Desde que el Presidente declaró la cuarentena total y obligatoria, la donación de sangre bajó un 80% a nivel nacional más allá que dicha actividad se encuentra exceptuada.
Mariana Landa, encargada del área de bioquímica del Banco de Sangre Intrahospitalaria (BSI) del Hospital Británico, camina por los pasillos de la ahora llamada “zona verde”, delimitada con una franja gruesa en el piso de ese mismo color. A partir del aislamiento social, en el hospital se implementaron “ciclos de circulación”: un área roja, donde circulan los pacientes posiblemente infectados con Covid-19; y otra verde. Aquí están quienes les dio negativo el resultado de Coronavirus, los pacientes no contagiados, los que acuden por otros motivos patológicos y los donantes voluntarios.
No todos los hospitales tienen la posibilidad de separar sus diferentes áreas. Por eso, cada uno incorporó nuevas estrategias, no solo para prevenir la propagación del virus sino también para que quienes deseen dar sangre se sientan tranquilos. Algunas de estas medidas incluyen, por ejemplo, que el personal médico deba usar guantes de látex, barbijo, visera con antiparras, además del ambo y/o un guardapolvo. Los dadores, por su parte, tienen la posibilidad de agarrar un tapabocas apenas ingresan y se les exige el uso de alcohol en gel previo a empezar a llenar el formulario de donación.
“Me tomaron la temperatura, que eso no se hizo nunca”, cuenta Guillermo, donante voluntario, que asistió a la Fundación Hemocentro Buenos Aires el pasado 21 de marzo. Por más que tengan varias camillas, no dejan pasar a más de cinco personas al sector de extracción, ya que exigen dos literas de distancia entre donantes.
Por otro lado, además de tener que cumplir con los requisitos habituales, como la edad y el peso, desde el Ministerio de Salud de la Nación determinaron que la gripe, esta vez, es excluyente: “Si vos habías levantado temperatura en los últimos 15 días, o tenido fiebre, automáticamente quedás descartado”, cuenta Guillermo.
La sangre es el único producto farmacéutico que no se puede producir en laboratorios, así que su única materia prima son los seres humanos. Cada bolsa de 450 cm3, que se llena por extracción, además, puede salvar hasta cuatro vidas.
Así pues, cada donante voluntario está amparado por el artículo 6 del decreto presidencial Nº 297/2020, que permite su libre circulación por atender alguna “situación de fuerza mayor” (familiar con leucemia, por ejemplo), y por colaborar con la salud pública. Por eso, cuentan con un certificado que los exceptúa de cumplir la cuarentena por el tiempo que les lleve esta actividad (como mucho, una hora).
Cada institución está tratando de optimizar los recursos para extraer la sangre que necesitan y poder abastecerse en caso de que la cuarentena siga por tiempo indeterminado. Por medio de turnos, están reservando a los donantes voluntarios para asegurarse su grupo o factor y, también, para evitar las aglomeraciones. Este orden resulta necesario porque alguien puede donar solo cada dos meses y su sangre dura únicamente 35 días, mientras que las plaquetas cuatro.
Hoy solo con los voluntarios se cubre un 30% del total que se necesita; lo que resulta alarmante para hospitales muy quirúrgicos, como los de la policía (Churruca o el Militar): “Algunos [policías] están muy heridos y se llevan 40 bolsas de sangre”, explica la Dra. Landa.
Crédito foto de tapa: “Gustavo Fring / Pexels”