El interés por el cuidado ambiental es, para muchos, una filosofía de vida. Y para muchos otros, también un plan de negocios. El desafío de las marcas por encontrar un lugar en el competitivo mercado verde.
La sociedad va incorporando las pequeñas acciones en favor del cuidado del planeta como la separación de residuos, la reducción del consumo de carne o la eliminación de utensillos descartables. Pero, a la par de cada acción, crecen las posibilidades de convertir las convicciones en una oportunidad de inversión emprendedora.
Como muchos grandes emprendimientos, Veoverde nació de un proyecto fallido. Carlos Davite junto a su equipo estaban planeando la creación de bicicletas de bambú junto a otros materiales ecológicos que, por distintos motivos terminó en fracaso. “Averiguando para ese proyecto, queríamos hacernos tarjetas personales y folletería desde un lugar que estuviera interesante, novedoso y que fuera ecológico. En esa búsqueda encontramos en otros países el papel plantable y aquí nadie lo hacía”, contó Davite.
Invitaciones, souvenirs, calendarios, todo se transforma con las semillas que contiene el papel que luego se pueden germinar: flores, plantas aromáticas o las opciones de horticultura, todo cabe en el papel. “Nuestra vocación o intención es que el diseño sea una forma de incentivar y multiplicar las políticas de separación de residuos y completamente el reciclaje”, explicó.
El proceso para realizar el papel plantable implica utilizar parte del despercidio de empresas, oficinas del Estado y de organizaciones que luego se recupera, se tritura y licúa. “A partir de esa pasta se la incorpora agua y se pasa a la etapa de formación, donde se recolecta la pasta de celulosa reciclada y se le agrega las semillas. Luego será la etapa del secado . Ahí ya está listo para imprimir con tintas biodegradables”, explicó.
Leaf Social, en tanto combina la ecología con el bienestar social. Es, lo que se llama una empresa de “triple impacto”: que tienen foco en el cuidado ambiental, en la inclusión social y en la solidaridad apoyando a distintas ONGs.
“En agosto del 2016 empezamos a poner a prueba una idea utópica de crear un ciclo de calidad completa en el cual cada eslabón del proceso se vea beneficiado, desde la capacitación y generación de oportunidades laborales en lugares de poco alcance y personas de oportunidades limitadas, incentivando la economía regional, la industria argentina y la inclusión social, hasta la materia prima, trabajando con materiales reciclados, en su mayoría más nobles que materia prima convencional, resultando en que el beneficio principal de cada venta colabore con los proyectos y la misión de diversas organizaciones sociales”, explicó Cynthia Fehling, la directora creativa de Leaf Social.
Comenzó como una empresa de calzado sustentable, donde la suela estaba hecha de caucho de neumáticos reciclados. Pero a medida que fueron creciendo, agregaron productos y materiales reciclados para hacer carteras, mochilas, bolsos y accesorios hechos de banners publicitarios en desuso, velas náuticas, bolsas de malta y silobolsa.
Este año lanzaron la marca SiloBags en donde se realizan carteras y accesorios, entre otros productos textiles de bolsas de silo, que se hacen para cargar con los granos en las plantaciones agropecuarias y que se desechan 7 toneladas de silobolsa por mes.
“Imaginamos un futuro distinto, un mundo mejor y paso a paso le estamos dando forma: un esquema de empresa que redefine la forma de hacer negocios, priorizando sus compromisos sociales y ambientales, construyendo una estructura alrededor de la idea de ayudar y cuidar, de mejorar la calidad de vida de las personas”, sintetizó.
También hay ejemplos en cosmética, contra los procesos industriales que incluyen productos tóxico. Fernanda Russo, una bioquímica de Chivilcoy, creó un emprendimiento, Naturale. “Se usan aceites esenciales, vegetales como manteca de carité de coco de mango. No se usa colorante y solo el 5% de conservantes naturales. Se absorbe mejor y se asimila mejor“, explicó.
Contrapuso ese tipo de cosméticos a los industriales: “ Lo más escuchadoes el uso de parabenos, sulfato… pero hay muchísimos más. Conservantes, espumantes, limpiadores. A veces están en poca cantidad… pero se acumulan en el organismo porque el cuerpo no los puede metabolizar y pueden generar desde un simple enrojecimiento de la piel hasta una dermatits aguda o acumularse en algún otro órgano”, contó.
Tres ejemplos de que las empresas pueden ser también parte de una economía sustentable y amigable con el medio ambiente.