Mientras este tipo de alimentación crece exponencialmente, científicos y profesionales de la salud cuestionan al veganismo y atribuyen más preocupaciones que beneficios.
La alimentación vegana está bajo la lupa desde que encontraron a la influencer Yovana Mendoza (@rawvana), defensora de esta filosofía de vida, comiendo pescado.
Ante el revuelo que se armó en las redes sociales, Yovana debió explicar, a través de su canal de Youtube, que hace dos meses tuvo que volver a comer huevos y pescado por problemas de salud.
“Mis niveles de hierro y mi tiroides estaban bajos. Los doctores me decían que mi cuerpo no estaba absorbiendo los nutrientes, y que debía comer huevo y proteína animal”, argumentó la influencer.
¿Es saludable llevar un dieta vegana? ¿Qué dicen los especialistas en la materia y qué hay que tener en cuenta a la hora de emprender este tipo de elección?
La revista Popular Science publicó en 2013 un artículo titulado “Por qué la dieta vegana apesta” en el cual enumera 5 razones por las cuales una dieta vegana es una mala idea.
La primera es la carencia de varios nutrientes importantes para el organismo, los más preocupantes son la vitamina B12 (ya que prácticamente no existen fuentes confiables de esta entre los alimentos de origen vegetal ) y la creatina.
Además estudios científicos muestran que los veganos tienen los niveles de testosterona considerablemente más bajos que quienes comen carne y señalan que, a pesar de la propaganda, no hay estudios que prueben que las dietas veganas son mejores a las demás.
“Las dietas veganas pueden funcionar en el corto plazo por otras razones, como promover la ingesta de frutas y vegetales a la par del abandono de carbohidratos refinados, aceites vegetales, grasas trans y el consumo de azúcar agregada. Esta es probablemente la razón por la cual benefician a la salud, no por remover los alimentos animales sin procesar”, sostienen desde la revista.
Lucia Diaz Presti tiene 21 años, hace 7 años que no consume carne y 3 años desde que dejó por completo los derivados animales. “No estaba de acuerdo en seguir sustentando la explotación animal a través del consumo de productos de las distintas industrias (lácteos, huevos, miel, lana, etc) ya que considero que los animales son seres sintientes como los humanos y no tenemos derecho a tomar decisiones por sobre su vida”, argumenta la joven.
Antes de dejar de consumir carne Lucía se asesoró con una nutricionista y cuenta que se realiza controles anuales con su médica clínica para chequear sus niveles de hierro, calcio y B12. Sin embargo, afirma que no notó grandes cambios en su salud. “Solamente no me siento tan pesada después de comer como antes”, dice.
En este sentido, Ángeles De Carli, licenciada en Nutrición, afirman que la clave está en asesorarse siempre con un profesional ya que de lo contrario “probablemente se caiga en una alimentación nutricionalmente incompleta, pudiendo provocar un déficit de nutrientes a futuro y consecuentemente las complicaciones como la amenorrea o anemia”.
Por otro lado, Florencia Dafne Raele, médica especialista en medicina funcional con un postgrado en Nutrición (MN 149560), en su libro “Nutrición Holística” dedica especial atención a las dietas vegetarianas y veganas.
“Hay varias teorías sobre porque algunos organismos se benefician de ser vegetarianos y otros no, pero lo más importante es escuchar a nuestros cuerpos. Si uno comienza a sufrir de síntomas negativos ante la práctica de este modo de alimentación es aconsejable priorizar la salud y replantearse que tan estricto uno quiere ser con esta modalidad, más allá de sus creencias personales”, sostiene la médica.
En cuanto a las dificultades a la hora de llevar este estilo de vida, Lucía explica que el principal obstáculo es la vida social: “Lidiar con intolerantes que juzgan y creen que saben más que uno o encontrar opciones veganas cuando salgo a comer afuera”.
Según explica, no todas las personas que trabajan en el rubro gastronómico están bien informados al respecto. “Más de una vez comí derivados accidentalmente, por ejemplo, en el último año varias veces salí a comer a lugares que no tenían opciones. Les pedí específicamente si podían adaptarme el menú pero cuando empecé a comer al final tenía queso o algo así, con lo cual me intoxiqué porque mi cuerpo se me desacostumbro a digerirlo”, asevera Lucía.
Sin embargo, De Carli “no recomendaría la alimentación vegana a ningún paciente. “Los alimentos de origen animal aportan nutrientes esenciales. Solamente recomendaría una dieta mediterránea
(donde predomina el consumo de vegetales, frutas, pescados, cereales y legumbres, semillas y muy bajo consumo de carnes) en casos de obesidad, sobrepeso, colesterol y triglicéridos altos, entre otras patologías”, explica.