“Doctor, ocúpese de los quemados”, le ordenaron. Y así lo hizo. Fortunato Benaim fomentó la creación tanto del primer banco de piel como del primer laboratorio de cultivo de piel del país. Creó la Fundación Benaim, que impulsa la investigación de lo que él llama la medicina del quemado.
El año pasado recibió el reconocimiento a su trayectoria al cumplir los 100 años de vida fue homenajeado por la Academia Nacional de Medicina y, aunque muchos altos profesionales fueron homenajeados por la institución, este evento se destacó por un detalle: Fortunato Benaím fue el primer académico que asistió en vida a una distinción de este tipo.
Médico especializado en cirugía reparadora, Fortunato Benaim dedicó su vida entera al desarrollo de la medicina del quemado. “Lo que hay que entender bien es que la palabra quemadura sola no dice mucho. La quemadura que es lesión no es mayormente importante, lo que sí es importante es la enfermedad quemadura” explica. La enfermedad quemadura ocurre cuando las toxinas, que genera el tejido que se encuentra quemado, se traspasan a la corriente sanguínea y altera el funcionamiento del organismo.
Presidente de la Fundación Benaim, creó el primer banco de piel reconocido por el Ministerio de Salud de la Nación. El banco se ocupa de almacenar en congeladora la piel de cadáveres donada voluntariamente. Esta piel sirve como cobertura transitoria para pacientes con casos de quemaduras extensas y graves. Otro hito de su carrera fue en 1992, con la creación del primer laboratorio de cultivo de piel, en donde tomando una pequeña biopsia del paciente logra obtener, en 15 días, las suficientes láminas de piel cultivadas en laboratorio para cubrir todo el cuerpo.
A la orden
En 1947, Benaim se encontraba en el Hospital Argerich, trabajando en cirugía reparadora, cuando ingresó una familia con quemaduras graves debido a un incendio en su casa de La Boca. No había nadie que se ocupara de las quemaduras. Y el jefe de Cirugía del hospital, Arnaldo Yodice, le dio una orden muy clara: “Doctor Benaim, ocúpese de los quemados”.
Más de 70 años después, como médico retirado, recuerda ese momento y reflexiona: “Para mí eso fue una orden del jefe, un desafío y una oportunidad: Cumplí con la orden, acepté el desafío y aproveché la oportunidad”. Se puso a estudiar sobre el tema, atendió a los pacientes, y realizó su primer injerto de piel en uno de ellos.
A partir de ese momento, dedicó toda su vida profesional al estudio del quemado. Realizó su tesis de doctorado sobre el tema, por el cual recibió un premio de la Asociación Argentina de Cirugía y ganó una beca para estudiar en los Estados Unidos, donde siguió especializándose. Al regreso, ganó el concurso para ocupar el cargo de director en el Hospital del Quemado en 1955, donde continuó trabajando hasta su jubilación en 1984.
Tras su jubilación, el doctor Benaim se dedicó a la Fundación que busca capacitar al personal médico y a continuar con la investigación del tratamiento del quemado.
Dentro de la infinita y diversa cantidad de casos que le tocó atender resuenan históricos nombres como Atilio Viale, corredor de autos quien en un accidente en 1967 sufrió quemaduras graves, y el general Andrés Rodríguez, hombre de confianza del dictador paraguayo Alfredo Stroessner. También asistió a dos pacientes de la tragedia de Aeroparque en 1999. Trató quemaduras de todo tipo, en cualquier parte del cuerpo. “Cada paciente grave es un desafío. Cuesta, es un trabajo muy intenso de todo el equipo, y durante mucho tiempo. Hay que tener vocación para esto porque sino no se aguanta” dice.
Reconoce que sin su familia, y especialmente en su esposa Marta, no hubiese alcanzado tantos logros a lo largo de su carrera. “Si uno no tiene la comprensión de la esposa y de la familia, no puede hacer esta vida, porque es muy exigente y lo tiene muy ocupado. El apoyo tiene que ser espontáneo, no tiene que ser a pedido”, dice Benaim.
