Las constelaciones familiares, una práctica terapéutica desarrollada por el alemán Bert Hellinger en los años noventa, ganaron un espacio significativo en el mundo de las terapias alternativas. A través de dinámicas grupales, este enfoque propone desentrañar conflictos emocionales y patrones familiares inconscientes que se transmiten de generación en generación.
Para algunos, es una herramienta de transformación personal; para otros, una práctica cuestionable que carece de fundamento científico y que puede entrar en contradicción con valores religiosos. En esencia, esta técnica parte de la premisa de que cada familia constituye un sistema interconectado, donde las vivencias de un miembro pueden influir, consciente o inconscientemente, en la vida de los demás. Las constelaciones familiares combinan conceptos de diversas disciplinas como el psicoanálisis freudiano y junguiano, la terapia sistémica de Salvador Minuchin, y enfoques filosóficos fenomenológicos de Husserl, que Bert Hellinger integró con una mirada propia.
Quienes defienden esta práctica destacan su capacidad para liberar a las personas de cargas emocionales que no les corresponden, permitiéndoles alcanzar un estado de paz y reconciliación consigo mismos y con su entorno familiar. Una consteladora con experiencia, la doctora Verónica Molina (48 años), médica psicoterapeuta integrativa, especialista en terapia familiar y psicotrauma, afirma que “las constelaciones familiares permiten a las personas liberar cargas emocionales que no les corresponden y que a menudo provienen de generaciones anteriores. Es un proceso que conecta profundamente con la historia familiar y emocional de cada persona.”
Las constelaciones familiares y la medicina
No obstante, las constelaciones familiares no están exentas de críticas. En el ámbito médico, muchos profesionales alertan sobre los riesgos de esta práctica cuando se utiliza como sustituto de tratamientos psicológicos o psiquiátricos basados en evidencia científica. Según la doctora Molina, quien además es directora del Instituto de Constelaciones Familiares y Abordaje del Trauma, “las constelaciones no deben considerarse una psicoterapia formal. Son más bien una herramienta complementaria que puede enriquecer el proceso terapéutico al aportar una mirada sistémica transgeneracional. Este enfoque debe ser manejado por profesionales formados que trabajen junto a psicólogos o psiquiatras para evitar riesgos en pacientes con patologías significativas.”
Además, la falta de regulación y supervisión profesional en el campo de las constelaciones familiares genera inquietudes, es por esto que la consteladora comenta que, “no es recomendable para personas con trastornos graves como psicosis, trastorno límite de la personalidad o depresión mayor. En esos casos, la intervención de un equipo médico y terapéutico es esencial antes de considerar este enfoque. Las constelaciones tampoco deben aplicarse en etapas emocionalmente críticas, como procesos recientes de duelo o diagnósticos severos de salud.”
La mirada de la Iglesia Católica
Desde el punto de vista espiritual, las constelaciones familiares también generan opiniones divididas. La Iglesia Católica, por ejemplo, ha expresado reservas hacia este método. Desde la iglesia señalan que las constelaciones familiares incluyen elementos que podrían considerarse esotéricos y que no están en línea con la doctrina cristiana. Según ellos, prácticas que invocan conceptos como el “inconsciente colectivo” pueden desviar a los creyentes de los principios de fe y ética promovidos por la Iglesia.
En una nota realizada por Catholic.net, un portal que comparte contenidos católicos, se critica fuertemente a las constelaciones familiares por no haber encontrado una cantidad suficiente de estudios clínicos publicados que aporten el nivel de evidencia suficientemente confiable para considerar a estas como una psicoterapia de efectividad comprobada.
Además, agregan que, el 90% del contenido bibliográfico que existe actualmente sobre este tema, citan únicamente los 4 trabajos realizados por Bert Hellinger.
Por toda esta información, desde el medio “no recomiendan hacer uso de la terapia de constelación familiar por ningún motivo dentro del entorno de la asistencia sanitaria”. Y agregan que “todo paciente que acuda a una de estas terapias, debe ser advertido por su practicante que la terapia de constelación familiar no tiene eficacia clínica comprobada”.
Pese a las críticas, las constelaciones familiares continúan atrayendo a un público diverso. Por ejemplo, Molina relata un caso en el que “una paciente que enfrentaba problemas de infertilidad sin causa orgánica logró reconectar con un embarazo adolescente pasado, lo que le permitió procesar culpas y avanzar emocionalmente. En otro caso, una madre en duelo trabajó sobre su pérdida, lo que motivó espontáneamente a su hija a buscar ayuda psiquiátrica tras años de resistencia. Estos testimonios reflejan el impacto sistémico que busca esta metodología.”
El debate en torno a las constelaciones familiares refleja un choque de paradigmas. Para algunos, esta práctica también tiene una dimensión espiritual. La doctora explica que “las constelaciones permiten abordar preguntas existenciales sobre el sentido de la vida, la muerte y las relaciones humanas, ayudando a muchas personas a encontrar reconciliación y paz en experiencias difíciles.”
Al final, la popularidad de las constelaciones familiares responde a un contexto social que valora cada vez más la búsqueda de bienestar integral. En un mundo donde los vínculos humanos son cada vez más complejos, prácticas como esta parecen ofrecer una respuesta, aunque no sin generar controversia. La clave está en abordar estas dinámicas desde un enfoque responsable, considerando sus limitaciones y abriendo un espacio de diálogo entre sus defensores, detractores y quienes buscan sanar.
Cómo se practica la constelación familiar
1. Preparación de la sesión
Se reúne un grupo de entre 5 y 12 personas, incluido el constelador. La sesión puede durar varias horas, dependiendo de la cantidad de temas a abordar.
2. Planteamiento del problema
El consultante presenta una pregunta concreta sobre un conflicto familiar o emocional que desea resolver, enfocándose en aspectos inconscientes.
3. Selección representantes
El consultante elige a los representantes para cada miembro de la familia y para sí mismo. Los representantes no conocen detalles previos del tema a tratar.
4. Desarrollo de la constelación
Los representantes ocupan posiciones que reflejan las dinámicas familiares. A través de sus movimientos y emociones, representan las vivencias inconscientes del consultante.
5. Visión y conciencia
El consultante observa las relaciones emergentes y toma conciencia de los patrones familiares ocultos y las conexiones emocionales no resueltas.
6. Resolución simbólica
El constelador guía la resolución del conflicto, mediante reajustes de los representantes o declaraciones que simbolizan la reconciliación familiar.
7. Duración de la constelación
Cada constelación tiene una duración de aproximadamente una hora, con los demás participantes observando y representando las dinámicas inconscientes.
Autor: Martina Álvarez