Cómo se mueven los grupos antivacunas en las redes sociales para evitar la censura, colectar firmas y proponer el uso de medicamentos alternativos para curar el coronavirus. La opinión de médicos e investigadores. Mitos y famosos detrás del fenómeno cultural de la no vacunación.
Desde la propagación masiva del COVID-19 por todo el mundo, nunca hubo algo tan pedido por (casi) todos los ciudadanos del planeta como lo es la elaboración y eventual existencia de una vacuna para terminar con el virus. Científicos y laboratorios de países como Estados Unidos, China e Inglaterra compiten en la carrera contrarreloj para ver quién saca primero la cura de la pandemia que impactó fuertemente en un sistema sanitario sin preparación para semejante acontecimiento sin precedentes.
Si bien el deseo por la solución inmunológica es elevado a nivel mundial, existe un porcentaje no menos importante, que vería esta respuesta como desfavorable y en caso de que se encuentre disponible para la sociedad elegirían no recibirla. Ya sea por creencias ideológicas, éticas, morales, religiosa o el simple rechazo basándose en evidencia de científicos que respaldan su postura, manifiestan una expresa negación a la aplicación de la vacuna y su obligatoriedad en las sociedades.
Estos tipos de movimientos resistentes a la inmunización, denominados comúnmente como “antivacunas”, se niegan a creer que la vacuna es la solución a la prevención de las enfermedades que buscan proteger. En las distintas redes sociales así como también blogs o sitios web, se mueven predicando artículos científicos o investigaciones médicas que apoyan sus ideales o peticionan proyectos de ley en change.org para acabar con la obligación de la vacunación en distintas partes del mundo.
Ahora bien, en una sociedad global donde la Organización Mundial de la Salud (OMS) ve a estos movimientos como una de las 10 amenazas para la salud y se crean más políticas de censura de Facebook e Instagram para el tipo de posteos antivacunas, ¿sigue existiendo la resistencia? ¿O el coronavirus pudo aplacar sus gritos y llevarlos al ocultamiento temporal?
La primera respuesta a dar es que el colectivo antivacuno no fue afectado por el coronavirus negativamente, quizás hasta tuvo un repunte en cuanto a su presencia en las redes y medios de comunicación.
Por tan solo poner un ejemplo, las búsquedas de palabras como “vacunas no”, “anti vacunas” y “CDS”(una solución saturada de dióxido de cloro que se utiliza como medicamento alternativo por estos movimientos), fueron términos muy buscados en Google en el último trimestre.
A su vez, con declaraciones como las del tenista Novak Djovovic sobre su negativa a vacunarse contra el coronavirus para poder jugar a la Copa Davis, saltaron varios de sus seguidores y fanáticos en Twitter a apoyar el movimiento y en una encuesta realizada por el Centro de Salud de Serbia se postuló que entre 21.000 participantes, el 66% de las personas apoyaba la opinión del tenista versus un 35% que secundaba la de un deportista a favor de la vacuna.
Otro acontecimiento que causó una repercusión similar fue la entrevista de Nicole Neumann a la doctora Chinda Brandolino, una médica que se demostró en contra de algunas vacunas, entre ellas la antigripal y se refirió al coronavirus como una “falsa pandemia”.
Si bien recibió varias críticas, que la obligaron a quitar el IGTV de su perfil, la modelo también obtuvo comentarios de apoyo y hubo perfiles en YouTube que grabaron la conversación que tuvo con la profesional para difundirla en sus redes.
El movimiento en Facebook
“La censura aumentó. Nosotros siempre igual tenemos público muy fiel que va creciendo de a poco, pero de manera constante”, expresó Matías Díaz, estudiante de Inmunología, ex técnico de emergencias y director de Argentina sin Vacunas.
Esta es una página en Facebook que consiste en un grupo de argentinos que se oponen a la obligatoriedad de la vacunación en nuestro país, siendo algunos de sus miembros afectados negativamente por dicha inmunización.
