Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el 40% de los niños tienden a comprar galletitas en el kiosco de la escuela ¿Cuáles son los desafíos para lograr una nutrición balanceada?
La obesidad infantil viene incrementándose año tras año. Según el Ministerio de Salud, el 30% de los chicos en edad escolar tienen sobrepeso y el 6% obesidad. “Todo está relacionado con lo que se ingiere y lo que se gasta –explica Verónica Gómez, licenciada especializada en Nutrición infantil–. Un chico que come y no gasta las calorías adquiridas con el alimento, las acumula y esto provoca sobrepeso u obesidad”.
La casa y la escuela son fundamentales para aprender hábitos saludables. Según datos del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la UCA, a nivel nacional la mitad de los niños que van a la primaria llevan alimentos de su casa, mientras que la otra mitad come en los comedores de las instituciones. Las estadísticas muestran que los estratos más altos compran la comida en los comedores, la clase media lleva comida de su casa, mientras que la clase baja es la que tienen menos posibilidades de comprar o llevar comida, por eso recurren a los comedores escolares públicos.
Además, el informe de la UCA plantea que en la última década tanto en colegios privados como en públicos ha aumentado la cantidad de chicos que adquieren por lo menos una de las principales comidas en un comedor escolar.
Los ministerios de Educación, Desarrollo Social y Salud nacionales crearon un programa de alimentación para colegios públicos que incluye desayuno, merienda compuesta por leche, chocolatada o yogur con galletitas o barras de cereal, y almuerzo. Este varía dependiendo del establecimiento, aunque en su mayoría son carbohidratos como arroz, fideos, polenta, etc. Además, se incorporaron colaciones entre comidas, únicamente para aquellos alumnos que poseen desnutrición o bajo peso.
En cambio, los colegios privados contratan un servicio de comedor. “Los nenes no eligen la comida, esta se propone en un menú mensual que está pensado por un especialista en nutrición. Los chicos se deben adaptar al menú”, comentó Juan Pablo Herrera, encargado de la franquicia de comedores Soles, que ofrece servicios en los colegios Alfa Adrogué, Newlands Adrogué, Modelo Mármol, Eccleston Lanús y Temperley.
Pero un error decir que las escuelas públicas y privadas ofrecen “menús saludables”, ya que estos se encuentran amenazados por la elección de los chicos. Por ejemplo, les hacen elegir entre galletitas o barrita de cereal, postre o fruta, ensalada o puré. La elección suele ser siempre lo más calórico. La licenciada Gómez recomienda: “No hay que dejar al alcance de los chicos golosinas, papas fritas, snacks. Y hay que evitar que los niños elijan su comida”.
Para un niño, hacer dieta en el comedor del colegio es costoso y difícil, ya que los precios de los productos saludables son elevados o no se consiguen. Los padres muchas veces optan por enviarles la merienda para prevenir el exceso o para evitar que los comedores les vendan comida chatarra. Susana Sánchez, una madre del colegio irlandés de Adrogué, comentó: “Como padres podemos controlar lo que comen en casa o lo que les enviamos, pero no es así en el colegio, ya que el kiosco no respeta los pedidos de los padres; al contrario, les venden gaseosa a las 8 o 9 de la mañana para que desayunen”.
En la actualidad los kioscos escolares son la gran problemática. Según el informe nacional del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, el 40% de los niños tienden a comprar galletitas, el 29% alfajores, el 15% gaseosas o jugos artificiales, el 9% agua, y el restante algo saludable.
La obesidad puede tener muchas consecuencias. Una de ellas afecta a los niños en el ámbito escolar y es conocida como bullying, el cual puede dejar graves secuelas emocionales como ataques de pánico, resentimiento, odio, depresión, o puede terminar en otro trastorno como anorexia o bulimia.
La psicóloga especialista en niños y adolescentes María Teresa Calabrese afirma que “los niños son más vulnerables y sensibles al bullying que les hacen sus compañeros sobre su estado físico, mientras que un adulto puede defenderse fácilmente. Al chico que es agredido y no se sabe defender hay que ayudarlo desde la psicología, para después poder trabajar en la escuela”.
Según el ODSA el 35,6% de los niños adquieren el hábito alimenticio en las escuelas, por eso la licenciada Gómez plantea que los padres deben saber complementar lo que comen los niños en los comedores escolares con lo que comen en casa, para así tener una dieta equilibrada y evitar los mecanismos de castigo o penalización relacionados con la comida. Los colegios, además de promocionar comida saludable, deben promover la actividad física.
Si bien se ha intentado regular el funcionamiento de los comedores escolares en Argentina a través de la ley 26.396, que obliga a los establecimientos a incorporar alimentos saludables, el cumplimiento de la norma ha sido casi nulo o inexistente. Durante 2017 se trató de prohibir la venta de algunos productos como por ejemplo las papas fritas, pero la iniciativa aún no se concretó.
El proceso de formación de hábitos de los niños se basa en la construcción de una rutina. El ambiente humano y físico que rodea al chico en el momento de la comida es muy importante. Por eso, Patricio Kenny, médico pediatra, gastroenterólogo y nutricionista, afirma que “aprender sobre nutrición en la escuela es tan importante como leer, o aprender matemática”. Ese aprendizaje, además, requiere la participación activa y conjunta de la familia, los docentes y los responsables de los comedores.
Muchas veces los padres tienen dudas acerca de lo que está bien y lo que está mal en cuanto a la alimentación de sus hijos. Según los especialistas, ningún exceso está bien. La licenciada Gómez explica: “Un chico que no tiene los nutrientes necesarios va a ser un niño que tenga las capacidades mentales disminuidas y eso después no se recupera. Hay un momento crítico en el que se necesitan ciertos nutrientes para que el cerebro se desarrolle adecuadamente. Si un nene come comida chatarra desde muy chico, tiempo después va a sufrir una desnutrición”.
Por: Maia Burczynskyana Lagos y Johana Herberth