Benaim cree que, en parte, gracias a su familia aún está vivo. En 2017 tuvo una afección muy grave y debió ser internado por un shock séptico. Y aunque todos creían que iba a morir, logró recuperarse. En el discurso que dio en el acto de homenaje de la Academia Nacional de Medicina le dedicó palabras de agradecimiento no solo a su familia, sino también a los profesionales de la salud que lo atendieron: “De alguna manera son responsables de que todavía esté hoy aquí”.
Personalidad multifacética
Además de cultivar la vocación profesional, paralelamente se dedicó al estudio del violín. En Mercedes, Provincia de Buenos Aires, su ciudad natal, comenzó a estudiar música a los seis años. Y en esta misma ciudad formó parte de algunos grupos musicales y luego en orquestas. Cuando viajó a Buenos Aires, en 1938, para estudiar Medicina, ingresó a una orquesta sinfónica
“Así que hice experiencia en orquesta típica, en sinfónica, cámara y cuarteto. Finalmente terminé tocando con una orquesta profesional típica”, recordaba. Debido a una artrosis que afecta sus hombros, hace tres años que no puede tocar el violín: “Ya a esta altura de mi vida, prefiero escucharlo”, confesaba Benaim. Pero además de tocar el violín aprendió a tocar el piano.
Susana Mitchell, como familiar del médico, lo define como “multifacético”: “Siempre me llamó mucho la atención, nos invitaba a comer a su departamento, y se ponía a tocar el piano. Después de comer nos dedicaba alguna canción, o nos quedábamos conversando hasta tarde de anécdotas, viajes, reconocimientos, de personas que lo conocen en el mundo, de situaciones y de presidentes. Siempre le reconozco esta capacidad de ser muy medido, nunca tuvo exabruptos. Una persona muy medida, muy serena, muy firme en sus convicciones, a sus ideas, a ir para adelante, una persona muy optimista. Trabajando a veces con nada, con cero recursos pero él siempre se las arreglaba. Nunca se le van las energías”, apunta Mitchell.
Proyectos pendientes
Benaim espera seguir vivo para cuando se apruebe el proyecto de ley que presentó en el Congreso, que contempla la creación de una red asistencial para el tratamiento de víctimas de quemaduras. Hoy los pacientes con quemaduras son internados y tratados en cualquier establecimiento de salud, y Benaim explica que es necesario que se arme un servicio especializado, ya que el tratamiento de una persona con quemaduras es particular y requiere de un equipo interdisciplinario.
El proyecto de ley pide “trabajar sobre lo que ya existe” y exige que se estructure y se organice una red asistencial para el quemado en todo el territorio del país, en donde los servicios especializados para el tratamiento especializado del quemado cuenten con las instalaciones, el equipamiento, los insumos y el personal médico necesarios. Aunque hoy en día se tienen los recursos, estos son limitados y requieren de gran financiamiento lo que imposibilita que se utilice en la práctica corriente ni con frecuencia. La creación de la red asistencial exige también la capacitación de personal médico para lograr el cultivo de piel en laboratorio. El proyecto se encuentra en la Comisión de Acción Social y Salud Pública y debe ser debatido y aprobado allí antes de ser tratado en el recinto de la Cámara Baja.
Foto: Academia Nacional de Medicina.
”Si logramos poner en marcha el programa asistencial- se ilusiona Benaim, – la medicina del quemado en Argentina va a cambiar radicalmente. Ése es mi sueño, espero verlo realizado”.
Enumerar la cantidad de homenajes y distinciones que recibió a lo largo de su carrera profesional sería una tarea que llevaría varias horas. Benaim, sin embargo, recuerda especialmente el reconocimiento de la Academia Nacional de Medicina, celebrado en octubre de 2019. “El reconocimiento espontáneo de los pares fue lo más gratificante. No andar en búsqueda de que alguien le haga un homenaje, lo que importa es cuando es espontáneo y sobre todo de los pares”, dice hoy el médico, ya retirado de la vida de hospital pero con varios proyectos profesionales que aún no ha logrado completar.