Por el momento tienen alrededor de 32.000 seguidores en el sitio administrado por 8 personas y una petición en Change.org con más de 50.000 adhesiones para finalizar con la obligación a vacunase en nuestro país.
“Esto no quiere decir que seamos solamente 50.000, sino que hay muchísima cantidad de gente que tiene cuestionamientos pero prefiere pasar desapercibida”, continuó Díaz y agregó que esta no adhesión tiene que ver con las consecuencias negativas que pueden surgir al hacer pública la resistencia a las vacunas.
Su objetivo principal es informar a la gente sobre los riesgos de la vacunación y para ello lo hacen mediante la difusión de distintos artículos que abogan esta postura en su página y blog en Wordpress, así como también con capacitaciones a los profesionales de la salud.
“Nosotros no nos oponemos a la vacunación ni por cuestiones religiosas ni ideológicas. Nos interesa tener un sistema de salud que no cause daños innecesarios y esté basado en la evidencia”, comentó Matías y explicó que si bien las vacunas no son la causa principal de trastornos del neurodesarrollo como el autismo, está ampliamente relacionada con esta enfermedad.
El origen del colectivo antivacunas en el mundo
Este argumento de la relación entre el autismo y determinadas vacunas tiene su origen en la notas más primigenias del movimiento antivacunas. En un artículo escrito en 1998 por el científico Andrew Wakefield en la revista “The Lancet” se asoció el uso de la vacuna triple viral con la existencia del trastorno autista en los individuos que recibieron dicha inmunización. Sin embargo, fue refutado reiteradas veces por distintos científicos mediante referatos y la publicación tuvo que pedir disculpas ante la comunidad científica, así como también su autor perdió gran credibilidad y la licencia médica.
Ahora bien, si se toma el porcentaje de inmunización que hay en nuestro país (+80% en promedio de cobertura de todas las vacunas) y lo comparamos con el de las personas reticentes a la inmunización, puede verse que es un grupo menor en comparación con los individuos que sí se vacunan. Pero por más pequeña que sea esta minoría, su fuerza es igualmente dañina en el sistema sanitario.
Por dar un ejemplo, como resultado de la resistencia a la inmunización se verificó el regreso del sarampión a Argentina, enfermedad infecciosa que había sido erradicada en 2000 y que para fines de 2019 se computaron cientos de casos en todo el territorio nacional. Incluso llegó a haber una muerte por ese virus, cosa que no pasaba desde hace 22 años.
Sin embargo, esta amenaza no existe sólo en nuestra nación. En una encuesta realizada por la fundación Wellcome Trust, en 2018, pudo notarse que en el mundo 8 de cada 10 personas están de acuerdo en la aplicación de vacunas, siendo un 20% que se opone a recibirla. Los números varían según la región y continente, siendo Europa el lugar donde se potencia este movimiento que cuestiona la seguridad de la inmunización.
La doctora Miriam Rozenek, médica infectóloga y geriátrica, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, pudo reafirmar el peligro que presentan estos movimientos antivacunas y remarcó el valor de la inmunización no sólo como un acto individual sino también social.
“Creo que el mensaje más importante es que las vacunas no son solamente un bien personal, sino también social. Si nos vacunamos todos, se habla de equidad en salud”, expresó la profesional destacando el rol de generador de igualdad de oportunidades y equidad que poseen las vacunas.
A su vez, destacó la importancia de que todos los profesionales de la salud, no solo los infectólogos, médicos de cabecera o enfermeras, recomienden la vacunación a sus pacientes para mejorar las tasas de vacunación y así prevenir las enfermedades.
Especialmente en la época de pandemia, donde se habla constantemente del surgimiento de la vacuna para la COVID-19 y dentro de este contexto, los ciudadanos de Ciudad de Buenos Aires fueron a vacunarse por gripe en grandes cantidades.
