Martina (14) llega a su casa después de un largo día de escuela en la Ciudad de Buenos Aires, un mensaje hace sonar su teléfono: ´No te hagas la linda. Ya te vamos a agarrar´. En Villa Urquiza, Julián (16) recibe una lluvia de tweets que lo insultan ´Virgen. Cerrá el ort*´. Mientras tanto a Milagros (12) la llaman sus compañeras por celular y entre risas se escucha ´Gorda. Anda a Cuestión de Peso´.
Millones de insultos. Una palabra: Ciberbullying.
“La característica principal del ciberbullying es el anonimato. Los abusadores se esconden en nombres falsos y sienten la impunidad de poder agredir sin ser identificados. Y si bien hay otros que no lo hacen resulta más sencillo intimidar a alguien a través de una pantalla que de forma directa”, dice la psicóloga especializada en menores Laura Iribarren.
La idea de que puertas adentro se está a salvo de los abusadores quedó en el pasado. La violencia verbal entre pares no solo se da en la escuela. Según una encuesta de “Global Kids Online” de UNICEF, el 76% de los adolescentes conectados a la red sufre algún tipo de agresión.
De ese total, el 33% son mensajes hirientes, seguido por la publicación de “estados desagradables” en redes sociales (18%), las amenazas por Internet (14%) y la exclusión en grupos online, como WhatsApp (11%).
En el espacio virtual crece la vulnerabilidad de la víctima debido a que puede recibir mensajes indeseados en todo momento. Las burlas y las agresiones no terminan cuando el timbre del colegio indica el final del día de clases. Invade los espacios privados de cada uno de los chicos. En cualquier actividad extra curricular, no importa cuando ni donde, ese mensaje puede llegar y herir al otro.
“Cuando las burlas se filtran en el hogar, el adolescente ya no se siente seguro en ningún lugar. El miedo a ser burlado o lastimado pasa a ser cotidiano y es por eso que hoy vemos más chicos entre 13 y 17 años con signos de depresión muy altos”, resalta Iribarren.
Julián dice haber intentado bloquear a los usuarios que lo insultan constantemente y“siempre aparecen más, con nombres inventados, o por otras redes sociales”. Sus padres no lo saben y él prefiere no contarles, porque no serviría de nada. Se queda callado y sufre en silencio. “Lo hablo con mis amigos, nada más. Tampoco es algo que me guste decir”, afirma el joven.
¿Cómo tratar prevenir el acoso online? Si bien los colegios dice que no puede actuar sobre lo que ocurre fuera de su institución, hablar sobre la temática en el aula podría ser una alternativa.
“Damos charlas sobre el bullying y la psicopedagoga realiza talleres con los chicos al menos tres veces al año. Intentamos trabajar sobre el daño que ocasiona el hostigamiento en los chicos para que entiendan las consecuencias y por qué uno no debe participar de ningún tipo de burla o agresión”, cuenta el director de la Escuela Argentina Modelo, Pablo Biedma.
Y agrega: “No permitimos a los estudiantes tener el celular en hora de clase, pero fuera de eso no podemos controlarlos”.
Por su parte, Iribarren pone énfasis en “la importancia de la concientización” para poder tratar este tema. “El cómo repercute lo que digo en otro y entender su dolor es la clave”, asegura.