Son ocho locales bailables distribuidos en cuatro manzanas, un promedio de al menos 6000 personas por fin de semana. ¿Qué pasa con los controles?
Domingo, siete de la mañana, un grupo de personas, algunos son adolescentes, otros no tanto, sentados sobre el cordón, botellas vacías, rotas. La vereda, una batalla campal. Los taxis disminuyen la marcha, negocian que en vez de cuatro suban cinco y se van. A fin de año, amanece más temprano, los ojos cansados no se camuflan como en invierno, las manchas en las baldosas se ven más saturadas, el olor a alcohol caliente se impregna, se hace más fuerte. La historia no es nueva, compone una de las postales más comunes del fin de semana de los vecinos y comerciantes de Nazca, Rivadavia y aledaños, del barrio porteño de Flores.
Durante los 60´ y 70´, Flores fue un barrio con gran movida cultural, recibía durante sus fines de semana a gente de distintas comunas de la ciudad y el conurbano, debido a su amplia oferta en entretenimiento, cines, teatros, confiterías y pizzerías. A partir de la década del 90, los cines y teatros comenzaron a migrar y los empresarios de la noche vieron la oportunidad para ocupar esos predios. Perdiendo el barrio, los espacios culturales para dar lugar a la movida nocturna.
“Nosotros no tenemos problema de que los chicos se diviertan, el problema es el exceso de alcohol que consumen, se pelean, a la mañana salís y hay sangre en la vereda, botellas rotas, residuos fisiológicos, es tierra de nadie”, comenta Miriam, vecina de la calle Ramón Falcón.
Son ocho locales bailables distribuidos en cuatro manzanas, un promedio de al menos 6000 personas por fin de semana. Sin mencionar que en las inmediaciones funcionan locales que de apariencia ofrecen gastronomía regional, pero entrada la noche se corren las mesas y se convierte en baile. Los vecinos a su vez, denuncias fiestas privadas en casas particulares con gran número de asistentes y equipo de alta potencio en el sonido.
El promedio de edad de los concurrentes de mayor habitualidad ronda entre los 17 y 30 años. Dependiendo la orientación del establecimiento y la música del local, arrastra a un determinado grupo de una zona u otra. Pero la gran mayoría son gente, por la ubicación de los locales, de zona oeste o de las inmediaciones de la ciudad.
Abundan las denuncian sobre la falta de controles y en algunos locales, la falta del cartel que indica la capacidad máxima y habilitación de “Clase C”.
La Agencia Gubernamental de Control (AGC) estima que en Buenos Aires hay aproximadamente entre 1000 y 1100 locales nocturnos, mientras que solo 160 están habilitados como “clase C”, los únicos donde se permite la actividad de baile. Éstos deben cumplir con rigurosas obligaciones para poder funcionar, más allá de estar inscriptos en el Registro Público de Locales Bailables.
También reconocen que la “desvirtuación de rubro” es uno de los principales problemas que surgen en los operativos.
De los 105 trámites de renovación, inscripción y/o baja en el Registro Público de Locales Bailables (RPLB) durante el período 2015, se realizó una muestra por medio del probabilístico, con un nivel de confiabilidad del 90% que brinda un margen de error de +0 – 10%, Es el ultimo informe realizado hasta la fecha, y fue aprobado en el 2018.
La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) en su último informe, detectó que “falta coordinación” entre la Dirección General de Fiscalización y Control (DGFyC), que se encarga de los eventos masivos y la actividad nocturna, y la Dirección General de Habilitaciones y Permisos (DGHyP) y que “los padrones de locales habilitados se encuentra desactualizados”.
“Este es del sábado –muestra una conversación de WhatsApp del grupo vecinal- Perdón la hora, pero si alguien quiere llamar al 911, es Pergamino altura 71 aproximadamente. Ya hice 5 llamados al 911 y la “poli” siguió de largo, la Fiscalía no tomó la denuncia”, lee desde su celular Ezequiel, vecino de la zona.
Ezequiel vive con su mujer y su bebé de cinco meses, cerca del Teatro de Flores, menciona que de jueves a domingo llama a la policía por ruidos molestos y peleas violentas en la cuadra de su casa ocasionadas por la gente que asiste al local. “Intenté hacer la denuncia en la Fiscalía, pero no me la toman de forma anónima y me da miedo dar mi nombre. Los trapitos que dejan estacionar en los garajes son barra brava”, agrega.
El comisario José Luis Martinelli de la Comisaría Vecinal 7-C, responsable de los operativos policiales que se llevan a cabo en la zona dijo: “Nos excede la cantidad de concurrentes, con la capacidad de trabajo de los uniformados y tratamos de poner móviles que recorren asiduamente la zona para desalentar o prevenir cualquier tipo de incidencias en la vía pública”.
Analía vive sobre la calle Ramón Falcón, forma parte de la Agrupación de Vecinos de Yerbal y Cuenca Flores/Floresta, y participa de forma activa en las problemáticas del barrio. En la última reunión que se llevó a cabo entre los vecinos y el Secretario de Seguridad de la Ciudad, Marcelo D´ Alessandro, propuso que los locales bailables se hagan responsables del costo del operativo de seguridad en la vía pública, como ocurre con los operativos policiales durante los partidos de futbol.
Este tipo de propuestas surgen a partir de reuniones que se realizan en casas de vecinos para trazar propuestas comunes y luego convocar a funcionarios y transmitirselas. Durante los años fueron convocados: Paula Bertol en su cargo como legisladora de la Ciudad, Diego Santilli, legislador de la Ciudad, Ricardo Pedace, Titular de la Agencia Gubernamental de Control, Marcos Peña, legislador de la Ciudad, Jorge Telerman, Jefe de Gobierno de la Ciudad, Martín Casares, Jefe de Gabinete del Ministerio de Justicia, Diego Gorgal, Secretario de Seguridad durante los años 2006-2007.
