La IGen o centennial es la generación de lo efímero, abierta a todo tipo de cambios, porque simplemente no los consideran como tal sino que los interpretan como evolución. Se adaptan mejor a lo que viene y, si algo no les gusta, tienen la voluntad de cambiar las cosas.
Los nombres de las generaciones confunden, y más cuando todo el tiempo hay nuevas y cada vez están más pegadas entre sí. La generación Z o posmillennial es la primera radicalmente tecnológica, y la que va a definir el futuro cercano. Comprende a los jóvenes nacidos entre 1996 y 2010, y según Patricia Yacovone, psicóloga especialista en conducta adolescente, se definen como los que “no conciben el mundo sin las telecomunicaciones virtuales, lo que hace que de forma positiva tengan un nivel de información inmediata de lo que desean”.
Este mecanismo de comunicación excesivamente virtual, porque predomina por sobre cualquier otro medio, hace que tengan una escasa tolerancia a la frustración y escaso tiempo de espera. “El poder manejar varios dispositivos al mismo tiempo, y tener la información de lo que desean de forma muy rápida, hace que cualquier tropiezo en el proceso no se acepte y todo lo que implique tener que salir de lo virtual y llevarlo a la vida real en el día a día les cueste bastante”, explicó la psicóloga del Hospital Italiano.
La vida online que desarrollan tiene aspectos positivos y negativos: los hace ser más independientes, pueden resolver un montón de cosas pero a su vez implica dificultades para llevar a la práctica todo aquello por fuera del mecanismo virtual. Esto hace que los vínculos afectivos tengan particularidades, ya sean entre pares, de pareja o laborales. “Lo virtual da inmediatez y rapidez, pero genera una serie de fantasías y trae inseguridades hacia el otro. Por lo que se desarrollará una serie de postergaciones importantes en relación a poder concretar encuentros físicos con otro individuo e incluso a nivel laboral”, agregó Yacovone.
Asimismo, la terapeuta señala que funcionan bastante bien en equipos de trabajo, donde se desarrollan las reuniones y encuentros en forma virtual. Sin embargo, cuando llega la presencialidad tienen “dificultades para poderse exponer y mostrarse con todo su potencial”.
Yacovone explica que el exceso de virtualidad hace que “distribuyan el tiempo del día en forma muy peculiar”, y puedan tener un desorden más pronunciado de la alimentación y de los trastornos del sueño, porque como todo está al alcance de la mano, “no hay horarios que en los que se abra algo o se cierre algo que les de organización”.
Los rasgos de una generación que alza su voz
“He aprendido que nunca eres tan pequeño como para no hacer la diferencia, y si unos pocos niños pueden conseguir titulares alrededor del mundo tan solo por no ir al colegio entonces imagínense que podríamos hacer todos juntos si realmente quisiéramos“.
Esta es una frase de Greta Thunberg, la joven activista por el medio ambiente que revolucionó la forma de los adultos de ver a los más chicos. Internet lo que hizo fue democratizar la palabra, darle valor. Demuestra que los más chicos pueden alcanzar grandes conocimientos sin tener un título, que se pueden dedicar a cosas específicas y alzar la voz en base a lo que piensan.
Nicolás Zamorano, de 30 años, es un influencer que se hizo conocido por empezar a contar historias por Internet a sus quince años y por lograr que miles de jóvenes empaticen con sus escritos. En base a lo que fue escribiendo durante todo este tiempo es que realizó “Yo, Adolescente”, un libro que este año tuvo su adaptación en la pantalla grande. Zabo, así le dicen, expresó: “Los adultos siguen tratando a los adolescentes como prototipos de personas y no como personas que ya existen y se quieren hacer cargo de las cosas”.
Cada generación marca de cierta forma un cambio de paradigma, y aquellos conceptos con los que uno es criado se modifican y evolucionan. “Los más grandes de la generación millenial tenemos cierto mandato fuerte del compromiso con las cosas y sobre todo de hacer las cosas bien. Los más chicos estos conceptos no los tienen, por eso se los ve como descomprometidos, que no hacen nada y que nada les gusta”, consideró Zamorano. Para esta nueva generación no todo es tan grave, se hacen menos problemas por las cosas y saben que vienen en un mundo que cambia constantemente.
Ipsos Group S.A., un estudio de mercado global, publicó un informe que expone que en los últimos años se vio una disminución en una serie de comportamientos asociados a la juventud rebelde, por ejemplo con el consumo de alcohol o drogas. Los centennials beben y consumen menos drogas que otras generaciones. Esta disminución puede ser que tenga que ver con esta idea de desmitificación de ciertas prácticas que, al no ser un tabú, deja de ser desafiante y deja de tener un atractivo rebelde.
Los jóvenes hoy están cambiando la forma de concebir a la educación, porque se informan de varios lugares, están muy instruidos en las cosas que les interesan. Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Juventud (INJUVE) de España, en 2018, entre jóvenes de 15 a 25 años, señaló que el colegio se percibe como un espacio de “poca legitimidad”, porque reproduce un discurso social binario, y además porque es donde se genera el bullying.
La IGen es la generación que no tiene miedo a levantarse y denunciar aquello que le parece injusto o no da con sus valores. Demuestra ser sólida en sus pensamientos, tiene un compromiso con el mundo, que hace mucho no existía entre los jóvenes.
La generación Z prueba, se equivoca y vuelve a intentarlo. Tratan de tener la posibilidad de tomar decisiones y sobre todo de ser escuchados. Para ellos, el trabajo es también un marco social donde pueden liberar su potencial y sentir que aportan algo a la sociedad. El empoderamiento es una palabra bastante precisa para definir a los posmillennials, porque sin duda, es una generación que cambia las reglas del juego y crece con un gran lema: ‘hacelo vos mismo’.