Aunque parece un trabajo sencillo y hasta divertido, el modelaje siempre implicó sacrificios. Es una profesión repleta de exigencias y las modelos deben ajustarse a los cánones y cambiar cualquier cuestión de su imagen que se les demande.
En el presente, cuando se habla mucho de inclusión y de mejora en las condiciones laborales, los requisitos para convertirse en modelo siguen siendo los mismos que hace treinta años. Las marcas de indumentaria incluyen como máximo tres modelos plus size. Estas, para poder trabajar sin contar con las medidas o altura impuestas por la industria, tienen que tener miles de seguidores en las redes sociales y ser conocidas. El resto debe adaptarse a las exigencias de las agencias: tener entre 15 y 22 años, medir no menos de 1,75 metros de altura y contar con unas medidas que se asemejen a 90-60-90. Los estándares de belleza parecen responder a lo que es completamente irreal para la mayoría de las personas.
Diego Restivo, el director de la agencia DHR MODELS, fundada hace diez años en Buenos Aires, considera que “las marcas más importantes no son inclusivas; de 39 modelos en un desfile, el 99% son altas y flacas”. A pesar de que su agencia incluya chicas con diferente peso y altura, él asegura que hay mucha hipocresía en el mundo del modelaje. “El ambiente es muy exigente y todo el tiempo se está buscando a la próxima top model; hoy estás y mañana no. Es todo muy rápido, la competencia es fuerte”, agrega, y sugiere que la modelo tiene que estar psicológicamente preparada y tener la fortaleza para aceptar el rechazo.
La modelo e influencer argentina Agustina Cabaleiro, conocida en las redes sociales como Online Mami, publicó hace dos años un video en YouTube donde cuenta cómo es ser modelo plus size en Argentina. Agustina plantea que ella no puede entrar a una agencia tradicional, ya que todavía continúan los mismos parámetros. Sostiene: “Para mostrarse inclusivas, las agencias contratan a una que es un poquito grande o gorda”.
La socióloga de moda Susana Saulquin, en su libro El cuerpo como metáfora, resalta cómo los requisitos corporales socialmente establecidos perduran en el tiempo. Saulquin observa allí que “resulta sorprendente descubrir el grado de responsabilidad que le cabe a la sociedad en la conformación de los diferentes parámetros físicos”. A su vez, advierte que el cuerpo está atravesado por los mandatos sociales y que las modelos deben ser quienes los representen. Según la socióloga, los creadores de imágenes contribuyen al estereotipo impuesto por la sociedad. Estos son especialistas que diseñan y comunican imágenes que promueven los cánones preestablecidos.
Ser modelo, en primera persona
La modelo argentina Clara Lopez cuenta que el acné es un obstáculo para su trabajo. Cuando ella tenía 16 años logró entrar en una agencia, pero, debido a su acné, le recomendaron comenzar un tratamiento con especialistas. A pesar de llamarla constantemente y estar pendientes del proceso, los directores de la agencia nunca reconocieron los cambios. Además, cuando la vieron luego del confinamiento le recriminaron que había subido de peso. “Me angustió mucho y tuve que aceptar que me dijeran que mi cuerpo tenía que ser de otra manera. Me sentí horrible’’, confiesa.
Otra modelo de 21 años, Josefina Masajnik, también tuvo que tolerar que su agencia le exigiera bajar las medidas de la cadera. Ella revela que nunca se había sentido insegura con su cuerpo hasta que entró en una agencia y empezó a notar todos sus defectos. “En mis primeros años como modelo tenía un gran complejo con ser gorda: ese era mi mayor miedo, no tenía noción de mi propio cuerpo –afirma–. Me miraba al espejo y no entendía, a veces me compraba jeans dos talles más grandes. Tenía una dismorfia muy fuerte’’.
Masajnik publicó una nota en su blog Mixed llamada “La mujer en el espejo”, en la cual se refiere a su experiencia como modelo. ”Es inevitable que en las producciones no hablen de tu cuerpo y de cómo te queda la ropa. No significa que lo hagan en un mal sentido o de manera denigrante, pero que lo digan es suficiente para dañar psicológicamente. El conflicto que generó el modelaje con mi imagen es de lo más trascendental que me ocurrió en la vida”, confiesa. También hace hincapié en la necesidad de perder la vergüenza, ya que, siendo modelo, es necesario cambiarse delante de muchas personas, o incluso hacer producciones con semidesnudos.
‘’Siempre pienso que, hasta que no fui modelo, no me di cuenta de todos los defectos que tenía’’, confiesa Josefina. Frases como esta revelan la situación de muchas modelos. La mayoría de ellas se enfrenta en cada trabajo a la exigencia de cambiar su imagen y adaptarse a los requisitos de las agencias. Incluso, debido a las presiones, en varias ocasiones se ven afectadas psicológicamente e incluso sufren trastornos de la alimentación.
Además, Josefina se refiere a las exhaustivas jornadas de trabajo, que pueden durar hasta doce horas en las cuales lo único que reciben es agua y algún snack. A la vez, Clara cuenta que en su primera experiencia como modelo, las condiciones de trabajo eran pésimas: le pagaron con un canje y la jornada fue muy extensa y calurosa. ”Me sentí usada”, afirma.
Por las malas condiciones de trabajo y las excesivas quejas de las modelos hacia las demandas de la marca, el desfile anual de Victoria´s Secret terminó siendo cancelado en 2019 después de 23 ediciones. La marca de lencería estadounidense recomendaba a sus modelos que solo tomaran agua y hasta drogas para bajar de peso. Además, más de cien jóvenes denunciaron acoso sexual por parte del CEO de la marca, Ed Razek.
A pocos días del comienzo de New York Fashion Week, en 2017, un grupo de setenta jóvenes de la Alianza de Modelos denunció, en nombre de un número más grande de colegas, la presión que sufren a la hora de subirse a la pasarela. Para esto, hicieron una carta que reclamaba a la industria estadounidense de la moda “dar prioridad a la salud” y “celebrar la diversidad sobre la pasarela”. Para justificar su petición, hicieron referencia a un estudio que fue publicado en el International Journal of Eating Disorders, en el que se puede ver que la industria de la moda no incentiva un peso saludable. Esta investigación reveló que el 81% de las modelos encuestadas estaban por debajo del peso recomendado (50 kg). Además, al 62,4% de ellas, su agencia u otra persona de ese ámbito les habían pedido que cambiaran su peso o la forma de su cuerpo y al 9% les recomendaban que se sometieran a cirugía plástica.
Hace tres años, distintas marcas internacionales optaron por incluir modelos con curvas en las pasarelas. De esta forma, la idea de una mayor diversidad en la industria de la moda ilusionó al público. Un ejemplo es el desfile de Versace de primavera 2021, en el cual la diseñadora presumió de la variedad de cuerpos que proponía la marca. Igualmente, de ochenta modelos, solamente tres eran plus size. Lo cierto es que muchos critican que la inclusión de las modelos que no cumplen con el estereotipo de belleza actual no es un gesto auténtico, ya que estas no representan ni la cuarta parte de la cantidad de jóvenes delgadas que hay en un desfile.
Por Guadalupe Piñeiro, Camila Serigós y Catalina Sola Klein