La economía del comportamiento aborda problemas específicos y los evalúa para entender cómo la gente toma decisiones para gestionar y aplicar políticas públicas efectivas
La economía del comportamiento, se posiciona tras disentir con la economía clásica, que supone que las personas toman decisiones de manera racional. Así lo destaca, el psicólogo, Esteban Freidin (Investigador del CONICET -Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y del IIESS -Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur- en Bahía Blanca), porque “las personas no necesariamente toman siempre decisiones racionales”. Este “paradigma” considera que hay mecanismos psicológicos que intervienen en la toma de decisiones que pueden modificarse.
El economista, Carlos Scartascini, quien lidera el Grupo de Economía del Comportamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, afirma que “todos nosotros podemos tomar distintas decisiones, avanzar en la vida de distintas maneras, sin embargo, hay algunos caminos o puertas que nos llevan a tomar mejores decisiones y lo que trata de hacer la economía del comportamiento es iluminar la puerta que nos permite llegar a ese objetivo que queremos”.
En las últimas décadas se ha hablado que la economía del comportamiento es un “nuevo paradigma”, sostiene Freidin. Tras este hallazgo, visto como pilar fundamental, se le atribuye a los psicólogos, Amos Tversky y Daniel Kahneman (ganador del Premio Nobel de Economía en 2002), ser los pioneros, puesto que son ellos quienes empiezan a estudiar sistemáticamente los sesgos en el razonamiento de las personas y en la toma de decisiones.
Cuatro claves para entender que influye en la conducta de las personas cuándo se enfrentan ante una decisión según la economía del comportamiento:
- Exceso de confianza : para el economista del BID se produce cuando los individuos creen tener mejores hábitos de comportamiento que el promedio de la gente. “Todos pensamos que hacemos las cosas mejor de lo que realmente las hacemos” sin embargo “manejamos más rápido de lo que deberíamos o a veces manejamos habiendo tomado alcohol”, agrega.
- Desestimar el futuro: según Scartascini, las personas continuamente desatienden el porvenir, porque tienden a preocuparse más por el presente inmediato. “Muchas de las decisiones que tomamos hoy son para satisfacer nuestros deseos de hoy y no tenemos en cuenta que eso nos afecta mañana. Entonces, hacemos menos ejercicio, comemos peor y no vamos tanto al médico como deberíamos,”, afirma.
- Aversión a las pérdidas: según Kahneman y Tversky, las personas cuando toman una decisión tienden a estimar las opciones cómo pérdidas o ganancias, dando valor más a una pérdida que a una ganancia. El psicólogo Freidin, argumenta que en la mayoría de casos las personas tiene una visión muy negativa ante la posibilidad de una pérdida por lo que va a tratar de de evitarla a toda costa. En consecuencia, lo que provoca es que “las personas cuando tienen para ganar vayan a la opción segura y cuando tiene para perder estén más dispuestos a jugársela a tirar la moneda”, asegura.
- Sobrecarga Cognitiva: Esta se manifiesta cuando el individuo está expuesto a demasiada información que no le permite hacer la evaluación correspondiente para tomar la mejor decisión, advierte Scartascini. A esto añade, el Investigador del CONICET:
“Dado que las personas no tienen la capacidad de procesamiento de información infinita, no tiene la capacidad ni el tiempo para recolectar toda la información relevante, aparece el tema”
Economía del comportamiento en el diseño y aplicación en políticas públicas: ¿Cómo interviene?
Si bien los orígenes de la economía del comportamiento se remontan a la segunda mitad del siglo XX en adelante, con pioneros como Kahneman y Tversky, y referentes como el economista estadounidense Vernon Smith, ganador del Premio Nobel de Economía en 2002, por ser uno de los primeros que llevo a cabo experimentos para ver si se cumplían o no algunas predicciones de la teoría racional.
Es hasta el año 2008 que toma mayor relevancia este “paradigma” en este ámbito, puesto que sale al mercado un escrito titulado “Nudge” (pequeños empujones) de Richard Thaler y Cass R. Sunstein. Thaler quien es economista y gana el Premio Nobel de Economía en 2017, plantea junto a su homologo, aplicar las ideas de la economía del comportamiento para diseñar proyectos óptimos desde la gestión pública.
En este libro, sostiene Freidin: “Proponen por primera vez la idea de como estos principios“, que derivan de las “ciencias del comportamiento pueden ser aplicados para diseñar políticas públicas”, en la que implica “mover el comportamiento de las personas hacia metas socialmente deseables”, agrega.
Para el economista, Nicolás Ajzenman (Licenciado por la Universidad de Buenos Aires, con un magíster en Economía por la Universidad de San Andrés, magíster en Administración Pública en Desarrollo Internacional por la Universidad de Harvard) “es básicamente una pequeña intervención.
Asimismo, destaca que:
“Normalmente cuando uno piensa en intervenciones económicas, piensa en cambios de incentivos por ejemplo, yo te pongo un impuesto al cigarrillo, lo que intento es aumentar el precio para que cambien tus incentivos económicos al comprarlo, cuando algo es más caro para vos es menos atractivo, porque es más caro, en cambio, los empujoncitos tienen como característica que no cambian incentivos económicos sino lo que cambia es lo que llama arquitectura de la decisión, que básicamente son factores contextuales”
Otro ejemplo que menciona el especialista, es el menú con calorías “Si yo te pongo las calorías a la izquierda o a la derecha no estoy cambiando ningún incentivo, porque no estoy cambiando un precio, no estoy restringiendo una cantidad o un comportamiento, ni siquiera te cambio la información”.
