El mundo avanza respecto del cuidado del medio ambiente con la conciencia y le tratamiento de los desechos. Pero esto parece no aplicar al residuo más chico y más común de todos: las colillas de cigarrillo. Están en las calles, en las veredas, en las plazas y en las playas.
“Cuando veo a alguien tirando una colilla en la calle no reacciono como si estuviese tirando un plástico o un papel, lamentablemente lo tengo muy naturalizado”, dice Rocío Montes, una estudiante universitaria de 21 años.
Las colillas, o filtros, están compuestas de acetato de celulosa. Según datos del Fondo Mundial para la naturaleza (WWF), la celulosa proviene del reino vegetal mientras que el acetato es un derivado de la industria del petróleo que cuenta como microplástico a nivel contaminación ya que puede tardar más de diez años en degradarse. Además contiene restos de alquitrán, que pasa a ser parte de la tierra dañándola seriamente, así como por metales pesados que son solubles al agua y la contaminan gravemente para el consumo humano.
Una sola colilla, además de ser un residuo de un solo uso que genera desecho instantáneo, puede contaminar hasta 70 litros de agua, según las estadísticas que utilizan organizaciones ambientalistas que actúan en el país y que promueven el control de filtros en Villa Carlos Paz, Ushuaia y Pinamar.
“No me doy cuenta, termino el pucho, piso la colilla y me olvido. A veces voy apurado y no paro a levantarlo para tirarlo al tacho. Sé que está mal, pero estoy mal acostumbrado”, dice Fernando González, un cadete de 24 años que fuma 10 cigarrillos por día, “uno o dos entre trámite y trámite”, hace la cuenta.
Además del medio ambiente, los daños a la salud causados por el cigarrillo siguen siendo muy graves. Según los últimos datos relevados por el Ministerio de Salud de la Nación en 2018, en Argentina mueren más de 44 mil personas al año por causas vinculadas al consumo del tabaco. Un 22,2% de la población adulta del país fuma, una de las tasas más altas de la región de las Américas y la edad promedio en la que los niños empiezan es a los 12 años con una incidencia más fuerte en las mujeres fuman 33% más que los varones.
Playas “Libres de humo”
Gastón Caminata se levanta a la madrugada y hace un recorrido por las playas de su ciudad en busca de basura para limpiar. Dos, tres, hasta cinco veces por día se toma el tiempo de hacer este trabajo de recolección por las playas de Pinamar, y, fue gracias a su activismo que consiguió que se dejaran de vender bolsas de plástico y sorbetes, y que hoy Pinamar sea la primera ciudad costera del país en haber declarado a sus playas “libres de humo”.
“Soy surfer y en algún momento te empezás a preguntar si el amigo océano necesita algo. Cuando te preguntas eso, te sacás la venda de los ojos y empezás a ver la realidad. Y la realidad es que nos estamos llevando un planeta por delante”, cuenta Caminata, que es dueño de un restaurant y ex Presidente de la Cámara de Comercio de Pinamar.
El Censo Provincial de Basura Costera Marina realizado en noviembre del 2019 por la organización Vida Silvestre demostró que el contaminante más encontrado en más de 88 hectáreas de playa fueron colillas de cigarrillos, seguido por fragmentos plásticos, telgopor, envoltorios, botellas y bolsas plásticas.
“El mayor daño que genera la colilla es hacia la fauna costero-marina que viven en las playas. Los animales incidentalmente pueden consumir una colilla y esto les obstruye el tracto digestivo hasta llevarlos a la muerte”, explica la bióloga marina, Lucila González,
Desde el informe de la fundación Vida Silvestre, además, explican que las colillas son contaminantes muy peligrosos porque asfixian los fondos marinos cuando son arrojadas a la arena.
Por todas estas razones, Gastón Caminata decidió que era tiempo de actuar en su ciudad. En 2019 junto con su fundación “Yo amo a mi playa”, fue al Concejo Deliberante de Pinamar a pedir que directamente se dejaran de vender cigarrillos en los kioscos de la ciudad costera.
Aunque no lo logró, sí consiguió que se instalara la ordenanza municipal 566, donde se prohibe fumar en las playas y se dispone cinco metros de espacio fumador en los balnearios. En dos años se empezarán a aplicar multas a quienes fumen en la playa. Según Caminata, la difusión fue tan masiva que se volvió un “éxito rotundo”.
“Estuvimos limpiando en Necochea, Mar del Plata, Partido de la Costa y en lo que limpiamos el otro día antes llevábamos por lo menos 20 bolsas de consorcio para llenarlas de basura. Ahora llenamos una sola bolsa. Sin dudas cambió el paradigma” , dice el surfista.
Proyecto “Cigadrillos”
Cuando Gastón Caminata empezó a recolectar las miles y miles de colillas desparramadas por la arena de las playas se preguntó qué podría hacer con este residuo. Como no es biodegradable y no hay tratamiento de este material como lo hay del plástico, no veía solución posible.
Pero buscando organizaciones en todo el país, descubrió Cigadrillos, un proyecto desarrollado en Rosario por cuatro jóvenes arquitectos en equipo con un biotecnólogo y una ingeniera química, que transforman las colillas en ladrillos.
“Veíamos que habían muchísimos residuos como el plástico o el papel de los cuales se estaban ocupando muchas personas y que incluso cuando ves alguien que lo tira te dan ganas de decirle ‘che fijate que aca hay un tacho a 10 metros, o guardatelo'”, cuenta Luciano Carrizo, uno de los creadores del proyecto. “Pero con la colilla no pasa lo mismo. Está muy naturalizado y son tan chiquitas que a veces hasta cuesta encontrarlas”.
En Cigadrillos, los jóvenes fundadores hacen una gran campaña de recolección de colillas con unos contenedores especiales para verterlos, ubicados en varios puntos de la gran ciudad de Rosario, una vez recolectados pasan por un proceso de limpieza de tóxicos, descomposición y finalmente compresión hasta volverse aislantes térmicos y acústicos llamados “cigadrillos”.
El proyecto todavía está en proceso de recolección y prueba de distintos solventes para la creación de este nuevo material. En un futuro la idea será vender los cigadrillos como aislantes térmicos para la construcción lo que vendría a paliar una doble problemática que sería la de las colillas en el piso y la otra la de el calentamiento global al usar estos aislantes térmicos para que la gente utilice menos energía en sus casas.
“La idea es en un futuro llevarlo a todas las regiones de Argentina, hacer una campaña para que todos sepan lo que pasa con el cigarrillo y el medio amibente”, dice Luciano antes de irse a colocar otro Punto Cigadrillo en la costa de Rosario.