El 13 de diciembre de 2004 los vecinos integrantes de la Agrupación Vecinal de Yerbal y Cuenca Flores / Floresta, presentaron una nota en la mesa de entradas del Gobierno de la Ciudad reclamando por el problema que ocasionaba la gran cantidad de locales bailables e irregularidades en la zona de Nazca y Rivadavia.
“Nunca logramos la entrevista solicitada, ni con, por el entonces Jefe de Gobierno, Anibal Ibarra, ni con la encargada de llevar a cabo los controles, Fabiana Fiszbin, ya que se encontraba de receso vacacional en Brasil. Una lástima que hayan desatendido el reclamo. El 30 de diciembre de ese año ocurrió una de las tragedias más grandes que vivió la Ciudad de Buenos Aires, que fue el desastre de Cromañón, que significó la pérdida de 194 personas y más de 1400 heridas. Quedó a luz que todo se hizo mal. Jamás se controló lo que debió controlarse”, dice Andrea, miembro de la Agrupación de Vecinos de Yerbal Y Cuenca Flores/Floresta, desde el año 2000.
“Políticamente se vivieron días agitados, ya que fue destituido por la Legislatura porteña, el Jefe de Gobierno y reemplazado por su Vicejefe”. Explicó que, inmediatamente después de la tragedia, se tomaron medidas con relación a los locales bailables y locales que ofrecían recitales, entre ellas, una veda. A raíz de la veda establecida, todos los locales debían permanecer cerrados hasta tanto fueran inspeccionados. Muchos locales ubicados en Flores fueron denunciados por los vecinos, ya que la medida fue violada.
Comentó que en varias reuniones con las autoridades se hablaba sobre lo inescrupulosos que eran algunos empresarios de la noche, que en lugar de hacer la reforma que correspondía para que el lugar tenga las condiciones de seguridad requeridas. “Ofrecían coimas, lo cual no era más económico ni práctico que hacer las cosas bien de entrada”, recordó.
La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) tomó 159 casos y descubrió que en la mayoría no hay una segunda inspección para verificar si fueron solucionadas las deficiencias encontradas oportunamente.
En el informe, aprobado en mayo de 2018, la AGCBA da cuenta que en el 11,3% de las situaciones, “durante al menos nueve meses no se verificó si se subsanó la irregularidad detectada”; en el 21,4% de los casos, “al menos en seis meses no fue evaluada la corrección de la anomalía”; mientras que en el 22,7% ocurrió lo mismo “durante al menos tres meses”. Quince años después los números reflejan falencias y relajamiento en los controles. ¿Se diluyó el efecto de la tragedia de Cromañón?
“Las denuncias más frecuentes son realizadas por parte del vecino que suele vivir en los fondos, en la periferia de los locales, que se quejan de los ruidos molestos. Puede ser por alguna fuga de decibeles por parte del local o bien, por las desconcentraciones del publico cuando se produce congestión por el tránsito, congestión por alguna pelea o alguna incidencia que se produzca entre ellos, gritos entre jóvenes”, dice el Comisario Martinelli. Sin embargo, los hechos demuestran que por lo menos en Flores, los ruidos molestos solo son el comienzo de una noche que puede terminar en tragedia.
En febrero de 2006, David Belindo, alias ” El Tripero”, ó “El Manquito”, de 22 años, fue acusado por la Justicia de haber degollado con un vidrio a Fabricio Gauna, quien trabajaba como guardia privado en el local bailable “Tabasco”, de José Martí al 100.
El 3 de abril de 2011, Nahuel González salía de bailar de Tabasco (Quirno y Rivadavia) con un grupo de amigos, cuando a las 7.30 fue atacado por un grupo de jóvenes, recibió un disparo en la cabeza que lo tuvo internado en el Hospital Piñero durante 12 horas, hasta que falleció.
En 2013, Lucas Trasancos, atropelló y mató con su Audi a una pareja de 21 y 25 años que iba en moto.
En 2016 un joven de 22 años fue detenido luego de asesinar de un balazo a un adolescente de 15 años y herir a otro en una pierna, al disparales desde un auto a la salida del local bailable Bellakeo, y atropellar a una pareja y chocar contra un poste de luz cuando se daba a la fuga.
En octubre un oficial de la Policía de la Ciudad fue atropellado, en Rivadavia y Martí, en la desconcentracion de los bolcihes, luego de que un conductor se negara a los controles de tránsito.
A fines de noviembre, se viralizó un video que muestra a un grupo de mujeres enfrentándose con el personal de seguridad del boliche Bellakeo (Rivadavia y San Pedrito).
“Fallan los controles, no vemos de alcoholemia ni de sustancias, ni trabajos en materia de prevención, o campañas de concientización para aliviar la violencia, agresión y excesivo consumo de los concurrentes. Muchos son menores, muchos son de la villa, en situación de vulnerabilidad, en donde hay necesidad de que el Estado, de la manera que sea, prevenga, proteja y eduque, En 20 años hubo progresos en muchos aspectos, pero no así con relación a este tema. La nocturnidad de Flores sigue siendo un problema para los vecinos”, dicen desde la Comisión vecinal.
Lunes, siete de la mañana, un grupo de adolescentes y otros no tanto, sentados sobre el cordón, botellas vacías, rotas. En la vereda otros apurados, corren a tomar el primer subte del día.