¿Arquitectura de decisiones?
En políticas públicas integran este concepto para promover la toma de decisiones efectivas. Pues se considera que el modo de presentar una opción a un individuo tiene que ver con la elección final que este haga. De esta manera ejemplifica, el psicólogo Freidin: “La arquitectura de decisión queda ilustrado con la opción por defecto, es diseñar, por ejemplo, un formulario con una opción que vos consideras social o individualmente más favorable para que sea la opción más probablemente elegida”.
El éxito de una política pública
“La clave está en cómo uno diseña las intervenciones, la clave de que una intervención sea exitosa es que el diagnóstico sea muy bueno y apropiado, es entender por qué la gente se está comportando como se está comportando” sostiene el economista Scartascini.
El desarrollo de este “paradigma”, en políticas públicas se considera una herramienta necesaria y más en los países en vías de desarrollo, así lo expone el economista del BID: “Creo necesario que incorporemos economía del comportamiento en el diseño de políticas públicas, más que nada, porque si no lo hacemos corremos el riesgo de que muchos casos no tengan efecto, y en un país en desarrollo gastar mucho dinero en algo que luego no va a tener efecto, es muy costoso”.
Además, ejemplifica: “Que el gobierno compre 40 millones de vacunas y, que luego nadie” se las aplique “es muy costoso para cualquier país, pero más para un país en desarrollo donde hay tantas necesidades, entonces, cuando uno diseña, por ejemplo, una campaña de vacunación tiene que tener en cuenta cuáles pueden ser las barreras que hagan que la gente no se vacune“, añade Scartascini.
Para el especialista Ajzenman, para que una política pública funcione, va a depender de que se entienda cómo la gente toma decisiones, “cuanto mejor uno conoce el comportamiento humano más efectivas van a ser las políticas que uno aplica”, explica.
“Un buen diagnóstico”
El BID prioriza la gestión de “un buen diagnóstico” para que resulten las políticas públicas a aplicar. Así lo sostiene Scartascini: “Una vez que se hace un buen diagnóstico, pensar cuáles son las mejores herramientas que se pueden utilizar para resolver el problema de base. En algunos casos puede ser que no sea un tema comportamental, que sea un tema de acceso, por ejemplo, pero si es un tema comportamental” ver como se resuelve. Ahora, “si es una cuestión de que la gente deja pasar el tiempo, puede ser una intervención de recordatorios porque uno le recuerda a la gente que tiene que hacerlo”.
Y añade que, se dan cuenta que el “problema” radica en que “la gente no lo hace porque piensa que el resto no lo hace o que el resto ve mal que se haga”. Entonces, al ver que no es un problema de normas sociales, llevan a cabo, una intervención con normas sociales, “donde se explica que el resto de la gente, sí considera que es adecuado hacerlo”.
Intervenciones en políticas públicas en América Latina y el Caribe
El BID ha diseñado políticas públicas a través del uso de la economía del comportamiento en América Latina y el Caribe, las intervenciones que ha llevado a cabo, abordan temas como la regularización del pago de impuestos, por ejemplo, Scartascini afirma que “gente que debía miles de dólares en Colombia, logramos que los paguen”.
También, se hace mención al tema del ahorro, pensando en que las personas puedan contar con una mejor pensión cuando se jubilen. En materia de salud refiere que “recientemente” se ha gestionado una campaña de educación sobre la importancia de vacunarse contra el Virus del Papiloma Humano (VPH), donde encontraron un “impacto del 30 y 60% de aumento de la vacunación”. Además, se hace hincapié en “que las mujeres se hagan las mamografías o los padres vacunen a sus hijos o que la gente se haga los estudios médicos que correspondan”, expresa el especialista del BID.
Del mismo modo, hay intervenciones en el área de educación que buscan que los alumnos mejoren el rendimiento escolar. Esto se visualiza en una publicación reciente que ha hecho el BID, en la cual muestra el trabajo arduo que ha llevado a cabo, durante los últimos diez años, donde se resumen aproximadamente 38 intervenciones.
Qué limitaciones se presentan para desplegar este tipo de políticas públicas
Scartascini, expone que en América Latina y el Caribe hay limitaciones que a nivel gubernamental aparecen para desplegar este tipo de políticas públicas:
- La falta de conocimiento sobre la economía del comportamiento, dado que hay gobiernos que desconocen este “paradigma”.
- La insuficiencia de cierta capacidad para hacer un buen diagnóstico como para implementarlo.
- La falta de obtención de datos.
El especialista, advierte que es de suma importancia, “tener acceso a esos datos”, para no transmitir el mensaje, por ejemplo, a la persona que ya se aplico la vacuna, o al que tiene pensado aplicársela. Y manifiesta que en algunos países “esos datos no existen”, por lo que es más difícil llevar adelante estas políticas. Por ello afirma que “muchas de estas intervenciones son micro y a veces necesitan estar muy diseñadas para diferentes necesidades o para tipos de personas distintas, entonces, es muy importante conocer a la población a la cual uno le va a intentar llegar con esta información”.
Además, puntualiza que es conveniente considerar el uso de este “paradigma” en el diseño de políticas públicas y más en regiones en vías de desarrollo, porque esto ayuda a mitigar un poco la infinidad de problemas por los cuales atraviesan estas naciones. “Es importante para la Argentina utilizar las enseñanzas de la economía del comportamiento como también para todo el resto de los países en desarrollo y, más que nada en países donde hay recursos escasos o con recursos más escasos, diseñar las políticas públicas para que tengan más impacto es fundamental” concluye Scartascini.