Con más de 40 días en cuarentena y una taza de infectados que va en aumento, la pandemia, el encierro y la incertidumbre comenzaron a tener efectos en nuestro cerebro. Principalmente en cómo dormimos.
Según los especialistas en sueño la población mundial entró en un estado de conexión continua con los dispositivos electrónicos, que trae Jet Lag social. En Argentina la cuarentena comenzó el 20 de marzo. Desde entonces, a partir de las 23:00 parece a propósito que las redes se inundan de nuevas fotos, nuevos videos y comentarios, más y más noticias, nueva música, centenares de videollamadas de gente que quizá no hablábamos hace un montón, y el deseo de ver un capítulo de esa serie que tanto nos enganchó.
Bombardeo
De lunes a lunes, las habitaciones o los livings de los argentinos y argentinas se convierte en un show de luces azules que desvela a la mayoría de los habitantes de la ciudad en cuarentena.
El doctor Eduardo Borsini, neumonólogo del Servicio de Medicina del Hospital Británico y especialista en trastornos y terapias del sueño, explica que una pantalla de espectro azul o también llamadas luces LED, tienen hasta 20 o 30 veces más poder que la propia exposición solar natural. Esta exposición prolongada a la luz artificial durante la noche le da al cerebro información errónea.
En una entrevista con Mirta Averbuch, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias del Hospital Universitario Fundación Favaloro, la palabra jet lag social surgió para explicar el fenómeno al que se refiere el Borsini, porque este cambio de rutinas diarias en todos los órdenes afecta el “reloj biológico, que está alojado en el cerebro y es quien maneja el ritmo de sueño o vigilia”, señala Averbuch. También explica que “al no tener rutinas fijas estos relojes (el biológico y el social) se desajustan haciendo que cada día nos acostemos más tarde […] esta desincronización se conoce como Jet Lag social”.
Después de una encuesta a una población de 127 personas durante la cuarentena, el 68,6% de los encuestados no conoce el significado de Jet Lag social, mientras que un 29,1% de la población dice conocer la desincronización que los mantiene despiertos hasta largas horas de la noche.
El bombardeo de los medios de comunicación y la posibilidad de estar conectados “altera la calidad de nuestro día”, asegura la doctora Daraio, vicepresidenta de SOMNOS.
La mayoría de los encuestados se duerme entre la media noche y las 3 mientras que hay una pequeña porción de la población que se acuesta entre las 4 y 6 aún cuando tienen que levantarse temprano al otro día. La responsabilidad la tienen las pantallas.
En primer lugar, hay un 56% de los entrevistados que mira TV; la segunda actividad que más desvela a las personas es mirar el feed que les proporcionan las redes sociales, ya que un 49% se queda prendida a este tipo de información; el ranking sigue con la lectura de medios digitales y otro factor que desarrolla insomnio: la ansiedad, que representa un 25%.
Emilia Chavez, estudiante de periodismo, no pierde la noción del tiempo. Siempre sabe qué hora y qué día es, porque mirar la pantalla bloqueada de su celular o la de su computadora se lo recuerdan todo el tiempo.
“Lo que hace que tarde tanto en dormirme es Netflix y redes sociales” , ella es parte del 49% que está pendiente de las actualizaciones y sigue a rajatabla los shows y las películas que está viendo. Aunque sabe que el consumo excesivo de redes sociales y tv “está mal”, también es consciente que durante la noche las redes se vuelven adictivas y es “difícil salir”, especifica.
Ella cuenta el fenómeno de Youtube y del hipervínculo que nació con él: recomendados para tí que no hacen más que adentrar a sus usuarios en un círculo vicioso de videos que los hace saltar de un video a otro y así consecutivamente, hasta que el sueño de a poco comienza a disiparse.
Daraio explica que los jóvenes tienen una predisposición a un desfase del sueño al estar estrechamente vinculados con los dispositivos electrónicos. Pero según los estudios de la National Sleep Foundation de EEUU en los últimos 30 años las tablas de referencia para calcular las horas sugeridas para dormir, cambiaron, y los estudios arrojan resultados alarmantes: la generación actual duerme dos horas menos que sus abuelos a la misma edad.
¿Por qué estamos soñando distinto?
Para dormir es necesario que llegue el momento adecuado y que estemos en un ambiente específico. Aunque suene trillado es necesario estar cansado para conciliar el sueño y además es importante que haya silencio y oscuridad “porque cuando baja el sol, empieza a producirse una sustancia llamada melatonina”, explica Daraio, “necesaria para preparar y mantener el sueño durante la noche”.
Cuando ambas situaciones se dan, empiezan los procesos de sueño que duran más o menos una hora y luego nos quedamos dormidos.
Magali Blanco, kinesióloga respiratoria de la unidad de Sueño del Hospital Británico, dice que con la cuarentena las personas comenzaron a dormir de día y a estar despiertos de noche, “así como también aumentó el número de reportes de insomnio debido al cambio de las rutinas y al aislamientos social”, dice.
Los especialistas recomiendan…
- Horarios regulares para acostarse y levantarse.
- Diferenciar bien día y noche.
- Horarios regulares en las comidas y por las noches cenar liviano.
- Evitar estimulantes como el café, té, mate y alcohol después de las 19 hrs.
- Una hora antes de acostarse apagar los dispositivos electrónicos.
- Utilice la cama solo para dormir.
- ¡Toque de queda a las noticias!: mire 1 o 2 veces al día los medios y utilice fuentes confiables.
- Ejercicios de respiración y relajación antes de dormir.
La función de dormir es una de las funciones más sostenidas en la evolución. Todos los seres vivos en la tierra duermen y en tiempos de crisis, cuando estamos sometidos a la incertidumbre, la ansiedad y el encierro por la pandemia, es primordial que cuidemos el sueño, porque hacerlo sería cuidar nuestra salud.