera de lo gracioso, una actuación como más para adentro y entonces para mí ahí fue donde él avanzó, como que ya no era el imitador que era cuando tenía, no sé, 17 años, sino que empezó a buscar otros caminos que para mí ahí es donde creció”, reflexiona Eliana.
En sus redes, todo depende de él: las ideas, la producción, la grabación, la publicación. Le gusta improvisar en cámara y su trípode es una pata de ventilador. Actualmente, se siente “bloqueado” en cuanto al proceso creativo. “Tiene que ver esto del tema del laburo, que estoy un poco encerrado, bajoneado, pero bueno, como actor, aprendés de que las ideas van y vienen y hay que esperar”. Sin embargo, su amiga Camila asegura: “En los momentos dónde quizás se sienta un poco trabado con sus proyectos siempre le decimos que no afloje, el no ya lo tiene, tiene que ir por el sí siempre”.
Lo único que recibe de las redes es, además del cariño del público que ha llegado a decirle “te amo”, canjes de algunos seguidores con emprendimientos que quieren ser publicitados por Yago. “Está bueno recibir los canjes, pero me lo ofrecen. Yo no, ni ahí, pediría ‘che, ¿me mandás esto?’”, explica y agrega: “Por ahí me mandan unos churros, una hamburguesa y yo estoy dos horas y capaz los churros o la hamburguesa se enfrió y como que ya no me importa el hecho de recibir algo, sino que lo que a mí me importa es hacer el video”.
No suele pedir ayuda para producir su contenido porque, al improvisar en el momento y ser tan perfeccionista, tarda mucho: “Prefiero hacerlo solo, hacerlo 50 veces, pero yo estar conforme”. Eliana lo confirma: “Es como muy puntilloso y entonces quiere que todo salga perfecto, capaz que algo, no sé, vuela una hoja cuando está grabando y decís: ‘No, pero quedó bien’. ‘No, no, no, no, lo volvemos a hacer’. 20 millones de veces”. Agustina Molteni, quien lo ayudó, junto a su hermana, a grabar un video en el que él imita a Sol Pérez, cuenta: “Es re perfeccionista y te pide hacer la misma toma 80 veces, pero bueno, igual nos divertimos”.
“Al no tener tampoco ningún estudio, se me complica más conseguir trabajo”, confiesa Luciano. “Yo acá en mi casa pago los gastos y demás, entonces no puedo darme el lujo de no trabajar”, asume. Vive con su madre, su hermano que tiene una casa atrás y su hermana que se mudó recientemente a la casa con su hijo. Esa hermana es la misma que a veces le presta ropa para los videos en los que utiliza las típicas prendas de un showroom. “Por ahí no suelo pedirle mucha opinión o tampoco me la dicen, como que no, pero está bien, creo que bien”, dice en cuanto a la reacción de su familia frente a los videos.
Luciano No Sé Cuánto está en la búsqueda de un trabajo, idealmente part-time para poder seguir con los videos, mientras hace el ingreso para estudiar Doblaje en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), un ciclo que dura un año y ofrece posibilidad de matricularse. Además de la actuación, le gusta ir a la cancha, siempre a la Bombonera, bailar y cantar, aunque dice que no canta bien. “Eso es lo que yo le digo, pero ahí es donde es un poco terco, que mientras más cosas vaya sumando: canto, estar al frente de la cámara, actuación frente a cámara, o demás cursos, puede como ampliar, viste, esa idea de actuación”, dice la ex profe de Literatura que lo ayudó con la lectura oral para el ingreso al ISER y revisa algunos de los diálogos de sus actuaciones.
“Sinceramente, con una mano en el corazón, hoy en día no me imagino conseguir un laburo de actor, está un poco mal esto”, reconoce Luciano, pero sin embargo dice que quiere utilizar las redes para “generar contactos, llegar a gente por ahí que labure, como para que me vean”.