Punto Convergente

La música como experiencia para mejorar la calidad de vida de las personas

CAMINO
Compartilo

La tecla de un piano, la cuerda de una guitarra, el arpa y el violín, la pequeñez de un ukelele, el sonido lírico de la flauta y la calidez de la armónica, entre otros, parecen una recurrente lista de instrumentos comunes, que solo se asocian a músicos o cantantes.

Sin embargo, la música además de ser disfrutada en un show, en un video y en una grabación, tiene una utilidad que trasciende la función clásica de diversión o relajación para la cual se la emplea: la terapia en el área de la salud.

“La experiencia clínica que se vive es hermosa y muy intensa. Tengo en la memoria a un paciente que no podía expresarse, ni comunicarse y me cantó una canción. También me pasó de estar con los instrumentos tocando melodías y que un paciente abstraído, venga en sí, se conecte con nosotros, abra los ojos y mantenga su atención por más de cinco minutos, cuando por lo general, no hace foco en nada”, relata Gabriel Federico, músico terapeuta y coordinador de “Centro camino”, una organización que ejerce la disciplina.

El licenciado explica que la Musicoterapia es la “profesión que utiliza las experiencias musicales para mejorar la calidad de vida de las personas”. “Se puede utilizar tanto en áreas clínicas, como en áreas preventivas o terapéuticas y con una amplia diversidad de pacientes”, afirma.

La profesión está reglamentada por el Ministerio de Salud de la Nación. “Los músicoterapeutas nos tenemos que inscribir en el Registro Nacional de Prestadores para poder ejercer y trabajar en todas las áreas de la salud: hospitales, clínicas privadas atendiendo a bebés, niños, embarazadas, adolescentes, adultos con diferentes tipos de patologías o de cuadros clínicos”, explica Federico.

A la hora de hablar de la música como una posible vía de sanación, los especialistas en la materia explican que para que se produzca una mejora en el paciente es fundamental el trabajo interdisciplinario con otras especialidades.

“Se debe tener una mirada holística, es decir, completa del paciente y si bien no creo que la Músicoterapia ‘cure’, sí considero que brinda muchas herramientas y recursos no verbales, que otras disciplinas no abarcan”, señala Juana Lafita, estudiante de cuarto año en la Universidad del Salvador (USAL), quien además explica que la música integra diversos aspectos del ser: Lo emocional, lo cognitivo, lo motriz, lo comunicacional, lo expresivo y la creatividad.

Por su parte, Sebastián De Lahitte, estudiante en la USAL, hace hincapié sobre un aspecto clave que caracteriza a los sonidos en el proceso de rehabilitación de una persona: “Los efectos de la música sobre el cerebro son fuertes, porque se apoyan en la neuroplasticidad, una capacidad del cerebro de generar nuevos puentes, para intentar recuperar alguna función perdida”.

“A las personas con demencia se las puede hacer volver a la juventud, recuperar la memoria y que el deterioro sea más lento, con que tan solo escuchen los singles de antes, porque el sistema de procesamiento musical es el último en perderse y eso contribuye a la optimización de la memoria”, explica Catalina Peña, músicoterapeuta.

Además Peña cuenta una experiencia directa que vivió desde la profesión. “Entré a la habitación de un paciente que tenía alrededor de 50 años. Semanas antes había sufrido un ACV y perdió habilidades cognitivas. Le costaba hablar y expresar sentimientos. Se le preguntó qué tenía ganas de cantar, pero como no recordaba el nombre de ninguna canción, le cantamos “Ella” – un tema que sabíamos que le gustaba desde antes- y luego, se le dio un pandero para que acompañe haciendo percusión. Se buscaba lograr su concentración y que pueda seguir un pulso rítmico. Al final del encuentro se le volvió a pedir que elija una canción para cantar y ahí sí pudo decidir y recordar nombres que antes no”.

Es este gran valor humano y social de la música, lo que hace que tantos profesionales hoy en día la utilicen con fines terapéuticos. Un caso concreto, es la central de Músicoterapia “Centro Camino”, que se dedica a atender embarazos normales, de riesgo, tratamientos de infertilidad, bebés prematuros, niños y adolescentes con discapacidad neurológica, mental o emocional, autistas y personas con TGD, entendido como el Trastorno Generalizado del Desarrollo.

Federico, coordinador del centro, explica que no sólo atienden este tipo de patologías, sino que ayudan a superarlas. “Adaptamos los instrumentos musicales para los discapacitados y les enseñamos a usarlos para que participen de ensambles, profundicen aspectos sociales y logren mejorar la calidad de vida”, señaló.

¿Los efectos de este tipo de prácticas son inmediatos o a largo plazo? “Se habla más de beneficios de tratamiento, que de resultados prácticos. Las mejorías son a nivel físico, cognitivo y social y se ven con el tiempo”, explica el director de Centro Camino.

Un aspecto poco conocido es la conexión que la música puede lograr con el embarazo entre una mamá y su bebé. “La mujer embarazada que hace tratamiento de Músicoterapia disfruta más de la gestación, se conecta más con su bebé y puede estimularlo para bien. Esto genera en los primeros años de vida, un menor nivel de estrés en la crianza”, relata el coordinador de Centro Camino.

Gabriel Federico, detalla casos particulares que vivió durante el desarrollo de las actividades que realiza su organización, la cual se especializa en niños y embarazadas: “Acompañé a una pareja durante la gestación en la cual venía todo bien, hasta que el nacimiento se complicó y eso desembocó en que el neonato ni bien llegó al mundo, se lo llevaron a un tratamiento especial un mes. Nosotros ayudamos a estos padres a estimular al bebé para superar el complejo tratamiento, hasta que le dieron el alta”.

Por tanto, la MúsicoTerapia no tiene barreras y apadrina a todos aquellos que lo necesiten. “Incluye desde el bebé que está en la panza de la madre, hasta un anciano que esté perdido. No hay escalas”, reflexionó Catalina Peña.

Redactado por

Scroll al inicio