Parte 1
En los últimos 20 años varios países crearon comisiones investigadoras dentro del ámbito de sus respectivas fuerzas aéreas, entre ellos Argentina, Chile, Perú y Uruguay. Casos que desmienten los mitos
Junio de 1947 el piloto Kenneth Arnold, en vuelo sobre el estado de Washington (EE.UU.), afirma haber visto objetos extraños en vuelo. Nacía el primer caso oficial del fenómeno. Chiclayo, Perú. Una escuadrilla despega con destino a Talara en adiestramiento nocturno. De pronto, una potente luz ilumina desde arriba a uno de los caza P47. Los instrumentos y el motor se detienen, pero el avión continúa suspendido por una fuerza inexplicable. El piloto alza la vista y ve un objeto. Piensa: “Qué linda nave” y por los auriculares escucha “la tuya también”. Inmediatamente la nave comienza a caer. La fuerza que lo sostenía había desaparecido.
Mientras tanto se había activado el protocolo SAR (Search and Rescue). Cuando aterriza su jefe -mientras un equipo de mecánicos revisa el avión- le dice: “Tu escuadrilla aterrizó hace una hora”. Los mecánicos constatan que el avión tiene la misma cantidad de combustible que el resto de la patrulla, sin embargo, voló una hora más.
Esos dos casos forman parte de los hechos que fueron reportados y que se suman a otras decenas que se informaron a lo largo del continente. Desde Lima, el comandante (R) Julio Chamorro de la Fuerza Aérea de Perú y miembro de la Oficina de Investigación del Fenómeno Aéreo Anómalo, con un hablar pausado afirma: “El fenómeno existe, está documentado.”
Carlos Ferguson es investigador del tema desde que fue testigo de la aparición de un objeto en el barrio de Saavedra, en la ciudad de Buenos Aires y es autor de “Encuentros entre pilotos y ovnis”, un exhaustivo trabajo de recopilación con más de 100 casos documentados. “El informe Cometa (Francia) es tajante, el fenómeno es real, inteligente, tiene una alta carga magnética. Hay 500 casos en el mundo bien documentados por los pilotos”, afirma. Con respecto a la mejor fotografia no duda: “La del capitán Niotti”, de Yacanto.
En julio de 1960, el capitán de la Fuerza Aérea Argentina, Hugo Niotti circulaba hacia el norte por la ruta 36 en la zona de Villa General Belgrano, Córdoba cuando observó un objeto a baja altura. Con su cámara de 35 mm toma una foto y ve que el objeto se aleja. La imagen fue estudiada por el Servicio de Informaciones de Aeronáutica (SIO) que determinó la autenticidad y agregó: “La oscuridad en la base del cono podría atribuirse a la influencia de radiación no comprendida en el espectro visible y de naturaleza desconocida”.
Objetos en Bariloche
En julio de 1995, el comandante Jorge Polanco al mando de un Boeing 727-200 de Aerolíneas Argentinas inició el descenso al aeropuerto Teniente Candelaria de San Carlos de Bariloche cuando observó a su izquierda un objeto con forma de plato sopero invertido con una luminosidad pulsante. Interrogó a la torre de control que le informó que el único tránsito (avión) era un vuelo de Gendarmería a su derecha. “La parte superior era como una gelatina, tenía una cadencia como que tuviera vida, respiraba. Eso siempre me quedó grabado. Tenía giros de un verde metálico. Se plantó ahí y se quedó al lado nuestro”, recordó. El objeto de unos 30 metros de diámetro se ubicó a unos 20 metros del ala. Como si leyera la mente del piloto el ovni esperó al Boeing sobre el lago a 3.000 metros de altitud, exactamente la altura que debía alcanzar el avión para continuar con el procedimiento de aproximación. El informe final confirmó que se trataba del reflector de una disco sobre el cielo de la ciudad.
Ver para creer… e investigar
En Argentina, el Centro de Identificación Aeroespacial (CIAE) a cargo del Comodoro (R) Rubén Lianza es el encargado de recibir reportes sobre avistamientos. Durante el año pasado fueron analizados 21 casos que reunieron las condiciones de testimonio más alguna evidencia fotográfica o de video. La imagen es condición para abrir un expediente.
En su despacho del Edificio Cóndor, entre monitores en tiempo real de órbitas de satélites, explica los cambios respecto a la Comisión de Estudio de Fenómenos Aeroespaciales (CEFAE) creada en 2011. En 2014 se cambió el enfoque ya que antes se “apuntaba a lo desconocido, a estudiar lo que no es y decir que era ´positivo´ un caso. Aquello que todavía no hemos identificado da lugar a problemas muy graves”, afirma.
Lianza sostiene que publicar casos sin resolver es un error y agrega que desde un punto de vista científico primero hay que explicar qué es un fenómeno aeroespacial, qué es fenómeno aéreo anómalo. Ovnilogía versus ciencia.
De todos los avistajes, los que son acompañados por reportes de los radaristas son los más valiosos. Tal el caso ocurrido en 1965, en la base Punta Indio de la aviación naval, ubicada en Verónica, provincia de Buenos Aires. Durante el periodo de ajustes del Ground Control Approach (GCA) comenzaron a verse puntos móviles no identificados que se acercaban a los aviones y los seguían por unos instantes. Ante la repetición del fenómeno, una comisión de la Armada junto con técnicos de EE.UU. viajaron a la base. El teniente Federico Machain despegó en busca del objeto que producía los ecos en una jornada de cielo cubierto. Al salir de la capa de nubes observó hacia su derecha y, a unos 200 metros, vio un objeto brillante detenido en el cielo.
Al informar, le confirman desde la base que se trataba de un eco. Después de unos instantes, el OVNI se alejó a una velocidad imposible: cruza toda la pantalla, que cubre una distancia de 74 kilómetros, en un par de segundos. “Mi escepticismo anterior desaparece ante la evidencia”, dijo el aviador.
El tema alimentó- y aún lo hace- films y series. Algunos recordarán al arquitecto David Vincent en “Los Invasores” cuando se pierde en un remoto camino rural y observa el aterrizaje de una nave extraterrestre. También la serie “UFO” de Gerry Anderson o más recientemente “Encuentros cercanos” de Steven Spielberg, “Los Expedientes X” con Gillian Anderson y David Duchovny o la argentina “Testigo de otro mundo” de Alan Stivelman.
Desde siempre la humanidad se sintió atraída por lo inexplicable. Las series, películas, videos y los 118 casos recibidos por el CIAE desde 2015, son el mejor ejemplo.