En América Latina, 11 millones de niños, niñas y adolescentes trabajan sin haber cumplido la edad mínima para ser admitidos legalmente en un trabajo que tenga las condiciones necesarias para ser realizado, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tras un estudio publicado en septiembre del 2017.
Se considera trabajo infantil a cualquier actividad económica o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niños y niñas que no tienen la edad mínima de admisión al empleo o trabajo, o que no cumplieron los 18 años si se trata de trabajo peligroso. El trabajo infantil es un problema creciente en países de menores recursos o más pobres, como América Latina, donde se realizan programas y proyectos de ley para intentar erradicar este problema.
La OIT promueve la integración del tema en los diálogos de los países de Latinoamérica y que se traten de manera jurídica. En Argentina, la ley 26.390 sobre la Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente, ley vigente sancionada en junio del 2008, establece que la edad mínima de admisión al empleo es de 16 años, haya contrato o remuneración de por medio, y que recién las personas a partir de los 18 años pueden obtener un contrato de trabajo. Pero las personas desde los 16 años y hasta los 18 pueden tener un contrato solamente en el caso de que tengan la autorización de sus padres, tutores o responsables.
Más allá de que en Argentina el trabajo infantil esté prohibido, se sigue realizando en todo el país especialmente en las zonas rurales más carenciadas o zonas donde se vive mayormente de la agricultura. Es un problema que se produce por necesidad debido a la situación económica a pesar de que no es algo nuevo, sino que se arrastra hace varios años.
En noviembre de 2017, la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA) realizó un primer sondeo nacional sobre trabajo infantil y adolescente, el mismo mes en que Argentina fue sede de la IV Cumbre Mundial sobre la erradicación del Trabajo Infantil. Dentro del ámbito rural, 1.027.373 de los niños y niñas de entre 5 y 15 años de las viviendas encuestadas (el 21,2%) está involucrado en alguna forma de trabajo, ya sea como actividad doméstica intensa, como actividad para el autoconsumo o como actividad económica para el mercado.
Las actividades que más se realizan por niñas en las zonas rurales a nivel nacional son por ejemplo la ayuda en un negocio, comercio u oficina y también el cuidado de personas mayores fuera de su hogar, mientras que las actividades que más frecuentan los niños son el cuidado de animales de granja o de campo, el cultivo o cosecha de productos de huerta, finca y campo y también la ayuda en la construcción o reparación de viviendas.
Además, según EANNA, el promedio de edad en la cual los niños inician las actividades en el mercado rural es entre los 10 y 11 años por lo que del total de encuestados, el 10,1% de los niños y niñas que trabajan no asisten a la escuela. Los niños y las niñas que trabajan repiten más años que aquellos que no trabajan. Repetir el grado produce un deterioro de la autoestima, además de sobreedad en los cursos y descenso en la calidad de los aprendizajes, lo que suele dar como consecuencia el abandono escolar.
“Los niños y niñas se encuentran en una constante etapa de desarrollo. Es por eso que la exposición combinada a riesgos físicos, químicos, biológicos y sociales es mayor a esta edad” – cuenta la psicóloga Magdalena Caballero-. “Están más expuestos a desarrollar enfermedades porque no conocen los peligros y no saben cómo evitarlos”.
Los principales problemas de salud que pueden ser causados por trabajar a tan temprana edad son fatiga excesiva, problemas posturales por esfuerzos excesivos, problemas digestivos en caso de una mala alimentación, malestares físicos ocasionados por la exposición al frío, calor o humedad, y en el peor de los casos, la muerte por accidentes.
Según los datos de la organización, Misiones es una de las provincias de mayor producción de yerba mate en el país, con el 90% de la que consume en nuestro país y el 60% de lo que se consume en el resto del mundo.