“La gente este año ha salido masivamente a vacunarse para contra la Influenza. Aquellos que siempre se vacunaron, así como los que no se vacunaron nunca antes”, expresó la doctora y agregó que si bien todavía no pueden medir los porcentajes de inmunización, el espíritu de vacunación fue impresionante en comparación a años anteriores.
En cuanto al trato con un individuo no vacunado a comparación con el colectivo, la doctora expresó que es muy distinto, siendo el grupo el que tiene un mayor peso y presenta mayores dificultades a la hora de interactuar con una voz disidente. Lo mismo cuando se trata de movimientos antivacunas basados en una ideología o creencia religiosa.
Para ello, la doctora Rozenek recomendó acudir a aquellas personas para llevarles la información adecuada, analizando su caso en particular, los mitos y los por qué, brindando el cuestionamiento adecuado para lograr una acción más exitosa según el sujeto.
“Tratar de analizar cada planteo en contra, desmenuzarlo y no desde un lugar de ofensiva u atacándolos, sino más bien preguntándoles cuál es su inquietud”, concluyó la médica y especificó que al brindarles los datos adecuados de esta forma en el uno a uno puede ser mucho más fácil la interacción
CDS, ¿la alternativa a la medicina tradicional?
“Soy vegetariano y trato de comer todo lo más orgánico posible. Hace 3 años que arranqué con esto y nunca más volví a enfermarme”, expresó Augusto Fredes, estudiante de Ingeniería Electromecánica en la UTN. Él es uno de los tantos jóvenes que se expresa en redes sociales en contra de la vacunación tanto en su cuenta de Instagram como también en su blog “Medicinas alternativas Rosario del Tala”.
Al igual que Matías Díaz, Fredes reconoce que él no está tan en contra de las vacunas de por sí, sino que cree en que son inseguras y él utiliza su propio CDS como alternativa a la medicina tradicional.
Este remedio supuestamente oxida todos las bacterias malas que hay en el organismo de forma rápida, eficiente y conserva las buenas bacterias. La idea fue tomada del científico alemán Andreas Kalcker en su libro “CDS: la salud es posible”, donde menciona las ventajas de esta solución así como también la fórmula para realizarlo desde la casa. Según el profesional, el CDS es bueno para cualquier virus, incluido el COVID-19.
Otra joven que piensa como Augusto es Violeta Bledel, estudiante de Arquitectura en la FADU que tan sólo recibió las vacunas de la primera infancia y la antitetánica en su pre adolescencia.
“Mamá nunca nos vacunó, ni a mí ni a ninguno de mis hermanos y a eso de los 16 años tenía que darme una vacuna, pero yo decidí no dármela”, expresó la joven y confesó que para lesiones graves acude a la medicina tradicional y prefiere utilizar la antroposófica u homeopática para otras dolencias.
Bledel también toma como referencia a Kalcker y postuló que en caso de que surja una vacuna para el coronavirus no se la daría: “Si todos generásemos anticuerpos para este virus, la pandemia se terminaría. La gran mayoría de la gente lo pasa normal y genera anticuerpos para el virus”, cerró la joven.
A pesar de que el científico alemán es considerado como un referente para muchas personas dentro del movimiento, sus posturas fueron refutadas en diferentes ocasiones por la comunidad científica de todo el mundo.
Lo primero a destacar es que como explica la OMS, no existe todavía ningún tipo de medicamento, tratamiento o cura contra el COVID-19 y en cuanto al CDS, no se registra evidencia científica alguna que compruebe su seguridad u eficacia para realizar las propuestas que postula el supuesto investigador.
Además, según reportes de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) presenta graves efectos adversos después de la ingesta de dióxido de cloro como son la insuficiencia respiratoria, insuficiencia hepática aguda, ritmos cardíacos anormales y posiblemente mortales.
Para saber más sobre los reportajes de esta división del FDA hacé click acá
En cuanto al propio Kalcher, ha sido investigado en varias ocasiones así como también recibió denuncias por realizar publicidad engañosa del producto, siendo la más reciente la de las autoridades catalanas y el Colegio Oficial de Médicos de Alicante (COMA).