A meses del traslado de los dos tigres blancos de Bengala al Wild Animal Sanctuary, desde Punto Convergente nos preguntamos qué proyectos tiene a futuro el Ecoparque con los animales que aún residen en el barrio porteño de Palermo.
Después de tomarnos la temperatura, atravesamos el arco entre Avenida Las Heras y Avenida Sarmiento en el barrio porteño de Palermo y la vegetación del parque se hace presente. Del otro lado del lago Darwin, una construcción blanca con una cúpula negra, lugar conocido antiguamente como el Pabellón de los Loros y Palomar, se destaca sobre el paisaje. Seguimos caminando y nos adentramos en lo que alguna vez fue una de las joyas de la arquitectura porteña, inaugurada el 30 de octubre de 1888 bajo el nombre de Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires.
Para entender los cambios que se están realizando en el establecimiento desde mediados de 2016, es primordial distinguir “ecoparque” de su antecesor “zoológico”.
En conversación vía telefónica, Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque que depende del Gobierno de la Ciudad, explica que la diferencia radica en el fin de la institución. En los zoológicos, la lógica de la exhibición es la exhibición misma y por la diversión de ver y tratar a los animales como objetos, mientras que, “un ecoparque plantea las necesidades de los animales y no del visitante como el centro de la cuestión”. El objetivo fundamental es la conservación de especies autóctonas y la educación ambiental.
Según Claudio Bertonatti, museólogo, naturalista y docente, en pleno siglo XXI son necesarias instituciones como los zoológicos “porque la crisis ambiental provoca, entre otras consecuencias, que muchas especies y ecosistemas silvestres estén amenazados de extinción“. “Para evitar la pérdida de esos paisajes y especies se requiere de una estrategia que contemple, por un lado, la creación de nuevas áreas naturales protegidas y corredores biológicos que las interconecten para que no queden como ‘islas’, dado que a la larga padecerían de problemas genéticos o de consanguinidad que podrían provocar su colapso. Estas medidas son las de “conservación in situ”. Por otro lado, cuando no alcanzan para salvar un ecosistema o una especie se necesita de los esfuerzos de la ‘conservación ex situ’”, explicó el especialista.
Y agregó: “Un centro de conservación ex situ o ‘zoológico’ de verdad trabaja para ayudar a salvar especies y ecosistemas, para educar ambientalmente, para generar conocimiento científico, para mantener a sus animales en condiciones de bienestar y, en menor medida, para contribuir con la recreación pública.”
Con esta línea pretenden coincidir los proyectos que el Ecoparque está llevando a cabo. Según el Plan Estratégico Plurianual de Conservación, la finalidad de los programas es “asegurar a largo plazo la supervivencia de las especies dentro de sus hábitats y ecosistemas naturales y a su vez, poder mantener múltiples poblaciones en su rango de distribución en entornos representativos.”
Los principales programas y proyectos que están en acción son: Programa de Conservación de Guacamayo rojo, Programa de Conservación de Caracoles de Apipé (cuyo hábitat natural desapareció), Programa de Conservación y Rescate de Aves Rapaces y Cóndor Andino y Programa de Conservación del Tapir.
Seguimos el camino marcado con flechas, pasamos por la estatua de una mujer llamada El Eco, de Lola Mora, y delante del Pabellón de las Fieras una decena de maras sueltas ni se inmutan con nuestra presencia. De repente, escuchamos el sonido de delfines e inocentemente los buscamos con la vista, pero son solo una especie de focas y delfines robóticos que hasta escupen agua por la boca.
Actualmente, el establecimiento mantiene 58 especies en ambientes y 9 libres. De los 1500 animales que el zoológico había dejado, ya fueron derivados -según Iglesias-, alrededor de 900. “El objetivo es derivar los animales exóticos a lugares donde puedan vivir mejor, en el caso que no se pueda por cuestiones de logística, por cuestiones de enfermedades crónicas o por cuestiones de que no hay destino posible, los animales se quedan en el Ecoparque en mejores condiciones”, afirmó el subsecretario.
Continuamos el paseo y vemos el edificio del dromedario, que refleja la decadencia de los últimos días del zoológico de Buenos Aires: la jaula de aves y monos vacía, varios flamencos y un niño que grita:“¿dónde están los animales?”.
Desde el Ecoparque explican que la gran mayoría se van a derivar y quedan solo los animales gerontes o que no se pueden trasladar y los que están en proyecto de conservación. Por esta misma razón, es que no son exhibidos, porque lo primordial es su salud. Aún quedan traslados internos, además de las dos elefantas africanas, dos chimpancés, jirafas e hipopótamos.
Tras pasar por la Casa de los Osos, el más antiguo del establecimiento (1897), algunos visitantes curiosos se asoman a través de una tela verde que cubre un portón de rejas. Al acercarnos, divisamos dos jirafas.
Geraldine Vidal, directora de la organización que defiende la vida y la libertad de los animales, Enfoque Animal, explica que solo se trasladan animales exóticos cautivos a santuarios, no aquellos que estuvieron toda su vida encerrados y que perdieron sus habilidades naturales, como cazar, integrarse a una manada o defenderse de otros.
Desde el Ecoparque afirman que el rescate, la rehabilitación y liberación es un trabajo “bastante importante”: son alrededor de 500 animales que por año entran y salen de la institución. Aún así, según Bertonatti, en Argentina queda un largo camino por recorrer, ya que no se cumplen los lineamientos generales sobre protección ambiental y animal.
“No es un tema que interese (…). Los políticos saben que este tema no mueve la aguja electoral, entonces, apuntan solo a aplacar escándalos de los pequeños grupos radicalizados en materia de derechos de los animales, que poco saben sobre la crisis ambiental y la extinción de especies y ecosistemas”, sostuvo el naturalista.
Iglesias afirmó que la “política pública de conservación de especies es el gran cambio de paradigma”. La reciente promulgación de la Ley de Educación Ambiental Integral es el primer paso hacia un futuro sostenible ya que uno de sus objetivos es considerar abordar la problemática ambiental como un aprendizaje y construcción de nuevas lógicas en el hacer.